A veces sentimos que nuestra participación en una democracia se restringe a un acto eleccionario cada dos o cuatro años.
No está de más recordar que hay diferentes niveles de participación en la vida social y que en cierto sentido, hacerlo, no solo es un derecho, sino también nuestro deber como ciudadanos.
Es cierto que, cualquiera sea el tinte político del gobierno, unos pocos participan de las decisiones y un sector mayor, pero también restringido, puede pertenecer a los grupos asesores y consultivos sobre temas específicos. Aun así, la información: estar al tanto de lo que sucede, cuáles son las opiniones que circulan para la toma de decisiones, el diagnóstico y las alternativas, nos pertenece a todos. "El pueblo quiere saber de qué se trata" valió en 1810, tanto como hoy.
La modernidad se caracterizó por una fe absoluta en las bondades de la ciencia y la tecnología.
Mayoritariamente seguimos entendiendo a la ciencia como un conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada, que son obtenidos a través de la observación y la experimentación. Aunque sin la fe inquebrantable de antaño, la gente común confía en que el avance de la ciencia le va a procurar un futuro mejor.
Más allá de estas consideraciones y las distintas definiciones que podrían darse según la rama científica a la que nos estemos refiriendo, hay algo en común que la delimita:
LA DIVULGACIÓN DE LO CIENTÍFICO
Si bien estas reflexiones sobre la ciencia y su divulgación son válidas para diferentes temas, es verdad que algunos nos afectan en nuestra vida cotidiana, más que otros. Es probable que no necesitemos estar al tanto de los nuevos descubrimientos espaciales, pero cuando estos hallazgos afectan directamente nuestra salud, vida en comunidad y patrimonio, es un derecho y un deber estar informados. Tal es el caso de todo lo referente al Covid 19, las inoculaciones para prevenirlo, y las políticas sanitarias que se adoptan.
Desde hace meses grupos de profesionales de gran trayectoria, expertos en infectología, epidemiología, virología y otras especialidades están pidiendo un debate abierto. Llama poderosamente la atención que aún no lo hayan logrado, dado que la ciencia, normalmente avanza a partir de la contrastación y de someter a juicio sus conclusiones. La refutabilidad es uno de los pilares del conocimiento científico. Respecto de este tema, hoy, la ciencia oficial no admite duda en contrario, actúa como dogma de fe con su sistema de creyentes, "sacerdotes", "símbolos de culto" y "castigos divinos".
... Y LA DIVULGACIÓN PROPAGANDA
Gracias a Dios existen otras formas de enterarse además de la televisión, la radio y los diarios. A esta altura es muy evidente que la mayoría de los medios tradicionales responden a la corrección política y las pocas veces que hacen mención a los que se oponen a la obligatoriedad de estas vacunas y del pase, los tratan simplemente como antivacunas. De poco sirve reiterar una y otra vez que estar en contra de estas inoculaciones experimentales no es ser antivacunas.
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