Mariano Stolkiner y Mario Moscoso dirigen `Ricardo III' en versiones que se complementan­

Dos miradas sobre un clásico­

El responsable de la sala El Extranjero quiso darle "un rostro más humano a ese personaje monstruoso'', con videos y música pop. Su colega propone en el teatro Arte Facto un acercamiento a los sonidos del original.­

­Ese olorcito que tiene el teatro y que por suerte estamos recuperando. Se siente en la mezcla de butacas, cortinados, madera. Es inconfundible, habla de misterio, de nervios, de artistas con ganas de entregar todo, y con público dispuesto a participar de un rito. Lo sabía William Shakespeare, tal vez el padre del teatro occidental moderno, cuando hace más de cuatrocientos años representaba sus obras en el Globe Theatre, allí donde el pueblo iba a verse, también a perderse, o a encontrarse. Por estos días, dos obras, bien opuestas, bien complementarias, interesantes a su modo, vuelven a poner el nombre del clásico dramaturgo en circulación en Buenos Aires. Ambas se basan en una de sus primeras y más trascendentales piezas: `Ricardo III'

 

Shakespeare tomó a ese rey inglés, que había vivido cien años antes y trastocó su historia. Ricardo no era ni tan taimado, ni tan jorobado, ni tan despiadado. Por licencias poéticas, pero también a causa de conveniencias con la política de su tiempo, el gran dramaturgo envileció al monarca para volverlo un monstruo asesino lleno de ambición. Y lo hizo con una maestría tal que logró construir una de las obras centrales sobre el poder que jamás se haya escrito.­

Shakespeare le hablaba a su época, a su pueblo. ¿Qué tiene que decirnos ahora, acá, en Buenos Aires? Según las palabras de los dos creadores involucrados en las puestas y adaptaciones porteñas, mucho. Muchísimo.­

­LAS TRAMAS­

Mario Moscoso -actor, director, docente- está involucrado con Shakespeare desde hace años (actuó y adaptó sus obras, dirigió otras, ganó premios con ellas). Lo último que había hecho antes de la pandemia había sido una serie de monólogos del Bardo con dirección de Nicolás Federico. Moscoso veía que el segmento de Ricardo III tenía potencial, pegaba tanto que decidió sumergirse en él, convocar a un grupo de intérpretes y lanzarse a dirigirlo y actuarlo.­

En Arte Facto (Sarandí 760), el teatro dirigido por Raúl Serrano -y que también fundó Moscoso-, cada sábado a las 20 un elenco de nueve actores pone toda la pasión necesaria para desempolvar el clásico. Tal vez falten los ropajes isabelinos pero allí están los sonidos del original, las frases célebres, los modos levemente aggiornados.­

Se nota que Moscoso conoce la obra de memoria. En diálogo con La Prensa días antes del estreno da detalles de personajes, entradas, salidas, razones. ``Lo que me gusta a mí de Ricardo es cómo muestra que el hombre se corrompe por llegar al poder. Estas tramas, intrigas y traiciones que existen en la obra son muy actuales. Podemos verlas no sólo en la política nacional sino también en la internacional. Cómo hoy son amigos y mañana, enemigos. Creo que la obra plantea eso: gente que se corrompe por llegar a determinado lugar sin saber qué va a hacer en ese lugar una vez que accede a él''.­

La propuesta entonces es reencontrarse con el texto shakesperiano con ciertos cambios para traerlo al presente, pero sin modificar esencialmente ni la trama ni los personajes. Se ven asesinatos, gritos desesperados, explicaciones sobre motivos y decisiones. Y a un Moscoso bien cómodo en un personaje que conoce a la perfección.­

