Breves convenciones que transformaron el mundo

Signos de civilización. 

Cómo la puntuación cambió la historia
Por BŒrd Borch Michalsen
Ediciones Godot. 174 páginas

"Los signos de puntuación no son únicamente una parte importante de nuestro código idiomático, sino que se transformaron nada menos que en una de las fuerzas impulsoras en el desarrollo de toda nuestra civilización occidental", escribe BŒrd Borch Michalsen (1958) en las primeras páginas de su flamante libro.

Académico noruego, especializado en lenguaje y cultura, vicerrector en la Universidad de Tromso, con Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia, Michalsen se dio el gusto de analizar en detalle la vida y obra de esos signos organizadores que ayudan a clarificar la escritura. 

Por empezar, brinda una historia muy clara y didáctica sobre los signos y se remonta a Aristófanes de Bizancio en la Biblioteca de Alejandría, quien colocó los primeros puntos y acentos al alfabeto griego. Aristófanes comprendió que los textos escritos sin espacios -como se hacía hasta su época- podían ser difíciles de comprender y que una pausa ayudaba a descomprimir. Así creó unos puntos circulares que se colocaban en diferentes momentos para marcar importancia: la comma (coma), el colon (dos puntos) y el periode (punto). 

Por otro lado, el autor también se explaya en cómo un cambio de lugar o un signo altera el tono y transforma el significado de lo que se quiere decir. "Los signos -insiste en el texto- apoyan tu voz interna y externa con indicaciones de ritmo y entonación. Pero lo más importante de todo es su capacidad para atraer al lector de manera rápida y eficiente".

El autor posee ya una larga tradición de publicaciones sobre los vericuetos de la lengua pero éste es su primer libro traducido al castellano -a cargo de Christian Kupchik-. Michalsen define a la puntuación como una "de las cosas más espléndidas que produjo nuestra civilización" y la caracteriza como nuestro "software". En suma, se trata de una buena oportunidad de lectura para todos aquellos que aman la palabra escrita.

Alejandro Pigman