Mauricio González, protagonista de 'Mandinga'. (Foto: Stella Giordano)
'Mandinga, el diablo que vino de Africa'. Autoría: Diego Damián Martínez. Dirección: Yamil Ostrovsky. Música original: Carlos Ledrag. Vestuario: Mariana Echaide. Actor: Mauricio González. Los sábados a las 21.30 en el teatro Hasta Trilce.
"Es cosa de Mandinga", dice el dicho. La conocida leyenda popular nos cuenta que Mandinga es, ni más ni menos, que una versión criolla del Diablo. Sin embargo, en el unipersonal escrito por Diego Damián Martínez, dirigido por Yamil Ostrovsky y actuado por Mauricio González, el personaje mitológico aparece con su propia versión. Una que habla de luchas, desgarramientos y dolor.
La discriminación, vieja y llana, surge bien patente en 'Mandinga, el diablo que vino de Africa'. Allí un joven llamado Matías -interpretado por Mauricio González- cuenta las mil y una situaciones donde por su color de piel lo confunden con vendedor ambulante y no lo dejan pasar a determinados sitios en la ciudad de Buenos Aires. Eso tan real, ese personaje tan común, se ve atravesado, además, por otro plano, por un esclavo africano, interpretado por el mismo actor, que fue enrolado para luchar por la independencia del Río de la Plata. Y fue cazado en Africa.
Los momentos de este esclavo endiablado, Mandinga, tienen un registro de actuación completamente diferente -más salvaje, con movimientos ondulantes- que representan un verdadero desafío para González. Y para el espectador, claro.
En ese movimiento físico se ve la mano y las marcaciones del director Ostrovsky, reconocido coreógrafo y director de teatro físico. El acento está puesto en la corporalidad del actor; se aprecia un cambio constante de posturas, de expresiones físicas y de gestos.
PALABRAS CLAVE
En tanto, la dramaturgia creada por Diego Damián Martínez mezcla permanentemente ambos planos. Y aparece un vocabulario entre gauchesco, afro, lunfardo y rural con palabras como 'chungo', 'tongo' y 'marote'.
'Mandinga...' -ganadora del Festival Internacional de Nuevas Dramaturgias 'Teatro D10'- consigue interpelar la historia argentina y reivindicar la cultura afro de nuestro país. A la excelente actuación de González debe sumarse la bella música original de Carlos Ledrag y una iluminación que transmite climas muy inquietantes y potentes.
Calificación: Muy buena