El rincón del historiador

M. Necochea, el valor hecho soldado

Hace pocos días participaba de un encuentro virtual con el periodista Ricardo Basualdo y Guillermo Schueneman, delegado municipal en la localidad de Juan N. Fernández, cuando recordamos que esa localidad integra el partido de Necochea. Ello nos trajo a la memoria la figura de don Mariano el ilustre militar de las campañas sanmartinianas poco recordado y que es el único héroe de la Independencia que espera su repatriación como fue el caso de Arenales, Las Heras, y O'Brien.

Mariano Pascual Necochea nació en Buenos Aires el 7 de setiembre de 1792, tercero de los seis hijos del hogar del acaudalado comerciante vasco Casimiro Francisco de Necochea y de la porteña Mercedes de Saraza; propietarios de un famoso Belén con cientos de figuras que instalaba en su casa porteña cerca de la Navidad y que era la atracción de grandes y chicos. Después de sus estudios elementales fue enviado hacia 1803 a Sevilla para conocer los rudimentos del comercio, regresó en 1809 y se dedicó a las actividades mercantiles en el comercio familiar, pero no con su padre como se ha afirmado, ya que éste había fallecido en 1803. Para esto su madre había casado en 1805 con José María del Pino, hijo del virrey con el que al tiempo de la vuelta de Mariano había tenido dos hijos.

Ingresó a la carrera militar en 1812 en esa escuela de héroes que fue el Regimiento de Granaderos a Caballo. Hizo su bautismo de fuego en San Lorenzo con el grado de teniente, donde por las heridas de San Martín que le impedían escribir, fue el amanuense que escribió el parte de ese histórico combate; marchó después al Alto Perú, donde a las órdenes de Rondeau sirvió en el Tejar, Venta y Media y Sipe Sipe. Fue en El Tejar cuando viéndose cercado con su patrulla en un corral de piedra, salta sobre un caballo a pelo y a sablazos consigue abrirse paso entre las filas realistas, así su nombre comienza a correr de boca en boca, porque fue el único que logró escapar en ese entrevero, sin ser muerto o prisionero.

Pasó luego a Mendoza, donde se organizaba el Ejército de los Andes. Se batió en Chacabuco como jefe de la escolta de San Martín quien en el parte escribió: ``El comandante Necochea con su cuarto escuadrón y mi escolta cayó por la derecha y les hizo un estrago terrible''. Después intervino en casi todas las batallas de la emancipación, en Chile, Perú y Ecuador, tanto lo consideraba el Libertador que cuando las capitales fueron liberadas fue don Mariano quien encabezó la entrada de las tropas a Santiago y a Lima la ciudad de los reyes.

Vaya este comentario sobre un tema personal Necochea había conocido en el Alto Perú, cuando marchó con el ejército a María Dolores Puente con la que casó por poder en Potosí, el matrimonio tuvo una hija Benjamina que posiblemente nació en Santa Fe, cuando estaba destinado en 1815-1816 en esa ciudad. Al partir a Mendoza para incorporarse al ejército de los Andes, la madre y la niña quedaron probablemente en la casa de su hermano Eugenio en Buenos Aires.

En la batalla de Junín fue herido catorce veces, y fue sacado por sus camaradas en una camilla improvisada con cueros; Simón Bolívar afirmó: ``Necochea se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica. Su valor me enorgullece; lo recomiendo a la admiración de América''.

Trasladado a Tarma, para salvarlo era necesario succionarle sus heridas repugnante operación para la que se ofreció una mujer Josefa Sagra Morgado, quien según apunta su biógrafo el general Gustavo Martínez Zuviría ``solícita y abnegada lo acompañará hasta el final de sus días'', con la que casó después de la muerte de su primera mujer en 1829, una tradición afirma que estando con ella en Chile y observando la pena del militar por ``no tener a su lado a su hija Benjamina, Josefa cruzó la cordillera, la raptó y volvieron juntas a Chile'', pero comprendiendo que debía estar con la madre, don Mariano la devolvió.

 

EGOCENTRISMO BOLIVARIANO

 

Las políticas erráticas que el terrible egocentrismo de Bolívar, un ``monarca que se hacía llamar presidente vitalicio'', echaron a los militares argentinos y chilenos del Perú. Necochea profundamente resentido devolvió las condecoraciones recibidas y dijo: ``Del Perú, sólo quiero llevarme las heridas''.

Volvió a su tierra cuando la guerra con el Brasil, pero regresó en 1828 a Chile porque no estaba de acuerdo con la conspiración de Lavalle y sus viejos camaradas, y prefirió el camino del expatriado a ser delator. En Chile supo que gobernaba en el Perú su viejo amigo el general La Mar, y allá marchó donde fue recibido con el afecto y simpatía que despertaba su figura. El gobierno del Perú lo ascendió a Gran Mariscal y fue nombrado director de la Casa de la Moneda.

Se reencontró con su hija en 1843 en Lima ya casada con Jorge R. Haymes, y vivía en un amplio caserón en Miraflores, una villa cercana a la capital. Allí el 5 de abril de 1849 pidió al coronel Ros, único amigo que lo acompañaba que le acercaran el lecho a la ventana para ver la puesta del sol sobre el Pacífico. Cuando este se puso, los ojos de ese hombre de 56 años se habían cerrado para siempre.

Sus exequias al día siguiente fueron seguidas por una gran cantidad de gente, los paisanos se incorporaban al cortejo que marchaba a la ciudad, donde en la iglesia de San Francisco se rezó la misa de cuerpo presente; mientras los clarines y tambores tocaban fúnebres sones. Tiempo después se construyó un magnífico mausoleo por suscripción nacional con su busto que es coronado de laureles por un ángel se erigía en su memoria; en el que en 1890 la legación argentina encabezada por Martín García Merou descubrió una placa reordatoria.

En el centenario de su muerte el presidente Perón solicitó al gobierno del Perú la repatriación de los restos de Necochea, la respuesta fue había vivido allí más años que en su tierra y que se había transformado en ciudadano de ese país por propia voluntad, por lo que no aceptaba el traslado.

En este año del bicentenario de la Independencia del Perú, y es un lazo más de esa hermandad que como reza la placa en su tumba ``en esta su Patria adoptiva, recordando con gratitud, pasará su nombre a la posteridad''. Hace un siglo descansa en el Panteón de los Héroes, junto con las glorias de su patria, en la cripta de la antigua iglesia del Real Colegio de San Carlos de Lima.

Cuando Sarmiento conoció la noticia de la muerte de Necochea se encontraba en Santiago de Chile y escribió: ``Sus méritos son tan grandes que solo San Martín y Bolívar pudieron ser superiores en el campo de batalla, los laureles que dan sombra a su rumba son los de Chacabuco y Junín''.

Cercanos a la temporada estival, que por razones sanitarias aparentemente va a resultar un éxito en nuestras playas y otros lugares turísticos, esa conversación con las personas que comentamos al comienzo, fue el disparador de esta nota porque cuantos de quienes disfrutan de ese balneario saben quién fue realmente el hombre cuyo apellido evoca sin aclaración alguna desde 1865 cuando el gobernador Mariano Saavedra creo el partido y poco después su ciudad cabecera.