Un actor clásico que puede hacer reír

Fabián Vena reestrenó 'Los 39 escalones' en Buenos Aires y analiza su profesión a la luz de las plataformas. Después de presentarse en el verano en Villa Carlos Paz, llegó con una versión de la obra de Hitchcock al Picadilly, junto a Fredy Villarreal, Andrea Rincón y Bicho Gómez. "Ser profesor de teatro me retroalimenta'', asegura.

Desde que Fabián Vena comenzó a trabajar siempre sintió un amor especial por la técnica actoral. Ahora, más de tres décadas después, sabe que la vida le dio la razón: "Hoy me encuentro enseñando técnica y disfrutándola'', dice del otro lado del teléfono. A días de haber estrenado 'Los 39 escalones' en el Picadilly confiesa que lo que más le gusta de este proyecto ``es que deposita la esencia misma de la actuación en el teatro. Son cuatro actores que construyen un mundo a través del cuerpo y de la actuación, y además hay un concepto en la obra que también es muy teatral, que tiene que ver con el arte colectivo. Somos más abajo del escenario que arriba, y los que están alrededor, asistentes, operadores y demás, son tan fundamentales como los que damos la cara''.­

Dirigida por Manuel González Gil, esta versión de la obra de Alfred Hitchcock se presenta de jueves a sábados a las actuaciones de Vena junto a Fredy Villarreal, Marcos `Bicho' Gómez y Andrea Rincón.­

-¿Cuánto queda de Hitchcock en esta versión?­

-Mucho. Es impresionante en ese sentido. Sí, claramente, es una versión. El elenco está totalmente renovado, no es el elenco original que la estrenó acá con muchos años de éxito y por lo pronto, un solo personaje que se modifique con un cambio de actor o de actriz ya modifica toda la tonalidad de trabajo. Imaginate cuando hay un recambio absoluto del elenco.­

-¿Cómo es su personaje?­

-Mi personaje recorre la historia e inmediatamente se ve envuelto en una trama de intriga y espionaje internacional. A partir de ahí se va encontrando con diferentes situaciones y personajes que están a cargo de estos dos genios que tenemos en el mundo de la actuación que son el Bicho Gómez y Fredy Villarreal. Ellos hacen entre siete y ocho personajes en todo el espectáculo. Son los que vuelan atrás con los cambios, profundizan las características de cada uno de esos papeles y son los que de alguna forma invitan constantemente al humor sin que puedan ni tengan que correrse de la estructura que ya está instalada. Esa misma estructura los contiene para que nosotros podamos actuar y jugar libremente. Andrea (Rincón) cumple el rol femenino, donde también encarna dos personajes, y es la que construye conmigo la historia de amor principal.­

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TRANSICIONES­

-Usted es un actor que ha hecho muchas ficciones televisivas, ¿Cómo ve lo que está pasando con la televisión actualmente?­

-La verdad que no podría hacer un análisis de corte transversal inmediato, sobre todo porque no serviría para nada y porque no estoy analizando desde arriba lo que es la estructura televisiva. Es una época de demasiadas transiciones, hay una atrás de la otra, con fenómenos como lo que hemos vivido en la pandemia que era impensado para nuestra generación. Entonces hay un proceso de cambio contaste: a todo lo que tiene que ver con el formato de las miniseries se suman ahora fuertemente las plataformas, que incluso en un momento se habían quedado sin material porque tampoco podíamos poner el cuerpo para hacer ficciones. Sin duda estamos viviendo un período de transición. ¿Hacia dónde? No lo sé. Sí sé que las cosas lejos de modificarse van a seguir persistiendo, dándonos el resguardo de que todo lo que hacemos está vivo y tiene que ver con una historia, con un concepto de producción, con qué querés contar, con un actor y una actriz que estén siempre presentes, con un director que sepa cómo guiar. Esas áreas siempre van a estar vivas, sea en el formato que sea. ­

-¿Qué diferencias notó al trabajar para una plataforma?­

-No hay mucha diferencia que al hacer una ficción para el aire. No importa dónde salís, si al producto te lo compra El Trece o aparece en una plataforma que después te pide una segunda temporada. Hoy da la sensación de que lo que estamos viviendo de alguna forma es lo que se veía venir desde hace décadas. No hay que llegar a un lugar, hay que tener material para contar. Hay que perfeccionar el cuento, mejorar la actuación.­

-¿Pero las plataformas no les permiten a los actores trabajar más tranquilo, sin la presión del rating?­

-No, de ninguna manera. Los que deben estar más relajados son los productores, que sí están pendientes del rating, de la venta del formato o de los capítulos. A mí no puede modificarme absolutamente nada si tengo treinta personas en la platea o son 1.500. A mí no puede cambiarme la creación de un trabajo si sale por Netflix, por Flow o a las tres de la mañana por la TV Pública.­

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EL PROFESOR­

-¿Qué le aportó a su trabajo como actor su faceta como profesor de teatro?­

-Muchísimo, y es constante. Es una retroalimentación enorme, no me lo esperaba. Tampoco me esperaba dar clases y dirigir, como estoy haciendo ya hace varios años. Desde el primer momento que empecé a hacerlo me di cuenta de que estaba absolutamente destinado a eso y lo compruebo día a día. La sensación de que todo mi viaje desde el inicio con el oficio ha sido a través de un amor enorme por la técnica, y ahora la vida me da la razón. Hoy me encuentro en esos roles, enseñando técnica y disfrutándola. Y eso es muy importante para lo que es mi profesión. Desde el primer día que decidí dar clases y armar una escuela, supe que en el siguiente espectáculo que hiciera podía haber un alumno en la platea. A partir de ahí, en todos mis trabajos tengo ese ideario dando vuelta y cuando hay un alumno presente es absolutamente estimulante. Me encanta la sensación de saber que estoy brindando un servicio, enseñando un oficio, y que esa misma gente puede comprobar cómo es que funciona esa técnica.­

-Al final de los tres años de estudio usted dirige a sus alumnos, ¿Cómo es verlos sobre el escenario después de acompañarlos durante ese proceso de aprendizaje?­

-Eso es maravilloso. Es fascinante. Una de las cuestiones por las cuales sentí que no estaba tan alejado de la idea de dar clases o de dirigir creo que tiene que ver también con el recorrido personal de vida. Al tener hijos se habilita ahí también un mundo, que ya estaba expectante en mí o que lo tenía y se desarrolló en el momento de ser padre. Hay un sector de estados y sentimientos que le caben muy bien al profesor y al alumno, hay algo del acompañamiento, de la enseñanza y la paciencia. Este fin de semana estreno con ellos tres obras, siempre dentro del marco de lo que a mí me gusta que es nuestro propio teatro: 'Chau Misterix', de Mauricio Kartun; 'Justo en lo mejor de mi vida', de Alicia Muñoz, y 'La fiaca' de Ricardo Talesnik. Todas en el Poncho Club Cultural (Leopoldo Marechal 1219).­