POR MIGUEL DE LORENZO
Como si no alcanzara con la espesura vulgar y ruidosa de este tiempo, común a todos los hombres, los católicos descubrimos, no sin estupor cómo se multiplican los llamados reformadores de la Iglesia.
Desde la década del 60, tal vez desde antes, en un crescendo que alcanza en el presente la fuerza de la tempestad, es difícil no acreditar la gradual desacralización de la Iglesia. Cristo interesa poco, la verdad nada, la Iglesia opina en términos sociológicos, y de reforma, va en salida, es sinodal, a la escucha del pueblo de Dios. La historia en su vértigo arrollador, ahora es la suprema instancia, aún para la Iglesia, y es la que indica el camino, en lugar del Evangelio.
Los pobres -menos en el sentido Evangélico, que en el económico- centran el relato en el
Así vamos entendiendo la presencia cada vez intensa al lado del Papa, de extraños protagonistas Pérsico, Valdez, Barrios, Vera, Pique, Zaffaroni, Riccardi, Moreno, Grabois, etc., etc., los cobija la amplia carpa del Nuevo Orden Mundial en algunas de sus incontables formas, digamos, populista, marxista, guevarista, revolucionario, peronista, ateo, chavista, castrista., y hasta masón, etc.
Hoy como figura estrella presentan a Grabois, impulsor de un marxismo de arrabal, un hablador que cultiva por igual usurpaciones y violencia, y planes por supuesto, se presenta como amigo del Papa, y en esto no miente, porque el personaje no solo es miembro de la Academia Vaticana de Ciencias Sociales, sino que ahora fue designado en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, o sea, sería difícil pedirle a Francisco un apoyo más explícito. Sostenido a través de esos, entre muchos privilegios, resulta imposible negar que algo, o mucho, los conecte, y que lo que dice y hace, nos guste o no, de algún modo representa la opinión de Roma.
Grabois: "El concepto humanismo contiene en su etimología la pertenencia e interdependencia a la tierra, humus... Mientras que el carácter revolucionario consiste en cambiar el eje de rotación del sistema-mundo para revertir la crisis eco-social... La conjunción de los conceptos revolución y humanista es consistente con la tradición cristiana y la doctrina de Francisco que nos ha dicho `nuestra fe es revolucionaria'''.
En eso radica la dialéctica del humanismo marxista -de Grabois- que hace de la libertad un absoluto, y rechaza inscribirla en un destino trascendente, igualando las diversas realidades, homogenizando la vida, igualando todo, dando forma a un mundo sin distinciones, ni verdad revelada.
TODO LO MATERIAL
Hablando de aperturas y salidas, de discernimiento, del sínodo de la sinodalidad, de nube abierta, de cambio climático, de periferias, de la madre tierra, o sea de esta suerte de desintegración de la Iglesia, detrás de un lenguaje abstruso que no es sino ficción, van en busca de un extraño sincretismo babélico, en reemplazo de la verdad, cómo no recordar al enorme Dostoievski: