Gracias a la facilidad de comunicación que nos brinda Internet, suelo relacionarme con amigos, digamos,
Uno de ellos es Antti, un joven finlandés: sin tener título académico que lo habilite a ejercer la docencia universitaria en alguna rama del hispanismo, ha aprendido voluntariamente nuestro idioma, ha leído no pocas obras de literatura en español y, además, con perseverancia típica de un país donde impera el frío, ha realizado algunas incursiones en la no tan sencilla poesía gauchesca.
Este entusiasmo y tal contracción al estudio no lo libran de alguna comprensible candidez, que suele despertar su asombro al encontrarse con ciertas presuntas
Copio, sin la mínima modificación, la parte pertinente de una de sus consultas:
DOS FILOLOGOS
Por si acaso, consultemos a dos autorizadísimos filólogos gauchescos:
APARICIONES
Apariciones de "vigüela'' y de "guitarra'' (o "guitarrero'') en
al compás de la vigüela (1-2).
Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman (55-56).
Habia sido el guitarrero
un gaucho duro de boca (1945-1946).
y de un tajo a la guitarra
tuitas las cuerdas corté (1973-1974).
-Ruempo -dijo- la guitarra,
pa no volverla a templar (2275-2276).
Apariciones de "vigüela'' y de "guitarra'' (o "guitarrero'') en
imploro a la alma de un sabio (15-16).
y si al sentir la guitarra
de mi sueño me dispierto (11-12).
Triste suena mi guitarra
y el asunto lo requiere (163-164).
Y el que anda sin direción
es guitarra sin clavija (1735-1736).
tomó al punto la guitarra,
la gente se puso atenta (2938-2939).
La echaba de guitarrero
y hasta de concertador (3277-3278).
Tomó Fierro la guitarra,
pues siempre se halla dispuesto (II, 3913-3914).
Yo no soy, señores míos,
sinó un pobre guitarrero (3977-3978).
CONCLUSION
Como puede apreciarse, Hernández utilizó once veces "guitarra/guitarrero'' y solamente dos "vigüela'', lo que indica que consideraba este término como sinónimo de aquél, y no a la inversa; tampoco empleó, referido al ejecutante, el vocablo "vigüelero'' (suponiendo que tal palabra se hubiera usado alguna vez). (1)
En suma, le recomendé al hiperbóreo Antti que se librase de tales tribulaciones
De todas maneras, debemos celebrar que, a pesar de que Martín Fierro hubiera roto su guitarra (I, 2275-2276), años más tarde se encuentre arrepentido de tal arrebato y, por lo tanto, dispuesto a regalarnos con las bellezas que se extienden hasta el final de
por no volverme a tentar,
tengo tanto que contar
y cosas de tal calibre,
que Dios quiera que se libre
el que me enseñó a templar.