­LUCES Y SHOW­

Aunque también se vea claramente inspirada en `Ricardo III', la obra que se da los jueves a las 20 en el Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378) parece estar a años luz del original. Y de la propuesta de Moscoso. `El año de Ricardo', de la catalana Angélica Liddell, toma al personaje shakespeariano y lo rodea de imágenes en video, canciones pop y hasta de coreografías. Pero el centro es un poderoso texto urdido por quien es considerada como la creadora teatral española con mayor proyección internacional.­

Mariano Stolkiner, responsable de El Extranjero, quedó impactado con la dramaturgia de Liddell y decidió dirigirlo. ``Fue una larguísima travesía -señala por Zoom-. Veníamos ensayando desde 2016 y cuando estaba casi todo listo cayó el coronavirus. Recién en diciembre pudimos estrenar. El material presentaba dificultades y sabíamos que necesitaba tiempo''.­

Tantas eran esas dificultades que los debates con Horacio Marassi, el protagonista, se multiplicaron. Stolkiner recuerda: ``El es de la vieja escuela del teatro independiente, en la que el proceso de búsqueda en el ensayo, el disfrute de ese proceso, es muy importante. Yo en cierto modo también voy por ahí. Y fue mucho amor y mucha pelea, pero a mí me gustaba trabajar con él porque entendía que algo de la textualidad de Liddell contrastaba con Marassi, que es un dulce de leche. Es un tipo muy sencillo y yo quería acercar ese personaje monstruoso a un rol más humano, que fuera un hombre común''.­

Y así se lo ve a Marassi en escena. Muy concentrado en su texto, muy preciso. Por momentos, el espíritu de Ricardo se apodera de él, sobre todo cuando aparece esa idea de sacarle la careta a la construcción de las candidaturas políticas. Hay algo payasesco en Marassi. También algo bestial

El actor aparece acompañado, muy bien, por Alejandro Vizzotti, quien interpreta a Catesby, un particular muñeco maestro de ceremonias. Se trata de un personaje misterioso, peligroso, que bien podría atraer todos esos monstruos infantiles que acosan a Ricardo.­

Al respecto, Stolkiner señala: ``A este pibe le hacían bullying, la familia lo rechazaba. En la obra, él quiere crear un mundo en manos de los seres deformes. Esa es su causa. Yo no lo justifico, pero sin dudas tiene sus dobleces.''­

­ADVERTENCIA­

Lo cierto es que hay mucho de `mírense' hacia el público en cualquier versión y en el original de `Ricardo III'. También en la propuesta dirigida por Stolkiner. ¿La obra funciona como warning, como una advertencia? "No -enfatiza el director-. Nunca en mis obras busco eso. Intento no generar una bajada de línea, pero tampoco quiero que el público se vaya con la tranquilidad de que el mal está afuera de sí mismo. Si existe una matriz didáctica, se da no de modo aleccionador sino como una posibilidad reflexiva''.­

En la obra, Ricardo utiliza los resortes de la democracia para llegar al poder. "También -señala Stolkiner- nos confronta con cómo nos acomodamos a ciertas circunstancias. Recordemos la década de 1990, por ejemplo. Podemos ver cómo a consciencia hipotecamos algo nuestro. Ahora también vemos personajes como Milei o Bolsonaro que seducen. Hay algo actual en la obra que tiene que ver con la construcción del poder, con cómo un outsider de la política decide construirse políticamente. En estos momentos el sistema en general está siendo cuestionado desde el propio sistema. La clase política cuestiona a la propia democracia''.­

Entre los atractivos de `El año de Ricardo' resulta muy interesante la intervención de Magdalena Huberman, quien, con su bella voz y presencia, oficia de contraste con lo monstruoso, ofrece luz en esa oscuridad con cada una de las canciones que interpreta en vivo.­

Hacia el final, precisamente desde una canción, se nos pregunta dónde está el amor. Seguramente muy lejos de Ricardo, aunque él lo esté buscando a su particular modo. De cualquier forma, qué mejor que un teatro, con sus aromas, maderas, butacas, y el espíritu de Shakespeare rondando, para intentar encontrarlo.