UN LIBRO DE 2018 REUNE LAS MEDITACIONES SOBRE LA VIRGEN DEL EMPRESARIO Y SIERVO DE DIOS

La devoción mariana de Enrique Shaw

POR CARLOS MARIA ROMERO SOSA

Quizá sea el libro del catamarqueño Juan Oscar Ponferrada Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle (1941), de lo mejor escrito aquí en el género poético en honor a la Virgen. Sobre esa obra en versos construidos en cuaderna vía, cabe transcribir el juicio de Leonardo Castellani: "es el trabajo más importante en poesía sacra que se ha hecho hasta hoy en Iberoamérica". 

Por cierto la devoción a María en sus distintas advocaciones, es previa al nacimiento del país mismo y da testimonio de ese acendrado culto traducido en ofrendas líricas, el ensayo de Olga Fernández Latour de Botas: Achalay mi Virgen dado a conocer en libro en 2014 por la Universidad Católica Argentina. Allí se rastrea autores nativos antiguos y modernos destacando, por ejemplo, las invocaciones a la Madre de Dios en el Martín Fierro y en Estanislao del Campo, Leopoldo Lugones, Rafael Obligado y entre las más actuales las creaciones de Francisco Luis Bernárdez, Rafael Jijena Sánchez, Marcos Victoria, Jorge Calvetti o José María Castiñeira de Dios.

En cuanto a los tributos marianos en prosa presentes en la bibliografía nacional apuntan varias a la consideración teológica de María aparte de la celebración de su Gloria. Así la obra de Monseñor Octavio Derisi: La Virgen María, Madre de Dios y Madre de los Hombres o las referencias del jesuita Ismael Quiles a su propia traducción y comentarios, para el caso del tomo XVI -de la edición en veinte tomos de la Suma Teológica de la editorial Club de Lectores- donde se halla el tratado sobre la Virgen María del Doctor Angélico.

A esos y otros testimonios devotos cabe sumar la recopilación de pensamientos del Siervo de Dios Enrique Ernesto Shaw, que ordenó su hija Sara Shaw de Critto y publicó la Editorial Claretiana en 2018, con comentarios del sacerdote Alberto Dupetit, bajo el título: María y comunidad de vida.

Se trata de una reunión de textos manuscritos e inéditos hallados por sus descendientes junto a otros papeles en una biblioteca donde conservaba sus apuntes personales y correspondencia. Para su esposa, Cecilia Bunge de Shaw, fallecida en 2007, esas reflexiones eran "lo más lindo" que había dejado escrito Enrique Shaw. Porque ciertamente tuvo actividad como orador y publicista; brindó conferencias y fue autor de estudios sobre cuestiones empresariales y sociales enfocados desde una perspectiva cristiana, humanista y humanitaria. "Debemos tener conciencia social porque Jesús se ha ocultado en los pobres y en los últimos", reflexionó fiel al magisterio social de la Iglesia el lector del Manual de cuestiones contemporáneas del Cardenal Jean Verdier y el emprendedor siempre seducido por el mensaje y la acción del belga Monseñor Joseph Cardjin, fundador de la Juventud Obrera Católica. 

TOMA DE CONCIENCIA

Esa toma de conciencia en materia social que historió Ambrosio Romero Carranza en su biografía: Enrique Shaw y sus circunstancias (1984), lo impulsó hacia los años cincuenta de la pasada centuria, desde la Asociación Católica de Dirigentes de Empresa que fundó y presidió, a proyectar la creación de las asignaciones familiares y de su caja compensadora. Algo que finalmente promulgó el Poder Ejecutivo de entonces no muy afecto a reconocer derechos de los obreros, a través del Decreto-Ley 7913/57 exclusivo para los empleados de comercio y extendido a los trabajadores de la industria por el Decreto-Ley 7914/57. El tema ha sido tratado en extenso por María Inés Gutiérrez Berisso en el artículo "Enrique Shaw: promotor de las asignaciones familiares en la Argentina" publicado en el número XXX de Archivum, revista de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina bajo la dirección de Abelardo Levaggi (Buenos Aires, 2014). 

Gran parte de sus escritos económicos y sociales fueron reunidos en el libro Y Dominad la Tierra. Concepto Cristiano del Desarrollo de 1962; reeditado en 2013 con prólogo de Fernán de Elizalde, postulador de la Causa de Canonización del actual Siervo de Dios. De tener en cuenta que el autor murió en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962 -había nacido en París el 26 de febrero de 1921- es de advertir que sus cavilaciones sobre el desarrollo económico como posibilidad cierta de la Justicia Social, antecedieron a la encíclica de Paulo VI Populorum Progressio, de 1967.

