EL RINCON DEL HISTORIADOR

Mitre e Italia

Este domingo se celebra el 201 aniversario del nacimiento del general Bartolomé Mitre, y creemos de interés evocar su relación con Italia, ya que este diario a través de sus páginas fue uno de los medios para que los inmigrantes ofrecieran sus habilidades o consiguieran trabajo al llegar al país. La mayoría de sus biógrafos fijan la llegada del primero de la familia en 1690, don Demetrio Ventura, conocido también como Ventura di Mitre, Bentura di Mitre y Ventura di Metre y algunos le dan un origen griego. En las actas parroquiales de la Merced figura como “natural de Benencia en los Reinos de España”, pero siguiendo a Miguel Ángel De Marco “habría visto la luz en Nápoles, como su paisano Gorge a quien reconoció en un documento que le debía catorce pesos, esto explicaría que hubiese figurado como “natural de los reinos de España”, ya que las Dos Sicilias formaban parte de aquellos dominios.

Lo cierto es que don Ventura, formó acá su familia con una criolla Catalina Ruiz de Ocaña, matrimonio del que nacieron siete hijos, del segundo de ellos José Francisco Javier desciende el que habría de tener una actuación más que destacada en la República.

No vamos a referirnos a la traducción de la Divina Comedia algo muy bien estudiado por destacados especialistas, sino a su relación con figuras afines a sus aficiones culturales allá y con la colectividad en nuestro país.

Entre los primeros reconocimientos que recibió por sus estudios se cuenta el de la Academia Aráldica Genealógica Italiana que el 2 de junio de 1874 lo nombro Socio Protettore. En 1882 a poco de la muerte de su esposa doña Delfina de Vedia el 6 de setiembre, se publica bajo el título Riccordi dell´assedio di Montevideo (1843-1851), del Generóle Bartolommeo Mitre su Diario del Sitio, traducido al italiano por P. Marabottiti y editado en Firenze. Dicho trabajo se había publicado ese año forma de folletín de los números 241 a 245 de la Veddeta-Gazzeta del Populo.

El 28 de octubre de 1883 la Sociedad Italiana Garibaldi de Azul, provincia de Buenos Aires y tres días después la Sociedad de Socorros Mutuos que también lleva como patrono a Garibaldi, aunque desconocemos su ubicación; lo designan Socio Honorario. Idéntica distinción le concederá el 1º de diciembre de 1884 la Sociedad “Italia” de Buenos Aires.

Por su desempeño como segundo jefe del escuadrón de Artillería en la defensa de la Plaza de Montevideo, el Círculo de Legionarios Garibaldinos de esa ciudad el 15 de noviembre de 1886 lo aclama Socio Activo Honorario y el 2 de diciembre es nombrado presidente de la Comisión pro monumento a Cristóbal Colón.

Un curioso nombramiento recibe en abril de 1887, la Sociedad Protectora de Animales de Corrientes lo nombra Socio Honorario; pero más interesante aún que la misma entidad como sede en Turín le confiere el mismo honor el 22 de mayo siguiente.

Il Circolo Legionari Garibaldini de Montevideo, lo invitó a asistir el 8 de febrero de 1890 a las fiestas en celebración del aniversario de la batalla de San Antonio, librada ese día en los galpones o tapera del “Saladero de don Venancio” cerca del arroyo San Antonio y de la ciudad de Salto. En ella Garibaldi triunfó sobre las fuerzas de Oribe que estaban bajo el mando del general Servando Gómez.

La larga nómina de reconocimientos continúa, según el meduloso trabajo de Juan Ángel Fariní con la Sociedad Italiana Giordano Bruno, de Corrientes, en junio de 1890, lo designa socio honorario. Así no pocas entidades fueron las que lo honraron en su jubileo en junio de 1901, la Societá Italiana di Mutuo Socorro Unione e Benevolenza, y la Sociedad Italiana de Mutuo Socorro “XX de Setembre”. Otras tantas o particulares le hicieron llegar sus presentes como don A. Giovanola una placa de bronce con su efigie y alegorías. Desde Génova el Club Italo-Americano, al que había visitado en su viaje a Europa en 1890; reunido en asamblea el 4 de diciembre de 1900 había colocado en su sala máxima su retrato y lo aclama socio honorario “documentado en un pergamino su reconocimiento por la protección que siempre prestó a los italianos en la República”. 

En 1891, había aparecido su traducción de El infierno del Dante en los talleres de Félix Lajouanne, poco después en la tipografía de Charles Chanerot los Juicios Críticos a su traducción y finalmente sus “Correcciones a las traducciones del Dante”.

Párrafo aparte merecen las medallas que recibió en reconocimiento o conmemorativas de las celebraciones de la colectividad italiana, que suman 108 piezas en su vida. Bueno sería en algún momento organizar una exposición de las mismas con la Embajada de Italia, ya que cabalmente demuestra el afecto y la simpatía que tenía el general no sólo en la ciudad de Buenos Aires; San José de Flores, Caballito, Villa Crespo, Barracas; sino en el interior. Mercedes, La Plata, Victoria, San Miguel, Chacabuco, San Antonio de Areco, Dolores, Balcarce, Luján, Rojas, Campana, Brandsen, Sauce Corto, Zárate, Magdalena, Tres Arroyos, Lomas de Zamora, Laprida, San Isidro, Moreno, San Andrés de Giles, Carmen de Patagones, Junín, General Pinto, San Fernando, Temperley, Olavarría, Mar del Plata, Castelli, Capitán Sarmiento, Paraná, Paraná, Concordia en Entre Ríos; Arequito, San Carlos Centro y Sunchales en Santa Fe; Leones, en Córdoba; y en las ciudades de San Juan, Corrientes, Tucumán, Mendoza.

No podemos dejar de mencionar cuando el 19 de junio de 1904 en medio del riguroso clima porteño, el general concurrió a la Plaza Italia para la inauguración del monumento a Garibaldi, donde compartió el palco con el presidente Julio A. Roca.

Vaya esta nota como ejemplo del afecto que tenían los inmigrantes italianos por Mitre, y quizás la famosa caricatura de Cao publicada en Caras y Caretas en enero de 1900, en la que dice al pie:

“Militar, escritor, gobernante,

larga serie de triunfos evoca

y por si esto no fuera bastante

nos tradujo el poema del Dante

y se puso de acuerdo con Roca”.