La economía, con el acelerador a fondo

 

 

Los resultados están a la vista. El análisis acerca de las razones que llevaron a semejante porrazo del oficialismo en las PASO legislativas 2021 es, por estas horas, una brasa candente que se irá apagando con el correr de los días. La pregunta en términos económicos, la gran incertidumbre, es qué hará el Gobierno de aquí a noviembre.

Quienes piden, exigen o sugieren un volantazo ortodoxo en la administración de la economía, bastante más de sensatez y menos de cepo cambiario o presión tributaria, ignoran el ADN del kirchnerismo. Es de suponer que, puertas adentro del cuartel K, la orden será pisar el acelerador hasta el fondo.

De aquí a las elecciones legislativas el Gobierno, lejos de moderar sus políticas expansivas en lo fiscal y monetario, redoblará la apuesta. Una estrategia que puede salirnos demasiado cara si la economía, que ya transita por  la banquina, termina por desbarrancar.

Propios y extraños coinciden en el diagnóstico. La gestión Fernández tiene por delante severos desafíos: corregir paulatinamente el déficit fiscal y recortar la emisión monetaria, todo lo cual implica bajar de una vez por todas el gasto. Y en esto entran, por supuesto, los precios relativos. Es decir, las tarifas con alto nivel de subsidios.

¿Emprenderá este camino el Gobierno de aquí a noviembre? Claro que no. Apretar el acelerador a fondo tampoco le servirá de mucho en términos electorales. Los votos logrados ya los tiene en el bolsillo, no se le caerán de aquí a dos meses, y tampoco conseguirá captar otros más esquivos con el sólo hecho de tirar más plata en  la calle o fogonear puntuales sectores productivos.

Sería un error si el Gobierno ahora se lanza desbocado a practicar políticas suicidas para revertir el resultado adverso en noviembre. También lo sería si hace todo esto pensando en un lejano 2023. Sabe el kirchnerismo por experiencia, y así lo marca la historia argentina, que todo oficialismo que pierde las legislativas luego depone el poder en las presidenciales.

El camino parece trazado y sería un lance por demás egoísta forzar la máquina de la economía, como se ha hecho a lo largo del año, sólo para cosechar algún puñado de votos. Queda claro también que la foto económica de la Argentina de hoy es, entre otras cosas, hija del desmanejo de la pandemia.

En un escenario de alta inflación, pobreza en niveles récord, endeudamiento externo que cancela la posibilidad de tomar crédito en el mercado internacional, y elevadas cifras de desempleo, ganadores y perdedores cargan con las culpas. Ningún político que haya pasado por la gestión es inocente.

Si Macri pudo endeudarse fue porque antes Cristina se desendeudó; y si Alberto pudo emitir a cuatro manos en la pandemia fue porque Macri corrigió en parte las cuentas fiscales. Ambas fuerzas deberían comprender que la gente o el pueblo les están reclamando soluciones urgentes.

¿Es dable esperar cambios en el Gabinete o el anuncio de un plan económico que, al menos, intente sofocar la inflación? Difícilmente ocurra. Eso se dará de manera inexorable en la mesa de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, después de noviembre. Sería saludable, al menos, no llegar a esa instancia con la economía en llamas.