El rincón de los sensatos

¡Cuidado con las palomas!

El destacado politólogo germano-español Juan Linz, al estudiar los procesos de descomposición y destrucción de las democracias, llamó particularmente la atención sobre el papel que jugara en los mismos lo que denomina "oposición desleal". Entiende por ésta la que rechaza la validez de los procedimientos que legitiman al gobierno establecido y se vale de las posiciones adquiridas en el marco institucional vigente para corroerlo y, finalmente, sustituirlo por otro que encarna principios y valores diferentes.­

La Argentina, propicia siempre a la originalidad, encarna hoy por hoy, en cambio, un caso de "oficialismo desleal". En efecto, es en el seno de la coalición de gobierno donde anidan los actores políticos que se proponen, abierta o larvadamente, una sustitución de los ejes institucionales del sistema dentro del cual han accedido a las posiciones de poder que hoy detentan. Y no sólo prosperan dentro de tal coalición sino que, literalmente, la controlan. ­

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DOS CAMPOS POLITICOS­

Las elecciones generales de noviembre pasado han mostrado que en el país existen básicamente dos campos políticos: por un lado el de las fuerzas constitucionales, que, más allá de profundas diferencias en materia de políticas publicas, aceptan que el conflicto se desenvuelva dentro del marco de nuestra Constitución histórica, y, por otro, el de las fuerzas disruptivas, que están dispuestas a alterar sustancialmente dicho marco, sea en su dimensión política como económica. El primer campo abarca a JxC, los liberales y los peronistas independientes del secuestro kirchnerista; el segundo incluye al oficialismo y a la izquierda trotskista. Creemos que ésta es la línea divisoria más clara, toda vez que el combate -como ocurriese en su momento en Venezuela y Bolivia, y ahora ocurre en Chile- no puede soslayar una dimensión constituyente.­

En las semanas anteriores tanto a las PASO como a los comicios generales del 2021, algunos líderes de la oposición insistieron en que a lo que el país estaba abocado era a optar entre dos sistemas políticos y dos sistemas económicos correlativos. Coincidimos con tal diagnóstico, pero debemos confesar que -a nuestro juicio- la respuesta no ha sido contundente. Si bien en el plano exclusivo de la aritmética comicial las fuerzas constitucionales ganaron claramente, en la conducta ulterior de muchos actores ese resultado no ha sido ratificado por un comportamiento coherente con la profundidad del reto.­

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FUERZAS CONSTITUCIONALES­

Concretamente, parte del liderazgo de las fuerzas constitucionales parece no identificar a los factores disruptivos como tales, como consecuencia de lo cual insiste en afrontar al "oficialismo desleal" con meros tacticismos, como si se tratase de un partido más dentro de la competencia política propia de las democracias modernas. Y eso es jugar en una cancha inclinada negativamente, en que la plusvalía política que otorga el ejercicio del poder desnaturaliza una y otra vez las inclinaciones expresadas por la opinión pública y borra sus consecuencias en la `realtá efettuale' de que hablaba Maquiavelo. Así, las fuerzas constitucionales se desenvuelven en un marco instrumental sumamente reducido, mientras en su contra se libra una guerra híbrida pletórica de recursos ajenos al sistema político formal.­

Existe un puñado de dirigentes de la oposición que parecen cobrar conciencia creciente de este desequilibrio. Conciencia particularmente necesaria en un momento en que el "oficialismo desleal" designa como su enemigo específico a la Corte Suprema de Justicia. Muchas veces se dijo que "la Constitución de los Estados Unidos dice lo que la Corte dice que la Constitución de los Estados Unidos dice". Tal aserto, fundado en la función exegética superior que dicho Tribunal ejerce, podría ser cabalmente aplicado a la Argentina. Por eso, cuando se organizan marchas callejeras contra la Corte, y se las avala desde el Ejecutivo, puede afirmarse sin remilgos que se está marchando contra la Constitución. Nada menos que de eso se trata.­

Y, ¿cuál es el papel de las "palomas" en todo esto? Más allá de la presunta malignidad que a la especie atribuyen algunos amigos obsesivos, de lo que se trata hoy no es del ave, sino de sus heces. Lo que puede amenazarnos en el bienio que transitamos es lo que Perón llamaba los bosta de paloma.­