Con Perdón de la Palabra

Valor personal

Me parece que alguna vez he escrito sobre este tema. Pero no estoy seguro. En cualquier caso, si lo hice, de eso ya ha pasado mucho tiempo. De manera que puedo volver a tratarlo pues, seguramente, los lectores de La Prensa ya  habrán olvidado tal detalle.­

El valor personal, el coraje, no está de moda. El pacifismo lo ha desacreditado. Y, a este respecto, cabe hacer un distingo fundamental. Una cosa es ser pacífico y muy otra es ser pacifista.­

Ser una persona pacífica es ser alguien adornado de tal virtud.

Que sin duda es una virtud. Ya que la paz constituye un estado excelente, saludable. No en vano el sacerdote, cuando oficia la misa, desea a los fieles: "La paz sea con vosotros''. ­

La guerra, en oposición a la paz, configura una auténtica tragedia. Un azote para la humanidad. Y es por ello que uno de los jinetes del apocalipsis, temibles personajes, es la guerra.

Y los primeros cristianos se saludaban entre sí con la palabra pax. Que, como es fácil advertir, significa paz en latín. ­

¿Quién puede negar que la guerra sea una catástrofe? Basta repasar la historia de la humanidad para confirmarlo. Catástrofe que deja como saldo dolor, muerte, angustia, desamparo. ­

Pensemos en las consecuencias de las luchas sostenidas entre los hombres - a veces incluidas las mujeres- desde que empezó a rodar la Historia. Pensemos en el horror de las dos Guerras Mundiales. En los bombardeos atómicos de las ciudades japonesa de Hiroshima y Nagasaki. En las secuelas de la lucha que actualmente se libra en Ucrania. ­

Todo eso es cierto. Pero también es cierto que hay guerras justas y que el valor personal siempre fue una virtud que causó admiración respecto a aquel que lo ejercitó. ­

Y también es cierto que el pacifismo resulta repudiable pues, por lo general, es una cobertura de la cobardía.­

Me animo a proponer como ejemplo algunas guerras justas.­

Por ejemplo lo fueron Las Cruzadas, apuntadas a recuperar del Islam los Lugares Santos. La Guerra Civil Española, desencadenada como respuesta al terror sembrado por el gobierno de la República. Y el gran filósofo cordobés Nimio de Anquin calificó de justo nuestro intento por recuperar las Malvinas.

En fin, para concluir esta nota destacaré algo obvio, vinculado con el tema: no es lo mismo ser valiente que ser matón.­