Modelo y tradiciones

Una argentina cerca del Nobel en educación

Ana María Stelman es una maestra de La Plata que fue elegida entre la diez mejores docentes del mundo por el "Global Teacher Prize". En diálogo con La Prensa resaltó que: "En la Argentina hay que empezar a mirarnos a los ojos y ayudarnos''.

"Creo que tiene que ser más visible lo que desarrollan los maestros y los profesionales de la educación porque siempre se le da más espacio a lo que está mal hecho. Tendríamos que empezar a mirarnos todos de una manera más amigable y tratar de resaltar lo que se está haciendo bien, que es mucho, porque eso es motivador y es un puente para los que están dudando si siguen o no haciendo las cosas de forma correcta'', resaltó a La Prensa Ana María Stelman, una docente de primaria del barrio Hipodromo en La Plata, que acaba de ser elegida entre los 10 finalistas al Global Teacher Prize 2021 de Fundación Varkey, en colaboración con la UNESCO, un premio que recibe más de 8.000 postulaciones de 121 países de todo el mundo.­

Desde 1986 Ana María dicta sus clases siempre generando nuevas estrategias para que sus alumnos despierten su curiosidad natural y la apliquen en la búsqueda de respuestas a sus interrogantes en el área de las ciencias naturales. Actualmente da clases en tercer grado a niñas y niños de una zona muy vulnerable.­

Para conocer su visión sobre las dificultades que hoy tienen los maestros para despertar el interés de los más chicos y cómo se pueden aplicar la innovación en la clase, La Prensa dialogó con la finalista argentina del concurso internacional.­

 

-¿Siempre tuviste la inquietud de crear nuevas estrategias de enseñanza y no quedarte sólo en la clase?­

-Si, siempre traté de generar nuevas formas de enseñar y de aprender que fueron surgiendo de mi experiencia. Siempre partiendo de una inquietud, una necesidad o una idea que surgía en el salón de clase y terminaba haciendo proyectos qué eran mucho más grandes y tenían mucho más alcance, pero siempre partiendo del aula.­

-¿Tuviste algún obstáculo para implementar tus proyectos?­

-Yo no sé si fue suerte, pero nunca tuve ese problema. Creo que siempre me acompañaron mis directores y mis compañeras para poder llevar adelante un proyecto, nunca me limitaron en ese sentido. A veces lo que limita para hacer algo es la parte burocrática, pero se puede resolver y más que limitar la entorpece, la enlentece.­

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TRABAJO COLABORATIVO­

-Mucho de tus estrategias se fundan en el trabajo colaborativo, ¿cómo surgió trabajar así?­

-Fue partiendo de inquietudes que surgieron dentro del aula. Una anécdota sobre esto es que el papá de un alumno se fue a trabajar a la Base Orcadas en la Antártida. Eso me brindó un nexo con la base y, de la inquietud del niño de poder comunicarse con su papá, surgieron un montón de proyectos que nos hicieron trabajar todo el año con ellos. Así, los llamábamos y les preguntábamos cómo estaban; qué estaban haciendo; o que iban a comer. Terminamos haciendo una videollamada donde ellos pudieron contar todo lo que hacían en la base y mis alumnos pudieron preguntar todo lo que querían saber. Lograron aprender el concepto de soberanía de una manera más que buena porque comprendieron que había argentinos que estaban cuidando nuestra soberanía y fue fantástico.­

Otro proyecto colaborativo sobre astronomía, que surgió en pandemia, fue el que hicimos con una profesora de Jujuy. Durante este período lo realizamos desde nuestras casas e incorporamos a un maestro que está en Mendoza, en la frontera, y a un profesor de Ushuaia. Así, los chicos desde su casa con dispositivos muy sencillos pudieron observar en qué momento se realizaba el mediodía solar en cada una de las regiones y con eso dimensionar el largo y el ancho de nuestro país continental.­

