Con el fallecimiento de Horacio Aliaga Pueyrredon acaecido en su residencia de La Lucila a los 73 años, la cultura argentina y la música tradicional pierden a un silencioso e incansable trabajador.
Por la familia paterna descendía de la inmensa y prolífica rama cordobesa de Juan Andrés de Pueyrredon y Arredondo. Cultor del pasado familiar evocaba a menudo a su abuelo don Simeón Aliaga Pueyrredon, abogado, magistrado pero hombre de campo también, de ocurrentes sentencias y apreciaciones sobre la vida cotidiana, esas cosas de viejo criollo que llaman a la reflexión y que sin duda moldearon su carácter.
Horacio desde pequeño demostró su talento para la música y así la guitarra fue su fiel compañera desde entonces, ya de muchacho integró varios conjuntos primero con sus hermanos, después como solista. En
Su fama llegó a Europa, donde actuó en distintas ciudades, alguien que lo conoció y no lo olvidó, lo recordaba de este modo hace unos años:
Efectivamente Horacio había vuelto a Buenos Aires, y comenzaba a actuar en distintas peñas y espectáculos, entre ellas en
La pandemia mostró la generosidad de Horacio para con los demás y a través de su perfil Facebook, para mitigar el encierro y la soledad de los amigos, a fines de marzo del 2020 comenzó a ofrecer los domingos a las 10 de la mañana un recital. Al poco tiempo me invitó a comentar un artículo y hablar sobre temas históricos; así lo hicimos en forma permanente, sólo nos tomamos enero y febrero del 2021 y de este año; habíamos regresado hace dos semanas y el domingo próximo era la nueva presentación.
Seguro que allá estará conversando con los grandes, templando la guitarra y rescatando el folklore tradicional. Cultor de las tradiciones, orgulloso de su estirpe, de la de sus mayores, amigo inolvidable, su recuerdo permanecerá en quienes tuvieron la suerte de conocerlo y deleitarlo con su arte. Es el legado que le queda a su mujer Susi su mujer y a sus hijos y nietos, una prueba más de cuanto de bueno le es dado sembrar a los hombres en su terreno ambular.