Eleonora Wexler analiza su interpretación de una mujer moribunda en el unipersonal "Mary para Mary"

Lecciones de una madre a su hija

La obra volvió a unirla al director Marcelo Moncarz, con quien ya había trabajado en la exitosa `La maldecida de Fedra'. ``Hablá de amor, de igualdad, de amistad; es lo que quiero decir'', asegura.

­Atravesada por el dolor, dando sus últimos suspiros, una mujer le habla a su hijita casi recién nacida; necesita aferrarse a esos segundos de vida para que su palabra sea escuchada. Por supuesto, es una ensoñación, tal vez un anhelo inconsciente, pero su voz resuena con mucha claridad. Le habla de educación, de amor, de confiar.

Esa mujer moribunda es Mary Wollstonecraft (Londres 1759-1797), una pionera del feminismo quien, encarnada con gran sensibilidad y destreza por Eleonora Wexler, aparece en escena cada martes a las 20 en el unipersonal `Mary para Mary', de Paloma Pedrero, en el teatro Picadero (Pasaje Discépolo 1857).
 

A Mary se le escapa la vida y, finalmente, muere. Esa hija, la gran receptora de su discurso, con los años se transformaría nada menos que en Mary Shelley, la autora de un libro fundamental para la historia de la literatura como es `Frankenstein'.

APRENDER A AMAR

Wexler tiene una hija, Miranda, de 18 años. Es una actriz premiada, reconocida, popular. A primera vista parece muy alejada de su personaje. Sin embargo, en diálogo con La Prensa señala que ``suscribe todo lo que dice en escena'' y que bien podría ser de ella el mensaje: ``Esta madre habla de igualdad, de amor. Dice cosas como `es mucho mejor ser engañado que no confiar nunca; creé en el ser humano', un pensamiento hermoso. Que ame sin pensar en el género, a hombres, a mujeres. `Amá y seguí aprendiendo a amar'. Es maravilloso''.

La actriz vive un momento especial en su carrera con proyectos aquí y allá. Protagoniza la serie de Flow `Ultimo primer día' y viajó recientemente a España para asistir a la ceremonia de los Premios Platino en representación de la película `Yo nena, yo princesa'. En carpeta tiene otras tres películas y una serie de las que todavía no puede revelar mucho.

-Habrá muchas notas de prensa por delante como esta por `Mary para Mary'.

-Sí, pero no me importa. Me gusta poder hablar de mi trabajo. Lo hago con pasión.

Precisamente, esa pasión se ve en el escenario del Picadero. Con su cuerpo, Wexler resulta magnética al encarnar a una mujer que a diez días de dar a luz fallece de fiebre puerperal. El texto, en principio, se presenta en escena como una suerte de conferencia magistral, con apelación al público. Mary le habla a su auditorio de igualdad de género, de Dios, de educación. Muchas de las cuestiones que enumera son derechos que fueron ya conquistados, pero hay que ubicarse en la fecha en que fueron dichas -fines del 1700-, lo que las convierte en absolutamente revolucionarias.

LO COMPLEJO

No todo fue directo en el proceso de llevar a escena el material, advierte Wexler. "Cuando lo leí por primera vez, lo sentí alejado -explica-. Después, vino la pandemia y volví a leerlo, y ahí dije sí. Es esto, es lo que quiero decir".

Se reunió entonces con el director Marcelo Moncarz, con quien ya había trabajado en `La maldecida de Fedra', su exitoso unipersonal anterior. ``Con Marcelo queríamos alejarnos de `La maldecida...'. Acá prevalece un mensaje de esperanza que la otra obra no tenía, iba por otro camino''.

-Ese era un material tal vez más lírico u onírico; acá en cierta forma se trata de una apelación bien clara. ¿Cómo lo abordaron?

-La idea era no hacerlo panfletario. Se trata de un texto bastante literario y había que buscarle la teatralidad. Empezamos por el cuerpo, pero ya en el primer ensayo nos dimos cuenta de que no era por ahí. Esta es una mujer en la que prevalece su mente por encima de todo. Y ahí empezamos a encontrarlo. Después sí volvimos al cuerpo.

-Hay algo de romper la cuarta pared. Mary le habla a los ojos a los espectadores.

-Y hay una gran respuesta. La verdad es que no me lo esperaba para nada. Ella es enfática y empática con el público. Y la gente se engancha enseguida con su discurso. Después aparece la hijita y todo va derivando hacia otro lugar.

En escena, la actriz está rodeada por una destacada escenografía diseñada por Micaela Sleigh y una iluminación igualmente bella de Daniela García Dorato. ``Hay algo de ese mundo que me rodea y me protege en el escenario -dice-. La música de Mirko Mescia también, y mucho''.

AMIGOS Y AMANTES

-En la obra, Mary le habla de muchos temas sensibles a su hijita, también de la pareja.

-Habla de la amistad y de que para que una pareja funcione tienen que ser más amigos que amantes. Que uno tiene que disfrutar de la soledad. `A tu padre le gusto porque soy libre', le dice. `Tu padre disfruta de mi pensamiento'. Yo coincido con esa forma de amor. Ese es el legado que le deja.

-Si bien Mary es una pionera del feminismo, lo que dice no suena como un ataque a los hombres, hay mucha empatía.

-Exacto. Ella también cree que los hombres son víctimas de un sistema. Lo que ella postulaba sigue siendo muy actual. Habla de la educación en la igualdad, trata de que exista un mundo más justo. Ese es el bello legado que rompe con los cánones y que logra transmitir a su hija.

Finalmente, cuando se termina la obra, el público saluda de pie a la actriz. A pesar del drama, del dolor, el clima que se respira es cálido y agradecido, con ojos conmovidos. El discurso de Mary, a más de doscientos años de su muerte, sin dudas se escuchó.