-¿En vez de quedarte con un papel y un lápiz pudieron estudiar las dimensiones de una forma más práctica?­

-Sí, la idea es que ellos puedan trabajar de otra manera y que se animen a preguntar. Por ejemplo, en la Antártida muchos meses son de noche y otros son de día. En vez de hacerlo todo teórico, la gente de la base se enganchó mucho en el proyecto y tenían una cámara que conectaron a un dispositivo que iba siguiendo al sol. Así que tuvieron la oportunidad de observar como el sol nunca se escondía en el horizonte hasta que en un momento finalmente se hizo completamente de noche. Con todo ese material de meses hicieron después un documental y son aprendizajes y herramientas que les quedan para siempre.­

-¿Cómo reaccionan los chicos ante tus propuestas?­

-Al principio, cuando recién me conocen, se quedan un poco asombrados porque no entienden lo que sucede e interpretan que yo estoy perdiendo el tiempo o que estoy jugando demasiado. Eventualmente, ese temor o desconfianza se pierde y no sé en qué momento se hace el clic, pero se genera un ambiente de intercambio y de aprendizaje que es muy enriquecedor y es muy gratificante para ellos y para mí.­

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INICIATIVA­

-¿Cuándo comenzaste a dictar clases te especializaste en un área determinada?­

-Cuando estudié magisterio en la década del 80 no había mucha gente trabajando en educación ambiental. Yo me sentía como una astronauta en la edad media hablando del tema. No existía la carrera, pero me fui capacitando en lo que consideré que necesitaba para poder enseñar esos contenidos y estudié saneamiento ambiental y cursos en la facultad de ciencias de la educación los tres primeros años, en que dan la parte de pedagogía y la didáctica de las distintas áreas educativas. Por suerte, ahora la carrera de educación ambiental existe. Pero dado mi interés siempre pido en la escuela que voy a trabajar poder hacerlo en el área de las ciencias naturales para desarrollar las prácticas de lenguaje apoyándome en los contenidos del área.­

A mí no me gustan que los chicos memoricen contenidos, sino que entiendan cómo buscar la información y las respuestas a sus interrogantes. Voy más a las herramientas que a los contenidos. Me interesa que vean otras realidades, qué perciban qué se puede hacer, lo que el mundo les ofrece y eso surge en el aula. Un ejemplo de esto es que estamos trabajando meteorología y los fenómenos climáticos. Entonces, vino un meteorólogo a una clase y los chicos de tercer grado, que tienen ocho años, le preguntaron dónde estudió, cuánto tiempo tardó y cómo hacía para saber si va a llover o no. Después el meteorólogo los invitó a la facultad para que la vieran, conocieran la biblioteca, los instrumentales que se usan y las estaciones meteorológicas que hay allí. Luego para la clase cada uno hizo su instrumental con material reciclado, pero con la visión de lo que es el equipo real. Ese mismo contenido tiene un montón de aristas de lo trabajado que va más allá de lo específico y justo se aprende en esa edad que es cuando más curioso están.­

-Muchas veces se habla de cómo la escuela les neutraliza esa curiosidad, ¿qué percibís sobre esto?­

-Seguro, es un espacio ideal para que desarrollen esa curiosidad natural que tienen. Justo estaba hablando de eso el otro día con gente de secundaria, en que la articulación se hace en sexto grado de la primaria. A esa edad los chicos les da vergüenza de preguntar y decir que no saben algo o que le gusta un tema en particular. En cambio, en tercer grado, que a mí me gusta más trabajar, no tienen esas barreras y si uno les puede abrir la puerta de la escuela para que conozcan y aprendan eso les queda de por vida, pero lo importante es que ellos tengan la experiencia desde chiquitos.­

-¿Eso fomentaría a que no haya deserción en el futuro y que se queden en la escuela hasta finalizar el secundario?­