En cuanto a María y comunidad de vida, según manifestó Pedro Luis Barcia al ser presentada la obra el 18 de octubre de 2019 en la sede de Cudes (Centro Universitario de Estudios): "No se trata de un estudio mariano, ni un tratado mariológico; no quiere ser un libro especulativo teológico. No. Estamos frente a una obrita nada pretenciosa que registra las meditaciones y reflexiones del autor en torno a la persona de la Virgen y su papel".

Si como enseña Santo Tomás de Aquino, creer es una acto de entendimiento que asiente a la verdad Divina, evidentemente Enrique Shaw no sólo tuvo fe, supo además regar ese don sobrenatural con hondas meditaciones y kilómetros de lecturas piadosas. Prueba de ello es la cantidad de volúmenes sobre mariología que lucían en su biblioteca y de los que dan cuenta las páginas 114 y 115 que amplían y resaltan al igual que otros textos, esta suerte de diario mariano.

MISTERIO GOZOSO

Sus páginas comienzan alabando el misterio ciertamente gozoso de la maternidad universal de la Madre de Dios: "Si nuestra vida espiritual está en Cristo, nos encontramos en El unidos a El, en Cristo somos hijos de María. En ella tenemos la plenitud porque Dios la ha puesto en sus manos y en su corazón. Si María hubiera sido solamente un instrumento físico del que se sirvió el Verbo para venir al mundo, se hablaría sin duda de ella, se la guardaría sin duda en la memoria como a los lugares, las cosas y las personas que tuvieron relación con Cristo. Pero María es mucho más, es digna Madre de Cristo. Basta leer con sencillez el Evangelio para encontrar expresado en él con mucha claridad esta idea".

Luego se detiene en el Anuncio de la Encarnación: el "summum opus Trinitatis". Y en el pleno consentimiento al Plan Divino así como a la vez, en la afirmada confianza del Creador en su elegida, todo lo cual es sustentado en citas evangélicas: "Cierto que en el Evangelio se subraya de tanto en tanto la sorpresa de María frente a los acontecimientos de su vida. María no lo sabe todo y cuando debe dar a luz al hijo es una madre pobrecilla que verdaderamente no encuentra un techo donde refugiarse". 

Pocas líneas le bastan para celebrar la virginidad de la Reina de las Vírgenes y su condición de mujer nacida sin pecado original, reafirmando desde la memoria del corazón en pleno siglo XX, los argumentos desarrollados en el tardío medioevo en defensa de la Inmaculada Concepción por el Doctor Subtilis, John Duns Scoto, beato según el culto público que le tributó durante siglos la Iglesia y reconocido solemnemente así por San Juan Pablo II el 20 de marzo de 1993. 

Sobre el Magnificat dirá con bella y exacta definición: "Este canto que brota del alma de María es la primera repercusión de la Encarnación." 
Ensalza después la condición de Madre de Dios de María, o sea su jerarquía de Theotokos y no solamente de Christotokos o Madre de Cristo, como afirmó el nestorianismo del siglo V, distinguiendo entre la naturaleza divina y humana del Redentor: "Leyendo el Evangelio está claro que María es Madre de Jesús como cualquier otra madre, pero Jesús es una Persona Divina. Atacando a la persona de Cristo se ataca al mismo tiempo a la persona de María, porque su misterio es todo uno con el misterio de Cristo".

Como si desgranara las cuentas de un rosario, aborda como en estado de oración otros aspectos marianos, así su misión de Corredentora, el dogma de la Asunción proclamado por Pío XII en 1950, la Coronación de María Santísima como Reina de todo lo creado y propiamente su Reinado: "María es la reina del mundo, porque es la más simple, la más pequeña, la más verdadera de las mujeres, por esto tuvo la misión de gobernar la tierra; porque una sola mirada suya pura y simple puede despedazar las envolturas de hielo que se acumulan continuamente sobre nosotros y que nos impide amarnos, amar a Dios y tender hacia El". 

Sabía el autor y sin duda lo experimentó mientras redactaba estas meditaciones, que con cristiana perspectiva de eternidad nada tiene final. Y así han de sentirlo también los lectores de su florilegio mariano, el que viene a traer entre torrentes de fe, la noticia esperanzadora del siempre posible acogimiento bajo el manto de María de los desamparados del mundo y la promesa de renovación de cada ser humano en inocencia: "En cualquier edad en la que estemos viviendo, María puede cumplir el milagro de volver a hacernos pequeños".

Suerte de Libro de horas iluminado por la Gracia, María y comunidad de vida presenta en trascendente plenitud humana a Enrique Shaw. Bien lo ha sintetizado Alberto Dupetit: "Estamos ante un hombre de acción en medio del mundo que escribe desde su alma contemplativa".
Acción y contemplación hermanadas ad maiorem Dei gloriam.