DE PASO POR BUENOS AIRES, PAULINA FLORES HABLO DE SU PRIMERA NOVELA

El escape como construcción

La escritora chilena con más proyección internacional escribió "Isla Decepción" a partir de un hecho noticioso en torno a la pesca industrial en alta mar. Sus tres personajes están unidos por la necesidad, voluntaria o forzada, de huir.

Políticamente incorrecta, de lenguaje dócil pero conceptos subversivos, la joven escritora chilena Paulina Flores ya con su primera novela Isla Decepción se muestra tal cual es. Sin pliegos y sin esa galera de doble fondo que espera el momento justo para mostrar su verdad, nos trae una historia periférica, de huidas, corazones hoscos, presentes anodinos y futuros inciertos. Su esencia literaria no le permitió conquistarnos con un romance universal, sino directamente con una denuncia sobre la explotación imperialista oriental en alta mar. 

"Todo surgió a partir de una noticia que sacudió a Chile hace unos años -relata- cuando cuatro marineros chinos se habían arrojado al mar desde el buque en el que los tenían como prisioneros y sólo encontraron tres cadáveres. Yo me preguntaba por el cuarto cuerpo, si habría sobrevivido, si no. Por ese entonces yo quería hablar de la huida. No tenía claro por qué pero estaba como intermitente con ese tema, quería escapar porque desde siempre encontré entidad en la fuga, en la confusión. Yo me voy construyendo de esa forma, huyendo. Y esa historia que leí tenía ese potencial de la migración, del escapar no porque uno quiera sino porque es una forma inconsciente de vida". 

Isla Decepción cuenta la confluencia de tres personajes bien distintos entre sí pero con un punto en común: partieron de sus lugares de origen, algunos con más voluntad que otros, pero ahí están, con sus silencios, sus torpezas y sus necesidades. La novela transcurre en Punta Arenas, en el sur de Chile. 

"El primero que apareció en mi cabeza fue Lee, me lo imaginé enseguida. Un prisionero coreano que escapa de un barco donde lo explotan y maltratan. Después apareció Miguel, este marinero chileno que lo ayuda sin preguntarse por qué. También hay algo primitivo del ser humano, que si ve a alguien perdido en medio del mar, lo salvaría sin preguntar mucho. Y por último Marcela, la hija de Miguel, quien llega a Punta Arenas huyendo de un amor complejo y no correspondido. Fue una noche en la que se me ocurrió todo. Esas típicas noches mías de insomnio donde terminé de fijar las bases de la historia. Lo bueno fue que al otro día, al despertar, seguía siendo una muy buena idea. Por lo general, las buenas ideas de la noche, al día siguiente no son tan buenas. E inmediatamente viajé a Punta Arenas a conocer el lugar, nunca había ido -aclara-, a charlar con los lugareños, entrevistar personas, conocer los casos más de cerca y adentrarme en un mundo desconocido que era el de los marineros, los barcos orientales y la pesca". 

-¿Su editorial avaló esta osadía?

-Fui por las mías. Todo lo solventé yo. Porque también me gusta jugar a la detective. Investigar. Nunca me hubiese imaginado todo lo que tuve que leer sobre langostinos, peces, chamanismo coreano y chamanismo mapuche. Por momentos me sentí Uma Thurman en Kill Bill que tuvo que aprender todo lo que hacía su personaje. En mi caso, multiplicado por tres. Aunque con Marcela tuve algo más personal porque me di cuenta que yo también quería huir, de mi situación, de Santiago de Chile. El tema con la editorial fue una jugada también, porque no muestro mucho mientras escribo. No soy de esas escritoras que van a la par con sus editores. Muestro cuando está casi concluido. Y lo peor fue que Isla Decepción no tenía nada que ver con el libro Qué vergüenza, que me hizo reconocida, sino todo lo contrario. Habrá sido difícil de asimilar para ellos supongo. 

El estilo de escritura de Paulina Flores emula ese cine de casualidades y causalidades de Hollywood donde varios protagonistas van cruzándose en la vida del otro de forma perpendicular. A su vez, hace un culto del paisaje en 360 grados. "A mí me formó mucho como escritora el cine de Lucrecia Martel -confiesa-. Esa cosa atmosférica que tiene, que no importa tanto lo que sucede, sino su alrededor. La ciénaga y Zama me hicieron entender que el argumento no tiene por qué ser una historia, sino todo lo que envuelve a esas acciones. Describir lo que sucede pero hacer hincapié en la espacialidad, en los componentes añadidos. Y cuando terminé de escribir el libro me dio mucha angustia. Soy muy ansiosa y esos cuatro años fueron de mucho sufrimiento. Como dice Charly García en su canción "Influencia", "Qué placer esta pena".

Nacida en Santiago de Chile en 1988, esta Licenciada en Literatura Hispana con su primer libro, Que vergüenza, ganó el Premio Roberto Bolaño a Mejor Creación Literaria Joven, que la posicionó como un nuevo exponente de la cultura trasandina. Días atrás dijo presente en la Feria del Libro de Buenos Aires.

"Más allá del premio que gané con su nombre, para toda nuestra generación Bolaño es inspiración pura -señala-. No sólo por él, sino porque además su papá era camionero. Una doble motivación que nos hace dar cuenta que para ser excepcional, no tienes que venir de una familia excepcional. En Chile siempre se dio eso, con Mistral, Parra y Neruda, que venían del campo. Claro que no me comparo, en absoluto, pero es un faro".

NUEVOS PROYECTOS

Con su segundo libro, Flores se convirtió en la autora chilena con más proyección en el mundo. Traducida a ocho idiomas, entre ellos, el japonés e inglés, en la actualidad reside en Barcelona donde ya proyecta su nueva novela.

"Para escribir mi próximo libro necesito sí o sí, reconectarme con esa Paulina que miraba el mar y perdía conexión con el mundo exterior, sin pensar en objetivos. Escribir por escribir. Con este contexto del elogio, los hoteles de lujo, los viajes y la presión por superar lo realizado, temo que todo se torne un poco vacío. Igual por más que todo parezca brillar en mi vida, sé que dedicarme a la literatura es aceptar que mi corazón va a estar roto siempre. Cualquier batalla contra la felicidad la tengo perdida. Porque siento que no tendría las herramientas para escribir si soy feliz. Por eso, para no caer en una depresión absoluta y equilibrar energías, a mi escritura le agrego elementos pop, situaciones disruptivas tanto de humor como de tragedia. Ya sea escuchando a Pedro Aznar o Charly García para entrar en clima o a Bad Bunny para sentir que me voy a comer el mundo".