-Claro, no solamente para que terminen el secundario y vayan a la universidad. Yo siempre les digo que ellos tienen que buscar aquello que los haga felices porque lo importante es que encuentren esa felicidad en lo que vayan a hacer y que sean los mejores en ello. Y que esto lo hagan no con la presión de que se tienen que meter en alguna carrera de la universidad sino porque es la única forma de salir adelante. Hay muchas cosas que se pueden hacer y, hoy en día, tenemos que estar abiertos a eso. Lo importante es que estudien y que sean felices haciendo lo que estudian.­

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PANDEMIA­

-¿Cómo te impacto la pandemia en el ejercicio de tus clases?­

-Me impactó de distintas formas. En algunos momentos, me entusiasmaba viendo en qué podía progresar y, en otros, me frustraba cómo a todos los docentes que tuvimos que trabajar en pandemia. Creo que todos tratamos de buscar la forma de estar conectados con nuestros alumnos, no es que yo hice algo diferente a lo que pudieron hacer otros maestros. En una oportunidad me encontraba mirando videos de trabajo que hice en la presencialidad y me acuerdo que me llamó mi mamá y me preguntó qué estaba haciendo. Le conteste ``viendo videos que había hecho cuándo era maestra'' porque sentía que la frustración me agobiaba. Trate de salir adelante y dar de una manera creativa todo lo que podía para no perder el contacto con los chicos y para que ellos sintieran que la maestra de la escuela estaba con ellos.­

-¿Como un espacio de contención fuera del aula?­

-Sí, hice en pandemia lo que estaba trabajando antes de ella e implementé un proyecto que incluía a los caballos del Hipódromo de La Plata y a un equipo de personas en una iniciativa de extensión de la facultad de veterinarias local. Tuvimos que adecuar el proyecto, que iba a ser originalmente presencial, a la virtualidad para poder trabajar con los caballos a través de video llamadas. Después, a fin de año en el 2020 pudimos tener encuentros presenciales en el hipódromo con los chicos que no tenían dispositivo y que la única conexión que tenían con la escuela era el cuadernillo.­

-¿Fue un desafío para tu creatividad trabajar de forma virtual?­

-Sí, fui pasando por las distintas etapas del proyecto, pero sentí que me respondieron los chicos y que yo pude estar a la altura de las circunstancias.­

-¿Cómo percibís ese trabajo silencioso de los maestros que vienen realizando antes y durante la pandemia?­

-Creo que es importante empezar a vernos con otros ojos como sociedad y hacer las cosas en serio porque, con egoísmo y viendo quién hace más ruido o quién critica mejor, no vamos a llegar a ningún lado. Tenemos mucho material humano de excelencia qué es un recurso incalculable y eso es lo que tiene que dar fuerza. Hacer entre todos, ustedes como medios, nosotros desde la educación y los políticos desde su área, para salir adelante y empezar a mirar con el corazón, sino nos vamos a quedar empantanados.­

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PROYECTOS­

-¿Cuáles serían tus proyectos si llegas a ganar el premio?­

-En primer lugar, va a estar mi familia y luego me gustaría poder ayudar a la Fundación Verde Esperanza que se desempeña en el barrio Villa Elvira y que trabaja a contraturno en la escuela 125, que asiste muchísimo a los chicos y a las familias en situación de vulnerabilidad. Después tengo proyectos que no pude llevar adelante por falta de dinero y, seguramente, me van a surgir otros porque me aparecerán nuevas ideas.­

-¿Cómo es ese trabajo a contraturno que mencionas?­

-Es una fundación que trabaja con voluntarios del mismo barrio. Lo que hacen es ir a contacto uno a uno y ayudan a los chicos hacer los deberes. También se fijan que no falten a la escuela y si no vienen a clase se fijan qué está sucediendo. Porque se mira los números crudos y se está atento al porcentaje de ausentismo en las escuelas, pero atrás de esa cantidad hay una problemática. Por ahí no van a la escuela porque tienen un solo par de zapatillas y va a la escuela el nene que le quede la zapatilla. Eso se soluciona dándole un par de zapatillas al hermano y también hay que trabajar en el barrio el ausentismo. Es hermoso el trabajo que hacen estos voluntarios y poder llegar adelante ese tipo de atención, que no es asistencialismo, sino voluntad de que puedan ir a la escuela.­

