TEATRO: "El hombre de acero"

Una mirada ausente, capaz de abrir interrogantes


'El hombre de acero'. Dramaturgia y dirección: Juan Francisco Dasso. Escenografía y vestuario: Cecilia Zuvialde. Iluminación: Ricardo Sica. Producción: Zoilo Garcés. Actor: Marcos Montes. En el Espacio Callejón.


 

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar un padre en pos de conseguir que su hijo lo mire? Un adolescente autista, en este caso. El progenitor que interpreta tan bien Marcos Montes en 'El hombre de acero' (sábados a las 20 en Espacio Callejón) no es cualquiera, sino uno de esos que exige, que demanda, que se victimiza, casi siempre con una sonrisa.

Tanta meticulosidad en la descripción, tanta pulcritud y rigurosidad en el decir hablan de un hombre que no se conforma con el hijo que le tocó. Por supuesto, resulta una prueba difícil -'tal vez' más que lo común- ser padre en las circunstancias descriptas, pero tantas buenas intenciones hacen sospechar. Ahí está él contándonos desde el escenario los mil y un inconvenientes que debe sortear diariamente con el chico, de nombre Neo. Incluso nos habla de los pequeños grandes triunfos conseguidos.

Tanto es el deseo de que el adolescente responda que invitó a un compañero -Dionel- para que lo haga reaccionar. A él le habla desde el escenario. Parece que el amigo ejerce en el muchacho un efecto muy beneficioso. Y el protagonista no está dispuesto a ceder ni un milímetro en su intención de que Neo `despierte'. Hizo todo por su hijo, incluso recuerda que se disfrazó de Iron Man emulando a Robert Downey Jr., con excelentes resultados iniciales -Hollywood también puede ayudar en casos así-. Es un hombre imperturbable, de acero, mas no necesariamente monstruoso.

Para lograr transmitir estas emociones, Montes cuenta con un sólido texto ganador del XII Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, escrito por Juan Francisco Dasso, quien también lo dirige. En tanto, la escenografía mínima de Cecilia Zuvialde -una isla de cocina en medio del gran espacio- también ayuda a dar vida a ese hombre dispuesto a todo -y nos habla de su pasar acomodado-.

El público se conmueve y probablemente Montes gane los premios que merece por su trabajo. Mientras sonríe y recibe las merecidas ovaciones, en el ambiente resiste algo de la ambición del protagonista, quien incomoda a pesar de su fachada de bondad.

 

Calificación: Muy buena