LA GESTA Y UN SENTIMIENTO QUE CALA EN LA MEDULA DE LA ARGENTINIDAD

Malvinas: ayer, hoy y siempre

POR EMILIO GUILLERMO NANI (*)

Durante estos 40 años mucho se ha dicho y escrito. Lamentablemente, con ese contexto existe mucho de verdad, muchas inexactitudes -deliberadas, o por falta de la adecuada información- e inaceptables mentiras; destinadas al menosprecio de la gesta gloriosa, y de quienes hemos tenido el honor de haber participado en ella. Y se llegó al sistemático intento de instalación en la sociedad, de un largo proceso de "desmalvinización"; que ha derivado en una inexplicable e inaceptable indiferencia "políticamente correcta", hacia todo lo relacionado con la Causa Malvinas.

Durante casi un siglo y medio habíamos reclamado nuestra soberanía sobre los archipiélagos y nada se había logrado.

El 2 de Abril nos despertamos con el único gesto de dignidad y respeto por los intereses de la Patria de todo el siglo XX y lo que va del XXI: la alegría de haber recuperado, en forma casi incruenta, aquella porción de suelo patrio.

La "Operación Rosario" (llamada así por la Virgen Santísima) fue militarmente brillante; donde el factor sorpresa no pudo ser vulnerado, en tiempos de espionaje electrónico y de otros tipos. Argentina, en pocas horas reconquistó las islas sin el costo de sangre que se hubiera presumido.

La reacción del pueblo argentino -como siempre- fue triunfalista y casi unánime y la acción militar fue aplaudida por nueve de cada diez dirigentes políticos y sindicales, y por casi todos los medios de comunicación social. Releer los diarios de la época no hará más que corroborar lo que digo.

El entusiasmo nacional se extendió por toda Hispanoamérica. Se instrumentó el Fondo Patriótico. El festejo por el hundimiento de algún buque inglés era lo único que tapaba los gritos de alegría ante los goles de Maradona, en el Mundial de España.

Se aclamó al General Leopoldo Fortunato Galtieri, en la Plaza de Mayo y fuera de ella. La justicia de la causa Malvinas hizo olvidar a la "réproba" dictadura militar, cuya guerra contra el terrorismo también fue tácitamente aprobada por políticos, gremialistas y hombres de prensa.

REACCION PATRIOTICA

Hoy resulta difícil recordar que ese natural entusiasmo fue la muestra de un país sano y fuerte. Fue una reacción honestamente patriótica, que dejaba en segundo plano la ilegitimidad del poder. En las naciones hispanoamericanas, nuestra guerra cobró una magnitud fundacional; que nos parecía ya parte del sueño sanmartiniano.

No obstante ello, debemos tener presente que todo el sacrificio será vano en tanto y en cuanto no tomemos conciencia de que el poder de las armas se sostiene en el potencial nacional; y que una nación previamente debilitada no puede hallarse en condiciones de asumir empresas decisivas.

Todos los sectores políticos -sin distinción ideológica- aprobaron la "Causa Malvinas". Y como muy pocas veces en la historia argentina, se vio un pueblo unido, porque Malvinas es una causa convocante.

Seguramente se podrán encontrar muchas causas para esta guerra, también muchos errores, muchas miserias y muchos desaciertos. Pero lo que no podemos olvidar es que una mañana de abril, hace 40 años, se produjo un hecho que cambió nuestra historia para siempre: sacó lo mejor de nosotros y nos unió en una causa justa. 

Y si volvemos al término "desmalvinizar", hoy podemos concluir en que está emparentado en su raíz con la palabra desunir.

Me detengo a pensar, entonces, quién o qué cosa nos podrá volver a unir; o quiénes nos podrán mostrar un camino hacia el futuro que todos anhelamos para nosotros y nuestra descendencia. Veo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, donde se alientan los odios y los resentimientos; y no puedo menos que anhelar una nueva Gesta de Malvinas, no bélica. Porque el mejor camino para progresar, para avanzar y para crecer, es estar unidos.