- Relatas una situación muy precaria...­

-Es que hay que estar, ver con el corazón y averiguar por qué realmente no está yendo la gente a esta escuela. Cuando yo trabajaba allí llamaba a la Fundación diciéndole que fulano está faltando mucho hoy o no hizo los deberes. Entonces, ellos se ocupaban de una manera humana y cariñosa de verlo y averiguar por qué no están yendo. Ahí te enterabas que por ahí estuvo lloviendo una semana seguida y el ausentismo se daba porque no tienen ropa seca. Para algunos lo que estoy diciendo puede ser una pavada, pero no lo es para estos chicos y su familia. Creo que es mirar al otro con ganas de que progrese, no formando sólo estadísticas que diga a todos los chicos esto o que toda la familia esto.­

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CLASES POR RECUPERAR­

-¿Se puede recuperar todo lo que no tuvieron de clases presenciales?­

-Es muy difícil decir cuánto es lo que tienen que recuperar. La pandemia atravesó a todo el mundo, no solamente nos atravesó a nosotros. Entonces, más que hablar de sí se puede recuperar hay que arremangarse y empezar a trabajar, no queda otra. No es decir necesitan dos mes o dos años, sino ver qué podemos hacer para comenzar a trabajar y, después, analizamos cuánto tiempo tardamos en recuperarlo. Las estadísticas no sirven solas porque además depende de la realidad de los chicos de entender cómo los atravesó a ellos toda esta situación, que no fue igual en todos los lugares del país.­

-¿Qué más notaste durante la virtualidad?­

-Yo dando clases virtuales he estado adentro de las casas de mis alumnos y cosas que me imaginaba las pude palpar desde la realidad. Por ejemplo, decir son tantas personas que viven en una habitación, en casas muy pequeñas. No es lo mismo la recuperación de un nene que le pones la computadora y le decís mira a la maestra por zoom a otro que está con un teléfono muy chiquito apoyado en algo que le hicieron para que lo tenga parado arriba de la mesa mientras todos sus hermanos están corriendo alrededor. Son situaciones diferentes que no quiere decir que el que tuvo zoom no tenga también que recuperar.­

Acá la única manera de superar esto es que todos nos pongamos en el hombro la situación desde el político, el ciudadano común y los maestros. A todos nos atravesó, nadie puede decir que con la pandemia estuvo bien encerrado todo el día en su casa tejiendo y que lo paso genial. Eso sería una mentira, si a nosotros los adultos nos afectó, ¡imaginate una criatura!.­

-¿En qué consistiría esa recuperación?­

-La recuperación hoy, quizás no pasa por decir tienen que saber las cuatro operaciones y las tablas, sino cómo estás vos persona y como ser humano qué necesitas. Por ahí lo que necesitan es que lo escuchemos, que hablemos con ese niño y que le contemos un cuento. Yo sé que capaz dicen todo un país no se puede cambiar, pero es el aporte de cada uno. Yo en pandemia no pude estar con los chicos, pero pude ir a una biblioteca del barrio y me puse hacer un club de lectura. No necesitas ser maestro para hacerlo y lo puede hacer un jubilado, una abuela o una persona que tiene un ratito ahí y va a la biblioteca a leer a un nene que todavía no sabe percibir las letras, pero vos podés hacer tu aporte e ir a leerle. Y es muy importante una iniciativa así para los chicos porque van a una biblioteca; van a escuchar a un adulto; y ese es el paso previo a que empiecen a buscar sus libros y empiecen a leer. Ahí es cuando se empieza a mover la rueda del cambio y de la recuperación, pero no solo con las estadísticas, que sirven porque es lo que nos organiza, porque por sí solas no son suficientes.­