Carlos M. Noel, un intendente radical de acción y reflexión

Honesto en el manejo de la cosa pública, estoico en el confinamiento y el destierro y defensor de la libertad. Con esta nota La Prensa inicia una serie dedicada a los alcaldes de la Unión Cívica Radical.

La UCR tiene en su historia un vínculo muy sólido con la ciudad de Buenos Aires. No solamente porque sus orígenes están ligados a esta urbe, desde la mítica fundación de la Unión Cívica de la Juventud en el mitin de Jardin Florida el 1 de septiembre de 1889, así como su posterior conversión en Unión Cívica en el Frontón Buenos Aires el 13 de abril de 1890 y los episodios posteriores: la Revolución del 26 de julio de ese mismo año así como la posterior división que dio origen en junio de 1891 a la fuerza política nacional más antigua.

También y ya consolidada como partido político de gobierno le dio a la Capital de la República dignos y ejemplares gobernantes (cuando de la Intendencia Municipal se trataba).

Una pléyade de hombres públicos de enorme relieve fueron los intendentes municipales que el radicalismo supo exaltar en esta ciudad: Joaquín Llambías, José Luis Cantilo, Carlos Noel, Eduardo Héctor Bergalli, Hernan Giralt, Francisco Rabanal, Julio César Saguier. Y una vez consagrada su autonomía luego de la reforma constitucional de 1994 y la elección popular de su jefe de gobierno local: Fernando De la Rúa y Enrique Olivera.

PROSAPIA VASCA

Nos referiremos en esta primera oportunidad a Carlos M. Noel, que nació en Buenos Aires el 30 de agosto de 1886, cursó estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, graduándose de bachiller en el histórico Colegio Nacional de Buenos Aires en 1904. En París se doctoró en diplomacia en la afamada Escuela de Altos Estudios Sociales y obtuvo un bachillerato en letras en La Sorbona, la célebre facultad de humanidades de la Universidad de la "Ciudad Luz".

Descendiente de una de las familias pioneras de la industria argentina, era nieto de don Carlos Noel, inmigrante vasco que fundó la reputada fábrica de dulces y chocolates que llevaba su nombre; y desde muy joven estuvo ligado a actividades empresariales y de bien público.

Por su prosapia vasca se hallaba firmemente implantado en las culturas española y francesa, habiendo reforzado su ligadura con ésta última merced a la realización de varios viajes a Francia y el prolongado período en el que estudió en ese país.

A poco de retornar a la Argentina, se afilió a la Unión Cívica Radical (1915) e inició su militancia en los partidos bonaerenses de San Fernando y Tigre, alcanzando una banca de concejal municipal en Las Conchas en 1917 cuando, ya un año antes, había sido electo presidente de la Unión Industrial Argentina.

OBRAS PROGRESISTAS

En plena juventud inició su carrera diplomática. En 1918 fue designado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en la República de Chile y, entre 1920 y 1922 se desempeñó como embajador en dicho país, retornando a la Argentina para hacerse cargo de la Intendencia Municipal de la Capital Federal, elevada función para la que fue convocado por el Presidente Marcelo Torcuato de Alvear, y en la que plasmó una notable obra de gobierno.

Ejerció la jefatura del municipio porteño hasta 1927, año en el que renunció, dejando tras su paso un conjunto singular de obras progresistas.

Fue entre nosotros el iniciador de los estudios urbanísticos que la posguerra impuso como ineludible deber de gobierno en las ciudades europeas afectadas por la gran conflagración. También merece destacarse en su acción de gobierno municipal la reconquista del río, la continuación de las avenidas diagonales y la avenida Santa Fe, el embellecimiento del barrio sur, la reorganización de la Plaza de Mayo, la creación de barrios obreros y de nuevos jardines, la erección del edificio del Museo de Historia Natural, la creación del Museo Municipal de Arte Colonial, un vasto plan de obras hospitalarias, la construcción del asilo de crónicos "General Rodríguez" en Ituzaingó, la incorporación de la tracción mecánica a la limpieza urbana, la creación del primer jardín de infantes municipal, la construcción de grandes usinas incineradoras, la ampliación de los cementerios, una política orgánica de abastecimiento, el puente sobre el ferrocarril en la Avenida San Martín y los estudios iniciales para la apertura de la Avenida Costanera.

DIPUTADO NACIONAL

Primer candidato a diputado nacional por la Capital Federal en 1936, resultó electo para el período 1936/1940 y reelecto para el período 1940/1944, el cual no pudo completar pues lo sorprendió la muerte.

Su labor como parlamentario fue la culminación de una larga y leal militancia en el Radicalismo, que conoció los sinsabores de la prisión y el exilio, cuando la revolución del general Uriburu desató la persecución de múltiples dirigentes del partido. En esas épocas duras, a Noel le tocó presidir el Comité de la Capital de la U.C.R. (1932) y actuar como convencional.

La actividad legislativa de Carlos Noel fue fecunda e intensa. Presidió en dos ocasiones la Comisión de Negocios Extranjeros (Hoy Comisión de Relaciones Exteriores) y fue presidente de la Cámara en los períodos parlamentarios 1936, 1937 y 1940. Desde su banca promovió importantes iniciativas entre las que ocupa un lugar de privilegio su proyecto de creación del Consejo Económico de la Nación (1938), moderna y precursora iniciativa inscripta en la línea de pensamiento de la democracia social. Asimismo, Noel motorizó la entonces incipiente política urbanística, propiciando la creación de la Dirección Nacional de Urbanismo y la ley orgánica de urbanización del municipio. Fue un pionero en esta disciplina tan ligada a la arquitectura. Al margen de lo anterior, tuvo profundas preocupaciones en el campo de las relaciones exteriores, en particular con las naciones sudamericanas. Fue artífice del Ferrocarril de Huayquitina e impulsor de la solución de algunos de los problemas limítrofes con Paraguay y Bolivia.

Propició significativas reformas en el régimen del servicio exterior de la Nación, tratando de lograr en el mismo el elevado nivel de profesionalismo que había advertido en la diplomacia francesa. Tuvo también intereses en la política cultural y promovió la realización de un censo de monumentos nacionales. Además, realizó denodados esfuerzos para el logro de la paz en la Guerra del Chaco y fue autor de un importante proyecto de protección de la producción y exportación frutihortícola.

PLUMA DE INTELECTUAL

Pero no sólo la acción política y legislativa, ni la actuación como estadista y gobernante, monopolizó la fértil inteligencia de Carlos M. Noel. En ella latió también la pluma del intelectual y su fruto fue una atractiva obra escrita. Noel fue ensayista, escritor, periodista y crítico de arte.

Con prólogo de Ramón Pérez de Ayala incursionó en el análisis literario al escribir `La boda de don Juan'. En esta misma orientación se inscribe su trabajo `Obras y autores teatrales'. La crítica social despunta en `La burguesía francesa y la obra de Alfredo Capus' y en `Las ideas sociales en el teatro de Dumas (hijo)'; y el fino ensayista se revela en `La evolución económica de la República Argentina' y en `Principios y orientaciones'.

Carlos M. Noel falleció en Poços de Caldas, Río de Janeiro el 3 de enero de 1941. Su inesperada y prematura muerte dio lugar a múltiples homenajes en nuestro medio y en el exterior. 

Honesto en el manejo de la cosa pública, estoico en el confinamiento y el destierro, espíritu selecto, defensor de la libertad del hombre, político de acción y de reflexión, a sesenta años de su lamentada muerte, Carlos M. Noel bien merece el reconocimiento de Buenos Aires y de su gente a uno de sus grandes benefactores por su obra de gobierno. 

* Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.