EL LATIDO DE LA CULTURA

Como aros que se agrandan en el agua: Eugenio Mandrini (1936-2021)

El lunes pasado falleció a sus ochenta y cinco años el poeta y narrador Eugenio Mandrini. Fueron muy pocos los medios en los que la noticia hizo eco.

“En el conventillo donde vivíamos éramos cinco: mis padres, mi hermano, los libros y yo”, solía repetir, dando cuenta de su temprana convivencia con la literatura. Había nacido en Buenos Aires, hijo de un padre albañil de obra que lo primero que hacía al despertarse a las cinco de la mañana era levantar a su hijo.  “‘Rubio, a leer’, me decía”.  

A lo largo de su vida, trabajó como guionista de historietas, ejerció el periodismo y cultivó la poesía y el cuento, explorando este último género a través de una de sus variantes más originales y singulares: el microrrelato. Publicó los libros de ficción Criaturas en los bosques de papel, Las otras criaturas, y La vida repentina. Sus poemarios son Campo de apariciones, Párpados para el ojo que sale de mí y Con voz de perro lunar. En 2008, fue ganador por unanimidad del Premio de Poesía Olga Orozco con su libro Conejos en la nieve. En esa oportunidad, el galardón contó con un jurado compuesto por el poeta español Francisco Gamoneda, el argentino Juan Gelman, el chileno Gonzalo Rojas —los tres, ganadores del Premio Cervantes— y Jorge Boccanera. El mismo año se hizo acreedor del Premio Municipal de Poesía. A ese volumen pertenece, por ejemplo, el poema “Los peces más lejanos”, que dice:

“Antes me intrigaba saber por qué, sentados en la orilla del día, los que venían a pescar permanecían allí, de espaldas a lo que se supone que es el mundo, y entregados al olvido del tiempo. /Ahora que soy uno de ellos, lo sé. / Estamos aquí desde que aprendimos que estas aguas son menos turbulentas que las del espejo, aquel otro río donde alguna vez echamos todos los anzuelos y recogimos sólo viejas confesiones, estallidos apagados, tierra conclusa. / Estamos aquí desde que llegamos deseosos de partir, y no nos atrevimos. Traíamos la meta de alcanzar a los peces más lejanos, aquéllos que serán los últimos en morir, y todavía no nos atrevimos. / Tal vez lo hagamos cuando eso, a nuestras espaldas, que se supone que es el mundo, deje de cortejarnos con sus luces, que entre derrumbes, aún titilan. / Los peces más lejanos, como es su costumbre, aguardarán, multiplicados.”

Mandrini fue, además, Académico Titular de la Academia Nacional del Tango y llevó adelante una importante labor de revalorización de la poética de la letrística del tango. En ese contexto, en 2005 publicó la antología Los poetas del tango, que recopila letras de autores como Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Celedonio Flores y Homero Expósito, entre tantos otros. 

“Si me preguntan qué es la poesía, digo que es un estado de ceguera desde el cual se ven otras luces, incluso otras sombras. Si me preguntan qué es la microficción, digo que es un rayo de luz en un sótano o más bien el escorpión que viene a morderme la camisa.”, declaró en una entrevista.Su amigo, el poeta Santiago Espel, fue también compañero del grupo “La Sociedad de los poetas vivos”, que integraban junto a Carlos Carbone, Hugo Toscadaray y Carlos Levy. “Siento una grandísima tristeza. Son muchos recuerdos, mucha vida y poesía. Queda lo mejor, sus poemas, como aros en el agua, agrandándose”, ha dicho Espel.