Drogas, trauma y desvinculación
``Los tiempos en los que está el otro se han ido. El otro como misterio, como seducción, como Eros''. (Byung-Chul Han, `La expulsión de lo distinto')
Jorge fue abandonado en las puertas de un centro de menores, golpeado a los 8 años. Comenta que fue obligado por sus padres a traer dinero a la casa buscando limosnas; cuando el dinero era poco, era golpeado. Solo era un ser a `explotar', no a amar. Luego fue adoptado y amado, pero los padres se separan y ahí lo traumático vuelve, se desenchufa de la realidad (se disocia) y parte a un viaje sin destino y esperanza. Vive en plazas, usa drogas y al final, luego de ocho meses, es encontrado. Ahí lo atendemos y comienza la vuelta a la vida.
Oscar fue abandonado de chico en un instituto de minoridad y ahí comenzó la búsqueda de padres adoptivos. Así transcurre su vida. Otra vez los padres se separan. Busca al padre adoptivo con pasión y este lo rechaza. Solo el `paco' es su consuelo y vaga por distintos centros de recuperación.
La experiencia clínica nos dice que el `anticuerpo' que salva a lo humano de la barbarie es brindarles una
La existencia del niño de 0 a 6 años (momentos clave en la estructura de la afectividad, incluso de la arquitectura cerebral) se ve inundada de traumas que no pueden suturar porque el otro, como acompañante, no está o lo explota o abandona. Esto es común hoy y en el futuro será hasta un problema político por la masividad del fenómeno de abandonos y violencias hacia los niños.
Cuando un problema deja de ser de pocos para ser de muchos y masivo pasa a ser un problema político, o sea de la `polis' (la ciudad). Entonces vamos generando en masa enfermos psíquicos en donde el abandono lleva al odio e ira (hacia sí o hacia otros), como ya lo marcan los textos clásicos del psicoanálisis y la psicología de la niñez desvalida.
Las reuniones de padres con hijos en tratamiento que realizo varias veces por semana se tornan densas. Todo cambió desde hace años. En Gradiva el 62 por ciento de los pacientes tienen familiares en consumo y otros ya decididamente adictos. En la casa hay problemas porque el porro o la `línea de cocaína' forman parte del paisaje diario, y entonces las recaídas de los pacientes pueden ser más frecuentes. La droga no está solamente afuera, sino que está en la casa, `a la mano' y en la memoria adictiva (el cerebro) del paciente que desea recuperarse.
Otros padres desesperados cuentan cómo lograron también `rescatar' a sus hijas de grupos de vendedores que las utilizaban para pasar las diversas fronteras. La belleza de las chicas servía como `anzuelo' para huir de las aduanas y estas, a su vez, no podían huir de sus `carceleros', ya que las dosis las `domaba'.
Qué hacemos nosotros en esta dura tarea; parece simple, pero es un ejercicio de humanidad como lo es la de `ser oyentes' y acompañantes tiernos para volver a la vida de esta historia de traumas no suturados y manejados con odio e ira.
La constructora de civilizaciones y hacedora de culturas se llama vínculo y su destrucción caracteriza a la sociedad de la anomia (sin norma o anemia de normas); o sea, cuando las instituciones fallan o no existen para a aportar a los individuos marcos de referencia necesarios para un desarrollo saludable. La destrucción de los vínculos es la plenitud de la anomia y eso parece ser lo que vivimos.
El progreso regresivo al `homo demens' se da en daños a funciones humanizantes claves: el sistema nervioso con el deterioro frontotemporal, como desmontaje del CEO del cerebro, que son áreas claves en la empatía (alojamiento del otro).
El apego temprano con amor y la arquitectura de las redes neuronales parecen ir de la mano; a mayor desvalimiento infantil, mayor posibilidad de un ser más vulnerable.
Octavio Paz dice: ``Después de miles de años de filosofía y religión quedamos a la intemperie: la era de la técnica y del marketing nada nos puede decir sobre esto; es ausencia de filosofía, germen de la intemperie humana''. Así cobran importancia las palabras de Baudelaire: ``La esperanza solo se encuentra en la botella; la clientela del hachís (cannabis - marihuana) es la de los desesperados''.
Necesitamos `oyentes' como explica Byung-Chul Han en `La agonía del Eros'.