EL VATE VIO EN LA DAMA A UN ANGEL QUE LO CONDUCIRIA A LA SALVACION

Dante, Beatrice y el amor cortés

El pasado 8 de junio se cumplieron 730 años del fallecimiento de aquella mujer que -con sólo haberla visto desde cierta distancia- conmovió a Dante Alighieri (1265-1321). Nos referimos, claro está, a Beatrice y a su muerte, ocurrida en el año 1290.

Corría 1274 cuando Dante (que entonces contaba apenas 9 años de edad) por primera vez observa a aquella dama que habría de ser el andamiaje espiritual de toda su vida. Según el relato que ha perdurado, sólo esa visión ya hizo que el futuro poeta se enamorara, para siempre de ella, idealizándola tanto en su pensamiento como en la obra poética que fue realizando.

Beatrice, familiarmente llamada Bice (nacida el 20 de junio de 1266; esto es casi en el mismo momento de esa simbólica fecha del Solsticio de Verano) era hija de Folco Portinari, banquero oriundo de Portico di Romagna (próximo a Forl“) quien llegó a ser prior de Florencia, en 1282. Se trató de una personalidad destacada que, en 1285, donó gran parte de sus bienes para la creación de un área exclusivamente dedicada a atender mujeres en el Ospedale di Santa Maria Nuova.

Lo que, años más tarde, pasaría a conocerse como Palazzo Portinati Salviati, fue su residencia habitual. Tras su deceso, ocurrido en el último día de 1289, recibió sepultura en el ámbito de la iglesia de Santa Margharita de Cerchi.

Es interesante señalar que el escudo familiar luce en la parte superior la Cruz de Malta, de ocho puntas, también denominada Cruz de San Juan; símbolo usado a partir del siglo XII como insignia por los Caballeros Hospitalarios -Orden de San Juan de Jerusalén- a la que, posiblemente, haya pertenecido Folco o, al menos, se encontrara vinculado a la misma.

Beatrice habría de casarse, en 1287, con el banquero Simone dei Bardi.

Será recién en una jornada de 1283 cuando la Dama, en un segundo encuentro, dará su saludo a Dante, lo que para él resultará conmovedor. Así hubo DE plasmarlo en su libro Vita Nuova, donde leemos:
"Questa mirabile donna apparve a me vestita di colore bianchissimo, in mezzo a due gentili donne, le quali erano di piú lunga etade; e passando per una via, volse li occhi verso quella parte ovïio era molto pauroso, e per la sua ineffabile cortesía, la quale é oggi meritata nel grande secolo, mi saluto e molto virtuosamente, tanto che me parve allore vedere tutti li termini de la beatitudine". ("Esta maravillosa mujer se me apareció vestida de color blanquísimo, en medio de dos gentiles mujeres, las cuales eran de mayor edad; y pasando por una calle, giró los ojos sobre aquel lugar donde yo estaba muy temeroso, y por su inefable cortesía, la cual ahora se merece en el gran siglo, me saludó muy virtuosamente, tanto que me pareció entonces ver todos los aspectos de la beatitud.")

En otros renglones (Cap. XXVI), encontramos:

"Decían muchos, después que pasaba: "Esta no es mujer, más bien es uno de los bellísimos ángeles del cielo." Y otros decían: "Esta es una maravilla, bendito sea el Señor, que sabe obrar así, de modo maravilloso"."

LA INSPIRADORA

La relación, totalmente mental, imaginaria y limitada -en el mejor de los casos- al intercambio de saludos y algunas miradas que parece haber cimentado la vida de Dante nos remite, necesariamente, a lo que se conoce como el "Amor cortés" donde en muy raras ocasiones hay encuentro carnal -aún si lo limitamos a un beso o un abrazo- puesto que el lugar de la Dama es el de la inspiradora del varón quien, encarnando lo que Carl G. Jung denominó el Arquetipo del Héroe Solar, que se lanza a concretar arriesgados logros.
Como señala José Ortega y Gasset, en el epílogo al libro de Victoria Ocampo titulado De Francisca a Beatrice: "...la cultura de la "cortezia" inicia esta nueva relación entre los sexos merced a la cual la mujer se hace educadora del hombre. Dante representa su culminación."

De allí que es correcto repetir lo que ya otros investigadores expresaron al señalar que varones como Dante colocan a la mujer en el mismo lugar de un ángel creado por Dios para conducir al varón no hacia la condena sino -precisamente- para mostrarle el sendero que lleva de su propia salvación.

Se entiende entonces -lo que afirma la historia- que al ocurrir aquel 8 de junio de 1290 la muerte de Beatrice, ello provoca en Dante una fuerte crisis espiritual de la cual conseguirá recuperarse dedicándose al estudio de la Filosofía y de la Teología.

Ese dolor se convierte en una herida permanente y necesaria para la realización de la Gran Obra; si se nos permite ponerlo en términos alquímicos.

Dante lo define de esta forma en otra de las páginas de la Vita Nuova:

"Después de la partida de esta gentil dama fue placer del Señor de los Angeles llamar a Su gloria a una mujer joven y de muy gentil aspecto, que había sido tan agradable en aquella ciudad, y cuyo cuerpo yo he visto yacer sin el alma en medio de muchas mujeres que lloraban piadosamente. Entonces, al recordar que yo la había visto hacer compañía a la gentilísima, no pude contener algunas lágrimas, y aún llorando me propuse decir algunas palabras de su muerte, como un premio por haberla visto alguna vez con mi dama."

* Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. Correo electrónico: alasheras@hotmail.com