Nueva traducción de un clásico de Joyce

Dublineses

Por James Joyce
Ediciones Godot. 229 páginas

Tiene un aire rioplatense que lo vuelve cercano, mucho más querible, si existe esa posibilidad. Así es la flamante edición del clásico Dublineses, de James Joyce en la excelente traducción -"aporteñada" pero manteniendo saludables límites- del escritor Edgardo Scott.

Tal como nos informa el mismo Scott en el prólogo, cuando Dublineses al fin se publicó en 1914, hacía más de una década que Joyce vivía fuera de la capital irlandesa y que había terminado de escribir estos relatos. Gracias a Ezra Pound, gran impulsor de la obra del genial escritor, por fin vieron la luz.

Con este libro de cuentos, Joyce mostró el mundo de su ciudad de hace más de cien años, tan atravesado por la religión y la moral, aunque distó de intentar una "crónica realista", algo que el autor no buscaba.

Al analizar su estilo, Scott señala que Joyce "entendía la literatura no como una profesión sino como un arte, y al trabajo del escritor como un trabajo artístico, poético. Pleno de riesgos y fuera de toda convención política. Esa idea de búsqueda perpetua, donde cada libro es una nueva aventura vital". Y de eso se trata Dubineses. 

Ediciones Godot está intentando construir un catálogo que incluye clásicos como este, con nuevas traducciones y diseños muy cuidados, aunque no lujosos. Dublineses contiene un troquel en la tapa con la figura de Joyce y a través de la silueta recortada, puede verse de manera difusa la ciudad que le da título al libro. Incluso se diseñó un señalador especialmente para la edición. La belleza del objeto libro también corre a favor de esta edición.
Decía Anthony Burgess sobre la proverbial dificultad de la obra de Joyce: "El es menos difícil que profundo. Y ambicioso". Esta nueva traducción contribuye sin dudas a adentrar al lector en la obra clave de un escritor enorme. También atraerá a quien ya conoce el material, pero busca un nuevo oxígeno en él.