Claves de la hispanidad­

Zacarías de Vizcarra­

­Hace unas semanas, a propósito de la obra de España en América, hemos comenzado a tratar la cuestión de la Hispanidad. Ya hemos visto el concepto en la obra de Miguel de Unamuno (29/11/2021), ahora ampliemos con una aproximación en la obra de don Zacarías de Vizcarra (1879-1963).­

Antes de ocuparnos directamente del tema, conviene recordar algunos datos relevantes de la vida del sacerdote español. Habiendo nacido el 4 de noviembre de 1879, el joven estudiante se formó en el entonces Seminario Pontificio de Comillas -con el correr de los años, se convirtió en Universidad-. Fue ordenado sacerdote el 31 de marzo de 1906. El P. Zacarías de Vizcarra tuvo una relación especial con la Argentina. Llegó a nuestro país en 1912 como capellán de la familia Pereyra Iraola. Su actividad académica y apostólica estuvo vinculada a los fundacionales Cursos de Cultura Católica y a la Revista Criterio. Fue el fundador de la Escuela de Periodismo del Instituto Grafotécnico. Una vez de regreso a España, colaboró con la Acción Católica en España y fue nombrado obispo auxiliar de Toledo.­

Entre otras publicaciones, el P. Zacarías de Vizcarra escribió `La vocación de América'. En nuestro país, fue editado en 1933 por la Librería de A. García Santos y por Gladius en 1995. El 23 de junio de 1933 el Episcopado Argentino firmó la resolución colectiva mediante la cual se podía celebrar la Misa votiva solemne de la Santa Cruz en la Fiesta del 12 de octubre, completando, de este modo, la celebración civil de la misma fecha. En `La vocación de América', el sacerdote español se propuso "ofrecer a los lectores un sencillo comentario" de la resolución adoptada "para que más fácilmente se den cuenta de la finalidad y carácter de la nueva fiesta litúrgica".­

Conviene recordar, como lo hace el mismo P. Zacarías de Vizcarra, que la iniciativa del Episcopado Argentino "en el orden religioso, completa la obra comenzada, en esta misma República (Argentina), por el Gobierno Nacional, el 4 de octubre de 1917, cuando estableció la fiesta cívica del 12 de octubre"

Eran tiempos de la primera presidencia del don Hipólito Yrigoyen. Según el P. Zacarías de Vizcarra en "Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad" (El Español, 7 de octubre de 1944), el concepto de la Hispanidad "no incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias poco agradables entre los diversos elementos que integran a las naciones hispánicas. Es un nombre de `familia', de una gran familia de veinte naciones hermanas, que constituyen una `unidad' superior a la sangre, al color y a la raza de la misma manera que la `Cristiandad' expresa la unidad de la familia cristiana, formada por hombres y naciones de todas las razas, y la `Humanidad' abarca sin distinción a todos los hombres de todas las razas, como miembros de una sola familia humana. Es una denominación que a todos honra y a nadie humilla".­

Afirmaba entonces -1944, casi al final de la Segunda Guerra Mundial-, que la Hispanidad Católica "tiene que prepararse para su futura misión de abnegada nodriza y caritativa samaritana de los infelices de todas las razas que se arrojarán a sus brazos generosos. La Providencia le depara a corto plazo enormes posibilidades para extender en gran escala su acción evangelizadora a todos los pueblos del orbe, poniendo una vez más a prueba su vocación católica y su misión histórica de brazo derecho de la Cristiandad. Por eso es necesario estrechar cada vez más los lazos de hermandad y colaboración entre­ los grupos más selectos de la Hispanidad Católica, prescindiendo de razas y colores mudables, para afianzar más las esencias inmutables del espíritu hispánico"

Pareciera cosa de lunáticos o de "fundamentalistas" sonrientes o gruñones seguir afirmando la existencia y la vigencia de la Hispanidad Católica en nuestros días cuando el orden político internacional pareciera dirigirse hacia un nuevo ensayo de orden mundial pero en sentido contrario, es decir, anticristiano. Todavía más si se tiene en cuenta que la Cristiandad en general y, en particular, la Hispanidad como una de sus concreciones, contempla y valora la pluralidad de naciones animadas por el mismo espíritu o "sello de familia"

Con el realismo propio de los sonrientes y no de los gruñones, es necesario reconocer que no vivimos en un mundo cristiano. A primera vista, y sin dejar de resultar una prueba a modo de tribulación, no pareciera haber futuro para el restablecimiento de un orden social según el derecho natural y cristiano. Con todo, como somos sonrientes y no gruñones, seguimos esperando y obrando todo el bien que se puede en las circunstancias actuales. Y allí es donde la Hispanidad, con toda la experiencia histórica como soporte, puede mostrar el camino.­