Medicina, mentiras y espejos
La mayoría de las personas mueren
por el remedio y no por la enfermedad.
Jean Baptiste Poquelin (Molière)
En estos días una publicación anuncia en tapa: "Las mentiras de la medicina MÁS peligrosas", interpelando de manera directa un tema constitutivo del arte de curar y es el de la ética y la medicina. Lo hace dando por cierto un enunciado que da por válida una opción que me hizo recordar a Moliere y es que "la medicina", los médicos, en realidad mienten. Implícitamente indica que es tan frecuente (esa mentira) que, quizás en función de la extensión de las mismas, se abordaran "solo" las más peligrosas.
La palabra mentira de la raíz men, viene del latín mentiri, urdir un engaño con la mente vinculando esto a todo lo relacionado con operaciones o estados del pensamiento o del psiquismo. Mentir es esencialmente una operación que forma parte de las posibilidades de la producción mental y por ende de nuestra vida. Decir algo que no es verdad, conociéndola o no, puede ser considerada una mentira.
Jean Poquelin tenía una larga historia de frustraciones con la medicina y de allí su obsesión sobre el tema. Así dejó diversos aportes a la medicina como por ejemplo reflexiones sobre la hipocondría, que habría él mismo padecido, o cuestiones sobre la ética médica. Su propio camino en relación a sus enfermedades, entre ellas la tuberculosis, se expresa en "El misántropo", "El enfermo imaginario", o "El médico a palos". Moliere vivió una época, siglo XVII, en que la medicina prácticamente no existía como corpus orgánico y poco podría compararse con la época actual, eso no impide que abordara magistralmente temas de absoluta actualidad que permiten entender los dilemas del hombre frente a sus enfermedades y la relación con aquellos de quienes espera ayuda y de alguna manera consuelo.
La portada, que podría dar lugar a muchos comentarios por sus subtítulos e imagen elegida, lleva el sello de aquello que casualmente proyecta y denuncia. La imagen ya muestra a un médico con la máscara de quienes son señalados como antisistema, anticientíficos que presumiblemente son los que aparte nos mienten, que no son ni más ni menos que los médicos, la medicina. La verdad es una y aquello por fuera de ésta es terrorismo.
El tema es de crucial actualidad en épocas de pandemia, en la cual la información en medicina ha sido extremadamente confusa y contradictoria, y en particular salió de sus espacios propios para instalar la confirmación científica por fuera de la ciencia, en los medios. Estos pasaron de informar a establecerse como portadores de la verdad, siendo otra opinión necesariamente anticientífica, una mentira. La consecuencia de esto ha sido algo que puede no tener retorno y repetir algo que ya ocurrió con otros pilares sobre los cuales se espera sostén y entraran en el descredito, como la política, justicia, seguridad, iglesias y últimamente los medios. Quizás llegó la hora en que quizás el último de los bastiones en los cuales podemos creer y confiar, la medicina, está cayendo rápidamente en descrédito gracias a la divulgación salvaje y en muchos casos direccionada hacia fines ajenos al bienestar y que generan inevitablemente dudas. Así, una nueva retórica suplantó al saber médico y sus métodos, por la opinión validada por la presencia mediática. El real saber y el pensamiento científico fueron suplantados por la repetición tautológica, que se confirma por sí misma. Allí, otra vez viene a la memoria Moliere y la repetición como demostración del saber. Así la verdad es un discurso específico y mentira lo que no es ésta. La verdad y pensamientos únicos fueron sostenidos como falacia de autoridad por títulos que, existentes o no, eludían la comprobación y la duda inherente al saber científico.
El inconveniente es que esto no es nuevo, para quienes recuerdan la historia representa un "deja vu" de toda época totalitaria en la que la verdad se instala y exhibe como arma y como vehículo de control social.
En la portada se cuestionan muy significativamente los estudios preventivos en una época en que la gente ha dejado de realizarlos con consecuencias en algunos casos mortales y al control de los factores de riesgo inevitablemente descuidados. Para continuar con la campaña del terror y apoyar estas dudas, se afirma sin necesidad de ninguna comprobación, ya que con enunciarlo en los medios queda validado, por ejemplo, que mueren más personas por mala praxis que por cáncer. Quizás recordemos el caso de Solange que sí murió de cáncer y no pudo ser vista por su padre y de tantos otros pacientes que no tuvieron controles gracias a estos intereses superiores.
La mala praxis tiene un aspecto civil que es el reclamo y uno penal que es el castigo. Quizás acertadamente la publicación hablaba de mala praxis, la portada parece serlo.