Medianeras y algo más…


Señor director:

 No pasa con todas las obras, pero hay empresas constructoras que no respetan a los vecinos y construyen produciéndoles daños visibles, y otros que, aunque no salten inmediatamente a la vista, son también perjudiciales (en la estructura del edificio, en la alteración de la vida de sus habitantes, etc.).
Los problemas que causan con sus actividades son innumerables y las situaciones que crean son tan graves que ponen en evidencia un accionar que se beneficia  destruyendo al otro. Es puro negocio. Las personas afectadas sufren daños emocionales, económicos y patrimoniales, como consecuencia de los daños y perjuicios ocasionados por la construcción de un edificio nuevo. Los golpes, los taladros y los derrumbes, las grietas y fisuras -y los “disculpe las molestias”, cuando ya lo destrozaron todo- son solamente el inicio de una larga pesadilla de sufrimientos en capítulos, pesadilla que no termina cuando la Sociedad Anónima da por finalizada la construcción y se van.

Tener que vivir diariamente con la contaminación ambiental (en el barrio y en la propia casa con ambientes llenos de polvo, con un aire casi irrespirable), ver aparecer los ladrillos donde había antes una pared bien revocada y pintada, es un dolor indescriptible. También lo es sufrir el deterioro de la vivienda y demás perjuicios por las filtraciones, la entrada de agua, la humedad sobreviniente.

Convivir con una obra lindera pone a prueba los nervios de cualquiera y es un padecimiento emocional y físico devastador, sin tregua y traumático, que para vivir y sobrevivir nos lleva a muchos a buscar refugio en lo de familiares y amistades, suplicando por una solución, que tras meses de espera, nunca llega. 

¿Pero cuánto vale para nosotros el haber sufrido tanto?  Una larga lista de necesidades y de problemas que nos dejan este tipo de empresas con un modus operandi acostumbrado, que pone en evidencia el aprovechamiento sistemático para sus propios intereses y no la voluntad de reparar seriamente; pues no garantizan ni la buena ni la pronta reparación de aquellos daños que una obra no debería en modo alguno generar si afectan al vecino.

Lo que hay que hacer  es compartir estas experiencias, unirnos los damnificados, y saber que hay que exigirle al constructor, organizado como empresa, que sea efectuado un resarcimiento inmediato por los daños sufridos, para recomponer nuestras vidas. Con motivo de las profundas preocupaciones y angustias producidas por hechos que irremediablemente afectan en lo anímico. Y que alteran nuestro bienestar en el tiempo; ese tiempo que nos han hecho perder injustamente, sin ni siquiera tenernos en cuenta y valorarnos.

Annamaria Glowacz 
annamariaglowacz@yahoo.com.ar