Proceder de otra manera, y seguir promoviendo rencores y venganzas, no hará más que conculcar nuestro futuro. Para ello, claro está, debemos llevar a la práctica lo que nos manda nuestro Señor: "Amaos los unos a los otros. Así como yo los he amado, amaos también vosotros los unos a los otros. En esto todos reconocerán que vosotros sois mis discípulos: en el amor que os tengáis los unos a los otros" (Jn 13, 34-35).

"Una sociedad que vive en la indisciplina no está en condiciones de garantizar a sus integrantes el pleno goce de sus derechos y libertades. En rigor, una sociedad incapaz de preservar el orden público no es enteramente una sociedad: sino que es un conjunto inarmónico de individuos que no se sienten unidos por mínimos lazos de solidaridad y respeto recíproco".

En este párrafo me detendría un momento para excavar más profundamente en el significado de la palabra "desmalvinización". Para ello debemos determinar qué representan las Islas Malvinas para nosotros; como sentimiento que cala profundo en la médula de cada argentino.

Por esta razón es que estamos hablando de algo que sucedió hace muchos años; y que muchos querrían olvidar o, si se quiere, no recordar. Pero el peso de la verdad histórica es más importante que la mera conjetura, que surge de imaginar qué habría sucedido si las cosas hubiesen sido diferentes.
Y esto se debe a que, quienes estuvimos allí o aquellos argentinos que guardan un hondo afecto por la causa, estamos fastidiados por el silencio, el menosprecio o la simple indiferencia que se genera en los que no entienden lo que es haber sufrido las inclemencias del tiempo, la vigilia de las armas o la incertidumbre del mañana. 

Ante estas actitudes solamente habría que preguntarse si, durante los 72 días que duró la contienda, existió en nuestro país el concepto de "Nación en armas"; que es la movilización material y espiritual de la población para imponerse en un enfrentamiento bélico. Si vis pacem, para bellum ("Si quieres la paz, prepárate para la guerra) decían los antiguos latinos. Es decir: si un país quiere evitar un conflicto armado, debe estar siempre preparado para la guerra.

Y esto vale tanto para lo que sucedió en 1982, como para hoy. ¿Cómo estuvimos hace 40 años? ¿Cómo estamos hoy? Las respuestas a esas preguntas las dejo flotando para que cada una se las responda. 

ATAQUE A LA FE

Por ello debemos estar atentos y obligarnos a tener mucho cuidado, por cuanto de a poco se va tergiversando la historia. Y se busca la destrucción de valores y paradigmas, para socavar los cimientos de la Nación; que debieran sustentarse en el amor a Dios, a la Patria y a la Familia. Asistimos hoy, así, al ataque sistemático a nuestra Fe, a quienes construyeron la nacionalidad, a nuestra Religión y a los fundamentos de la familia.

Hoy vemos a los Veteranos de Guerra que, en cada Fiesta Patria, y luciendo con orgullo sus viejos y gastados uniformes de combate, pendiendo de sus pechos sus merecidas medallas, son aclamados por un pueblo que, una vez acallados los sones de las marchas militares, regresa a sus hogares para sumirse nuevamente en esa dolorosa indiferencia. Es imperioso comenzar a transitar el camino de la recuperación nacional y, para ello, primero debemos recuperar nuestra conciencia como argentinos; como hijos de una Nación fundada por la Cruz, y el Evangelio.

Por todo lo expresado, con estas palabras, quiero brindar un homenaje a todos los héroes anónimos que participaron en la Guerra; especialmente, a aquellos que han quedado como centinelas en la turba malvinense, o en las frías aguas del océano. Allí están, custodiando lo que nos pertenece; y aguardando, como creyentes, la Resurrección final. Son ellos nuestros modelos de hoy, y constituyen los nuevos hacedores de la Patria y la nacionalidad. Sí, como decía Leopoldo Marechal: "La Cruz tiene dos líneas: ¿cómo las traza un pueblo? Con la marcha fogosa de sus héroes abajo (tal es la horizontal) y la levitación de sus santos arriba (tal es la vertical de una Cruz bien lograda)."

* Teniente Coronel (R). Veterano de Guerra