Un drama real que pulsa las cuerdas de la emoción

El estreno de 'Tapa, tapa, tapa'.

Por Alejandro Pigman­

"Soy Ariel Levenberg, en una vida anterior fui arquitecto. Hoy actor y escritor. Siempre escribí, desde joven -prosa, poesía, muchos cuentos-, y hace unos siete años empecé a escribir teatro. Mi primera obra se llamó `Donato y su mujer'. Y con la supervisión de Leandro Airaldo, mi maestro, nació 'Tapa, tapa, tapa', mi obra número dos''.

Así, con los datos claros, Levenberg se presenta a quien quiera entrar en su mundo. Así de llana, sin sofisticaciones tal vez innecesarias, pero con mucha ternura, es 'Tapa, tapa, tapa', la propuesta que desde este domingo se verá a las 19 en el Espacio Polonia (Fitz Roy 1475).­

Levenberg, de amplia trayectoria en el teatro independiente -dirigido por Manuel Iedvabni en varias obras-, es de esos seres que encontraron en el arte teatral un canal de expresión de emociones. "Mis dos pasiones fueron siempre la escritura y la actuación. Y para allá fui sin prisa y sin pausa'', dice. Y eligió una historia basada en hechos reales para construir su nueva dramaturgia.­

"Está protagonizada por una verdadera heroína -señala-. Ana, la protagonista, es la madre de Sebas -un joven con parálisis cerebral-, con una vida dedicada a su hijo, su soledad frente al mundo y cómo pudo seguir viviendo''.­

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EQUIPO­

Para encarnarla, Levenberg recurrió a su mujer, la actriz y cantante Cristina Sallesses, quien da vida a un personaje complejo pleno de aristas. También convocó al resto del elenco -Roxana Del Greco, Daniel Toppino y Juan Carlos Antón- y a la directora Mariana Topet.­

"Me entusiasmó aún más al saber que está inspirada en una historia real y cercana a los afectos del autor -explica Topet-. En esta obra, las emociones están a flor de piel''.­

'Tapa, tapa, tapa' es el juego de Sebas, el joven que no aparece en la obra, pero está permanentemente aludido, señala la directora. ­

"Una tormenta se anuncia tanto afuera como adentro de los personajes -reseña-. La obra nos habla de encuentros y desencuentros, de la necesidad e imposibilidad de perdonar, del temor al pasado que vuelve y que pide una reparación, de la ternura y el odio, de lo inevitable y de la esperanza que reaparece con cada nuevo encuentro. Este tsunami de emociones solo se calma con el sonido de las tapitas de Sebastián, quien une a todos y resuena a través de sus voces y corazones''.­