DESDE MI PUNTO DE VISTA

El peligroso regreso de los consensos básicos

El encuentro número 57 del Coloquio de IDEA pivoteó entre las pasadas PASO y las elecciones generales que tendrán lugar en pocas semanas. Así que todos los que fueron, los que organizaron, los que comieron sanguchitos y miraron las charlas y los que registraron el evento estuvieron pensando en esa clave y hasta el que enchufó los cables de los micrófonos sabía que todo lo que se decía podía ser usado el 14 de noviembre. Por eso anduvieron como si se les hubiera roto el elástico de la ropa interior, caminando con cuidado, temiendo quedar desnudos, midiendo cada movimiento. 

Lo que quedó de manifiesto fue la realidad de cuatro actores políticos arriba del Titanic, relojeando el único tablón que flota a sabiendas de que en esa sola maderita no habrá lugar para todos. 

El primero al que llamaremos GRUPO K es el Gobierno, entelequia que incluye al kirchnerismo y al resto del peronismo provincial, municipal, académico, mediático y todos los etcéteras que agrupan incluso a los peronistas que sostienen que esto no es el verdadero peronismo cada vez que el peronismo hace peronismo sin plata. 

El segundo al que llamaremos GRUPO C es la oposición, que agrupa a las miles de siglas con que el PRO se presenta según el tiempo y el espacio, en coalición con un grupo de socios cuya gracia consiste en ser antiperonistas. La solidez de esta sociedad se afianza en épocas electorales bajo la reiterada consigna: primero hay que sacar al peronismo y después vemos.

El tercero al que llamaremos GRUPO S es el sindicalismo en general. Pero acá no valen todos lo mismo. Para aferrarse al tablón sirven más los que son el motor de choque, los que manejan la calle, los que tienen más caja y los que más cercanos estén a alguno de los dos grupos anteriores. 

Y finalmente el cuarto al que llamaremos GRUPO P que es el panpiqueterismo, que suma a los líderes de movimientos sociales y a millones de almas que están bajo el yugo de estos. Una masa humana de difícil clasificación que no tiene trazabilidad en la forma de elección de autoridades, en el rendimiento de cuentas, en cuestiones estatutarias, censales ni en ninguna otra variable institucional. Lo que se dice: un kilombo.

GRUPO L

Ahora bien: en el marco de la batalla entre estos cuatro colosos hay un piojo, un microbio, chiquitito minipequeño que ha conseguido visibilidad: el liberalismo político al que llamaremos GRUPO L que por primera vez en décadas compite para ingresar al Congreso nacional. Eso es todo y sin embargo puede enorgullecerse de algunos logros y debe cuidarse de muchos peligros. 

Los logros están a la vista: fue el GRUPO L y sus diversas voces (incluso las que hacen que se frunzan tantas narices pacatas) el que instaló el tema impositivo. Fue el GRUPO L el que puso de manifiesto el perverso entramado fiscal que asesinó a la actividad privada. Fue el GRUPO L el que avivó a los votantes de que la culpa de la inflación la tiene el Estado y no los “formadores de precios” como les pregonaron tanto los del GRUPO K como los del GRUPO C. Fue el GRUPO L el que puso en discusión el gasto público y el que llevó al primer plano el gasto político y en consecuencia el concepto de CASTA. Fue el GRUPO L el que demostró que las leyes laborales son veneno para el empleo. Fue el GRUPO L el que criticó la dádiva canalla que los GRUPOS K y C llaman “justicia social”. Fue el GRUPO L el que habló de libertad cuando nos encerraron a todos y fue el GRUPO L el que gritó sus premisas contra el KIRCHNERISMO STATE OF MIND hegemónico en temas como el adoctrinamiento escolar, la censura y su peligrosa relación con la pauta oficial y contra el resto del intervencionismo estatal que signó el consenso cultural cuando empezaba el siglo y todos votaban a Néstor y a Cristina y clamaban contra el neoliberalismo.

