Fraile guerrero en años de luchas entre hermanos

La cruz y la espada

Por Juan Basterra
BŠrenhaus. 136 páginas

Juan Basterra prosigue con la serie de novelas inspiradas en hechos o personajes de la historia nacional en el siglo XIX. Ahora le tocó el turno a José Félix Aldao (1785-1845), fraile apóstata y guerrero que se hizo fuerte en las provincias de Cuyo en la era de los caudillos.

La recreación de la vida de Aldao comienza por el final, con un monólogo en el que el protagonista, aquejado de un cáncer, se dispone para la muerte cercana. Esa voz en primera persona reaparecerá con intermitencias en el resto del libro, que está contado por un discreto narrador omnisciente.
Aldao fue capellán en el Ejército de los Andes, en cuyas filas tomó las armas para convertirse en un soldado más. Luego intervino en las guerras civiles en el bando federal aliado a Facundo Quiroga y participó de las primeras campañas contra el indio coordinadas con el Restaurador. Fue un hombre implacable y orgulloso, y un jefe cruel en una época cruel.

También fue un ser falible tentado por los placeres de la carne (tuvo varias mujeres e hijos) y consciente de su apostasía y de las consecuencias que ello entrañaba para la salvación de su alma.

Así al menos lo imagina Basterra en esta breve novela episódica, narrada con un lenguaje que pretende ajustarse al del tiempo de la acción, y envuelta en una sobria reconstrucción histórica. El autor sitúa con unas pocas pinceladas el molde temporal de la evocación para volcar allí su retrato ficcional de las ideas, las emociones y las angustias de un personaje minado por contradicciones.

El resultado es convincente. Basterra supera la prueba con oficio, entre otras cosas porque eligió la mesura y no cedió a dos de las tentaciones que suelen asediar a los cultores de la novela histórica: las abrumadoras descripciones de anticuario y el sondeo interminable de una mente perdida en la noche de los tiempos.