Apuntes sobre el papel de la religión

La Fe tiene un evidente poder de movilización, como se demostró en la disputa por el aborto de 2018. Sin embargo, en sectores liberales o conservadores es común que se vea en la religión un obstáculo más que una ayuda. ¿Qué papel debería tener la religión en esta pugna cultural?

-F. Romero Moreno: En la batalla cultural, la religión ocupa un lugar central. En tal sentido y sin caer en un falso ecumenismo, es evidente que, por ejemplo, católicos y evangélicos podemos coincidir en ciertos aspectos. Allí donde se pueda, debemos estar unidos. Sobre todo en la defensa de la vida humana inocente, de la libertad de enseñanza, del combate contra la ideología de género. etc. Respecto del liberalismo, es evidente que el de matriz iluminista y masónica nada tiene que ver con este tipo de proyectos. En cambio, en un programa de mínima -dada la situación en la que estamos- puede haber cierto consenso, pues los liberales clásicos culturalmente conservadores y los paleo-libertarios defienden el carácter público no estatal de lo religioso e incluso algunos no tienen problemas en admitir la confesionalidad del Estado, siempre que se respete la libertad religiosa. Y los tradicionalistas y conservadores que aspiramos a la unidad religiosa, sabemos que en una sociedad como la nuestra la libertad o tolerancia religiosa es una exigencia de la dignidad humana o al menos de prudencia política (si es que nos estamos refiriendo a las manifestaciones públicas de las confesiones disidentes). Está claro que eso no se aplica necesariamente para sectas y movimientos religiosos contrarios a los derechos de terceros, al orden público o al bien común.

-V.Villarruel: Creo que Argentina es un país donde la religión está involucrada en nuestro devenir desde su mismo origen, negar ello sería negar nuestra propia historia. Independientemente de ello, aquí existe libertad religiosa por lo que cada uno puede profesar su religión o creencias sin ser señalado, más allá de que en las grandes ciudades crece una tendencia anticlerical que es preocupante por la discriminación y estigmatización que se hace. Dicho esto, aquí la Iglesia tiene especial sensibilidad ante las diferencias sociales y la opción por los pobres, por lo que es difícil que se mantenga al margen de las cada vez más frecuentes conglomeraciones de pobres como son las villas miseria. Pero hay que sincerarse: las villas miseria no se tratan exclusivamente de pobreza, sino principalmente de intereses políticos. Mi visión es la de construir junto con la Iglesia y con todos aquellos que quieran aportar al país. Descartarla de la ecuación implica desconocer el inmenso trabajo social que hace, que no cubre ni el Estado ni ninguna otra entidad. Pero teniendo presente que la función de una religión como la católica no es acabar con la pobreza, sino que su función es espiritual. La pobreza es responsabilidad de los políticos.

-M.A. Iribarne: Este tema me parece especialmente delicado y quisiera hacer justicia a todos sus matices. Aclaro, desde ya, que soy católico; para decirlo en términos militares "en actividad" y no "en retiro". A partir de allí no es descartable que en mi ecuación personal el vínculo con la tradición y la cultura de la Iglesia hayan incidido en la formación de mi pensamiento político. Creo que un cristiano no puede ser genuinamente "de izquierda" si llega a la raíz antropológica que el pensamiento correspondiente, desde Rousseau a los neomarxistas, supone: el desconocimiento de la Caída original del hombre y la consecuente búsqueda, por medios políticos, del Paraíso en la tierra. Sin embargo, acepto la hipótesis de que una posición derechista pueda ser construida aun sin recurrir a la luz que nos aporta la Revelación, en base a la experiencia histórica de la humanidad. 

Dicho todo ello, no puedo olvidar la II Carta de san Pablo a los Tesalonicenses (2, 6-8), en la cual alude al misterioso "katejon". Una interesante interpretación planteada desde los Padres de la Iglesia hasta Carl Schmitt ve en él un obstáculo de naturaleza laica opuesto a las fuerzas de la entropía social y encargado de asegurar la libertad de la Iglesia en su misión evangelizadora. Si esta exégesis fuera válida el círculo se cerraría confirmando la posibilidad ideal de una Teología Política: en el fondo, la cultura de la derecha sería la cultura del "katejon". Naturalmente, todo esto se sitúa en un plano muchas veces lejano de las políticas de algunos hombres de Iglesia.

-L. Carena: Existe lo que se llama la falacia del espantapájaros, que consiste básicamente en construir un interlocutor imaginario a la medida de nuestro propio sistema de ideas. Así, los enemigos de la vida, hubieran deseado enormemente que la cuestión religiosa opacara un problema que es moral y científico. Como no podían contra argumentos racionales y con la propia evidencia científica, deseaban fervorosamente contraponer su militancia verde a la religión (y su "poderosa influencia"), dibujando en sus mientes a un fanático religioso retrógrado que jamás existió. Lo que hubieron fueron familias por la vida del niño por nacer. Por supuesto que la Iglesia y sectores evangélicos acompañaron y tuvieron una voz preponderante en el proceso. La Fe ilumina y yo, en lo personal, creo que la Providencia siempre estuvo y estará presente en la lucha cultural. Pero aquí se debatió la defensa de la vida como un valor en sí mismo y mucha gente no necesariamente creyente se plegó a la Verdad y el Bien Común.