La pertinaz decadencia argentina hace que ya no se pueda sostener el modelo de Estado Presente y la sarasa de matriz productiva con inclusión...y resulta que ahora todos son liberales. Como si fuera el cuento de La Bella Durmiente, pareciera que Argentina estuvo congelada en los últimos 40 años y que nadie la gobernó ni la legisló. Así que en el Coloquio de IDEA estuvieron todos clamando por una rebaja impositiva, por un cambio legislativo, por el fin de los planes sociales como si los males argentinos fueran de generación espontánea. Y por supuesto todos pidiendo que no se mire para atrás y que tengamos los famosos CONSENSOS BÁSICOS. Serán cínicos pero no tontos.

Por eso, antes de entender los peligros a los que se enfrenta el GRUPO L es interesante entender los peligros a los que se enfrentan el resto de los grupos. 

Caída desesperante

 

El GRUPO K está en un nivel de caída desesperante. Las facciones que se reagruparon en 2019 ya no tienen aglutinante. Perdieron el pulso de sus votantes, la brújula y cualquier capacidad de infundir esperanza en los suyos y miedo en los contrarios. Literalmente no pueden salir del pozo con los indicadores económicos y sociales que tienen sobre la mesa. Como en cualquier batalla perdida, el desbande agranda la derrota. Alberto es una sombra, Cristina tiene que atender sus prioridades judiciales y no está para pensar en el país y esas menudencias. Lo demás es un cotolengo: cada reemplazo que pusieron agravó a su predecesor, cada acto de campaña es una avalancha de papelones, cada medida propuesta provoca repudio o pánico, o ambas cosas a la vez. No van a lograr el milagro electoral que les de la paz deseada y con este panorama tienen que gobernar dos años más.

El GRUPO C está en suba como consecuencia de la caída del GRUPO K. Esto es automático, van a ganar las elecciones y el panorama en el Congreso les será más amable, así como la posibilidad de politiquear hacia el interior del país. Pero enfrentan tensiones internas como jamás conoció la agrupación. Estas tensiones están pisadas por la campaña electoral que anda sobre rieles. Luego de las elecciones ya no podrán ni querrán contener las internas, justamente porque el 15 de noviembre comenzará la carrera presidencial y ahí crecerán muchos colmillos de quienes hoy se presentan como tiernas avecillas. El GRUPO C deberá hacer equilibrio entre las demandas y extorsiones de los GRUPOS P y S a la vez sostener el recientemente adquirido discurso del GRUPO L que va en dirección opuesta. Por eso el recientemente adquirido discurso liberal se irá diluyendo conforme avance la magia de los acuerdos parlamentarios y electorales 2023.

Disputas de poder

En lo que respecta al GRUPO S, el panorama es complicado: enfrentan en desventaja una prolongada disputa de poder con el GRUPO P. Los planeros/piqueteros son muchos más que los trabajadores formales. No están sujetos a las reglas de la democracia (reglas que aunque con muy baja intensidad los sindicalistas deben cumplir y los piqueteros no) y además tienen unas internas feroces. La CGT próximamente elegirá conducción poniendo en evaluación a la elegida en 2016 que no logró mejorar su perfil en la era Macri ni en el cuarto gobierno kirchnerista al que apoyó sin obtener beneficios en términos justicialistas. Para recuperarse deberá ahora mostrar los dientes a un gobierno peronista en decadencia, una encrucijada filosófica para cirujanos, en manos de carniceros. 

Para colmo, uno de los temas recurrentes en la campaña y en el Coloquio de IDEA es la reforma laboral que el GRUPO C muestra y esconde dependiendo del interlocutor, pero que deberá poner sobre la mesa apenas largue la carrera presidencial. Un debate incómodo que puso de moda el GRUPO L y que los GRUPOS S, C y K miran como una granada sin seguro. 

