Siete días de política

Con la salida de Kulfas empezó la cuenta regresiva de Guzmán

El ministro de Economía tiene que mostrar rápido que controla la inflación. Si no, correrá la suerte del de Producción. La desconfianza derrumbó los bonos e hizo subir al dólar

La expulsión de Matías Kulfas por presión de Cristina Kirchner tuvo costos casi inmediatos para la economía. La bicicleta financiera de los últimos 30 meses con títulos indexados se cortó. Hubo una venta masiva que los derrumbó y una corrida hacia el dólar que aumentó bruscamente la cotización de los dólares financieros, mientras el “blue”, también conocido como dólar de los pobres, se clavó en $210.

Los inversores se deshicieron de los papeles que antes le compraban al gobierno y se pasaron a la divisa norteamericana ante la magnitud insostenible de la deuda que el Tesoro se ve forzado a refinanciar mes a mes. Pero no sólo los atemorizó la pelota de bonos y letras, sino también la endeblez política, por llamarla de alguna manera, de Alberto Fernández, que entregó a Kulfas sin pensarlo dos veces (ver Visto y Oído).

El eventual control del área económica del gabinete por parte de Cristina Kirchner y la Cámpora llevó a los compradores de títulos –como señaló un experto en el tema— a tirarse del tren antes de llegar a la estación. Esperaban retirarse de ese negocio poco antes de las PASO, pero la incertidumbre generada por la pelea entre el presidente y la vice, que va ganando por paliza esta última, los llevó a adelantar la decisión.

Ahora Guzmán, que tenía un problema con la falta de financiación externa enfrentará otro de financiación interna. El ruido político no hace más que agravar los problemas derivados de no haber cumplido con las estrategias diseñadas en el programa de estabilización que firmó con el FMI.

Otro dato del nivel de incertidumbre fue la disparada del riesgo país. Tras el canje de deuda de agosto de 2020 había quedado en mil puntos; la semana que pasó superó los dos mil.

En los memorandos de entendimiento Guzmán y el Fondo se plantearon dos ejes prioritarios. Uno, licuar el exceso de emisión y de bonos indexados;  y dos, achicar la inflación, la brecha cambiaria y el déficit. Para eso Guzmán debía usar la emisión únicamente con el objetivo de comprar reservas y pagar deuda, no emitir títulos indexados, bajar los subsidios, indexar el tipo de cambio con la inflación y aumentar la tasa de interés

El FMI consideró el viernes que habían sido cumplidas las metas impuestas para evitar el default, pero los economistas de la oposición coinciden en que no es un problema de metas, sino de políticas fijadas en los memorandos.

Un documento elaborado por técnicos del sector señala sobre esta cuestión que “en la primera mitad del año, la política económica no corrigió ninguno de los desequilibrios que se proponía corregir. La política fiscal siguió siendo expansiva, con el gasto público creciendo 15 puntos por encima de la recaudación tributaria en el primer cuatrimestre. Las tasas reales de interés, en lugar de subir, bajaron. Y, contrario a lo que se preveía, el tipo de cambio real se apreció 10% desde enero. El Tesoro sólo emite deuda indexada y el BCRA no logra acumular reservas. Sin correcciones fiscales, tarifarias, cambiarias ni monetarias, la economía siguió consumiendo dólares a granel. A pesar del “boom” exportador, en los primeros 5 meses del año, el BCRA compró apenas USD 791 millones versus USD 5.728 millones en igual período de 2021”.

Mientras este desbarajuste económico es desplazado en la agenda de los medios por las inacabables peleas entre el presidente y la vice, por las acusaciones cruzadas de corrupción, por las cartas, mensajes, réplicas y contrarréplicas, las variables macro siguen deteriorándose como la corrida del jueves puso en evidencia.

El martes se conocerá la inflación de mayo y Guzmán licitará deuda. Su futuro va a depender en buena medida de lo que ocurra ese día. La cuenta regresiva está en marcha.

Por su parte la dirigencia partidaria no contribuye ni lejanamente a reducir la incertidumbre. En la Cámara de Diputados la oposición unida derrotó al kirchnerismo con la aprobación de la boleta única.

Para oponerse a esa reforma al oficialismo no se le ocurrió mejor idea que decir que se trataba de un asunto que no le interesaba a la gente común, atenta a otras urgencias.

Lo llamativo es que mientras los diputados K repetían este argumento “ad nauseam” sus compañeros del Senado se afanaban por cambiar el Consejo de Magistratura, la Corte Suprema y hasta la ley de consulta popular, todas cuestiones institucionales con seguridad mucho menos preocupantes para las masas del conurbano que la inflación y la pobreza.

En suma, mientras la economía sigue en rumbo de colisión, el Ejecutivo está enredado en una interna paralizante, Guzmán no hace los deberes y el Congreso se ocupa de la agenda judicial de la vice o de las pulseadas entre oficialismo y oposición. Por eso las corridas no ya sorprenden a nadie. Sólo se espera la siguiente.