Buena Data en La Prensa

Crisis y oportunidad

El diccionario nos dice de las crisis que son situaciones graves que ponen en peligro el desarrollo de un proceso. De todos modos, no necesitaríamos recurrir a la definición formal. Los argentinos bien sabemos por experiencias reiteradas lo que es una crisis y que, sin duda, nuevamente estamos padeciendo una, con ribetes económicos, políticos, sociales y morales.

Si buceamos un poco en el origen de la palabra es posible que nos deje entrever una salida. El vocablo “crisis” deriva de verbo “krinein” que en griego antiguo significa “juzgar para tomar una decisión” y de allí que su sustantivo “krisis” signifique juicio o decisión.

LA CRISIS ES INDESEABLE

Más allá de lo que se pueda jugar con las palabras, a nadie le gusta pasar por una crisis. No es un lugar cómodo ni agradable y a algunos de nuestros compatriotas se les va la vida en ello. Toda crisis trae sentimientos de inestabilidad, de no saber donde estamos parados, es como si el piso se corriera y quedáramos suspendidos de la nada y pataleando en el aire; o como un gran salto: sabemos que dejamos una orilla -a la que no podemos regresar- pero no sabemos cómo o cuándo llegaremos a la otra, si llegamos... También sabemos que si no nos animamos a cruzar, la próxima crisis nos encuentra en el mismo lugar y en algún momento hay que pegar el salto.

Cada tanto algún político con mirada esperanzadora (o aduladora de su público) dice que hemos madurado como sociedad. No sé si en realidad alguien lo cree. Vamos de crisis en crisis, pero parece que no aprendemos. Siguen las viejas fórmulas con los mismos y remanidos, resultados.

UNA MIRADA POSITIVA

También “crisis” nos habla de decisión, y con la decisión viene la posibilidad de crecimiento. Todo momento crítico es una oportunidad. Es claro que podemos desperdiciarla, como tantas veces hemos hecho. Tuvimos grandes oportunidades de cambio. Quizás quienes pudieron dar un viraje para no caer en el precipicio no quisieron, no supieron, no los dejaron o no se animaron a pagar el costo político. Quizás un poco de todo… Y eso también corre para los ciudadanos de a pie.

La cuestión es que de la crisis solo se sale con un cambio interior. Solo se sale renovándose, máxima que sirve para lo personal y también para lo colectivo. Los mismos caminos conducen a los mismos barrancos.

Un cambio posible y urgente puede ser empezar a reconocer nuestra historia sin medias verdades.

COMPROMISO CIUDADANO

El sábado pasado, cerca de 1.300 personas se reunieron en la esquina de las avenidas San Juan y Entre Ríos para reclamar Justicia para las víctimas de uno de los mayores atentados que recuerda la historia argentina, la masacre perpetrada por la banda terrorista “Montoneros” en el comedor de la Policía Federal Argentina.

Los manifestantes recorrieron en orden, portando banderas argentinas y pancartas, el camino hasta la calle Moreno 1431, lugar en donde ocurrió el trágico hecho.

De la marcha participaron la “Asociación de abogados por la justicia y la concordia”, la “Comisión de homenaje a policías y ciudadanos muertos por la violencia”, la “Asociación de familiares y amigos de las víctimas del terrorismo en la Argentina” y Cruz del Sur.

Entre el público estuvieron la Diputada Nacional Victoria Villarruel, el Diputado Provincial por la provincia de Buenos Aires Nahuel Sotelo, el excandidato presidencial Juan José Gómez Centurión, el Padre Javier Olivera Ravasi, el Tte. Cnel. Guillermo Nani y el periodista Ceferino Reato autor del libro “Masacre en el comedor”, entre otros.

Se entonó el Himno Nacional e hicieron uso de la palabra algunos familiares de las víctimas y un sobreviviente, generando un momento de profundo recogimiento cuando a las 13.20h se hizo sonar la sirena recordando la hora exacta en que explotó la bomba.

RECLAMO

Entre las exigencias formuladas figuran, que se quite el nombre de Rodolfo Walsh a la estación del Subte E, que se coloquen placas recordatorias en la sede policial, y que se remuevan los nombres de los terroristas del monumento erigido en el Parque de la Memoria.

El artefacto conocido como “bomba vietnamita” (diseñada para producir el mayor daño posible) causó la muerte de 23 personas e hirió a 110, fue colocado por un miembro de la banda terrorista infiltrado en la policía en el momento de mayor afluencia de público y fue dispuesta por la conducción de Montoneros que comandaba Mario Firmenich junto al grupo subversivo comandado por Rodolfo Walsh.

Es alentador ver que la ciudadanía está empezando a exigirle públicamente a la Justicia y a los gobernantes, que dejen de seguir homenajeando a los guerrilleros asesinos que causaron miles de víctimas civiles, policiales, militares y religiosas.

Es decisión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cambiar su actitud y retirar el nombre de Rodolfo Walsh, como también el de los otros terroristas que figuran en el monumento de la Memoria. Tengámoslo presente al momento de votar.

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