Y hablando del GRUPO P la cosa se pone más incandescente. El problema de los planes sociales es un camión con acoplado que viene de frente a toda velocidad y sin frenos. No hay manera de pararlo sin costos. Primero por la inmensa cantidad de gente que no entiende la vida sin ellos y segundo porque absolutamente nadie tiene el control ni la comprensión de los mecanismos de poder establecidos. El problema sindical es un juego de niños al lado de la dimensión desconocida que son los “movimientos sociales”. Las conexiones con movimientos internacionales, con el violento activismo urbano, con la mafia en el manejo y otorgamiento, con el entrenamiento sistemático en el corte de la circulación de rutas y calles; y con la potencialidad documentada en la usurpación y el saqueo que los convierte en el pozo de inviabilidad más importante del país.

Por eso fue figurita repetida en el Coloquio un teórico empalme entre los planes sociales y el empleo formal que el Papa Francisco, Sergio Massa y hasta Alberto Fernández han abordado con propuestas que suponen que la asistencia del Estado a los planeros hará que se incorporen al mercado laboral privado. O sea, más Estado para solucionar los problemas creados por el Estado. Nadie dice cómo se crearán más puestos laborales privados, qué pasará con la industria del juicio y qué pasará con las viejas y nuevas regulaciones que atentan contra la actividad privada como la Ley de Teletrabajo o la de Etiquetado Frontal que los GRUPOS K y C apoyan sensualmente juntos. Pero lo más posible es que propongan más Estado. El chiste se cuenta solo. 

Perspectivas

El GRUPO K está grogui y no va a entender en estos pocos días lo que le pasa a su votante. Su pobre caja de herramientas no tiene los elementos para estimular en 3 semanas el consumo, pero eso tampoco le solucionaría el problema que implica haber sido el gobierno que más cosas le prohibió a más gente. Se enamoraron del encierro y del aplauso de su militancia acomodada, mucho quincho de Olivos y poca calle. Fueron una máquina de decir no, así de simple. Son irremontables los próximos dos años con el agravamiento de la crisis y los gobernantes tan desprestigiados.

El GRUPO C no propone nada más que el movimiento gastado de presentarse como una barrera al GRUPO K y con eso le va a alcanzar para ganar porque los políticos argentinos se retroalimentan de la desgracia de su contraparte. El problema va a ser la formulación de un proyecto presidencial que incluya garantías de que no repetirá sus errores anteriores si es que además pretende gobernar un país en una situación mucho peor que la del 2015. Es vital entender que desde hace años los resultados electorales son un castigo para los oficialismos, y si el país está cada vez peor el castigo será recurrente.  

Con este panorama a la vista, la débil semilla sembrada por el GRUPO L corre el peligro de ser atropellada por los colosos. Un David contra cuatro Goliats, porque los GRUPOS S y P los tienen como enemigos, y los GRUPOS K y C los verán como instrumento de prestigio político cuando todo se pudra porque han registrado, como se vió en el Coloquio de IDEA, su poder de conversión ideológica. 

Proteger la ilusión de quienes ven en el liberalismo una esperanza frente a la dependencia, la decadencia, la frustración política, el relato engañoso, la falsificación de datos y el consecuente empobrecimiento de la vida es, tal vez, la tarea más importante del flamante liberalismo político. Hacer crecer al pujante sector de la sociedad que se dio cuenta de que la solución de su vida no reside en la dependencia del Estado y que no quiere que los políticos “solucionen los problemas de la gente”. Apoyar el despertar de ese sector que quiere ser libre de tomar sus propias decisiones y a la vez de proteger su vida personal y su patrimonio (por pequeño que sea) del ojo vigilante de los políticos que se creen que saben mejor que los ciudadanos lo que es bueno para ellos. Un sector que sorprendentemente traspasa partidos políticos, edades, condiciones socioeconómicas y educativas y que hizo el esfuerzo colosal de comprensión de su realidad económica y política contra viento y marea y contra el discurso colectivista hegemónico que los viene taladrando desde jardín de infantes.

En el Coloquio de IDEA se vieron bien claros los galimatías de quienes van a hacer cualquier cosa por aferrarse al tablón. El GRUPO L deberá hacer un curso acelerado de destreza política para no quedar entrampado en esos CONSENSOS BÁSICOS que vienen estafando a los argentinos para que nada cambie.