El teatro waifai (http://www.teatrowaifai.com) no es teatro. Sin embargo, dan ganas de apoyarlo. La última iniciativa de Marcelo Allasino, ex titular del Instituto Nacional del Teatro, rafaelense de ley, inquieto director, fue trasladar a la escena virtual un potente monólogo que había ensayado durante más de un año, e incluso estrenado en su ciudad natal. Se trata de `La tortuga', obra que este año tenía pautado su lanzamiento porteño en El Camarín de las Musas, pero, lo sabemos, la pandemia arruinó todo. Actores, directores y técnicos en muchos casos desesperan ante la falta de un canal para expresar su arte, además de ver peligrado su sustento económico. Sabemos también que el teatro no va a morir de coronavirus, pero mientras tanto, ¿qué?
Fue entonces que el director lanzó la iniciativa de una plataforma online para emitir en vivo su obra -y abrirla a otras-. No se trata de teatro filmado, escenas sueltas o registros de obras en video, que tanto pululan en la red por estos días de covid-19. El waifai, en esencia, se basa en la transmisión en vivo y en directo de un hecho teatral. La idea no resultó tan descabellada teniendo en cuenta que en la obra creada por Allasino, la protagonista le habla por videollamada a una vieja amiga que vive en Canadá. En cierta medida, la posibilidad de pasar a un formato virtual venía servida en bandeja.
LA LLAMADA
Es así que cada jueves y sábado a las 22, la talentosa Matilde Campilongo prende su cámara y nos habla. Su rol es el de una mujer de unos cincuenta años que sufrió mucho: una hija no deseada, un matrimonio en el freezer, y sobre todo una dura operación por un cáncer de útero que la dejó con, por lo que se ve, grandes trastornos emocionales. La actriz despliega todos sus recursos teatrales, sus grandes gestos; abre la boca, ríe sin ganas, más bien ríe llorando. Su angustia parece no tener fin. Hace teatro, pero no es teatro.
Por otro lado, cuesta no ponerse en el lugar de Mariela, su amiga. Es que los espectadores, desde el otro lado de la cámara, somos Mariela. Y curiosamente, nos sentimos más identificados con ella que con quien nos habla. Es que dan ganas de dejar a esa mujer que no nos mira, que se ríe sin prestarnos atención, que está en su mundo casi desquiciado.
En estos tiempos en que nos manejamos con Zoom, videollamadas, Instagram Live, etcétera, etcétera, sostenerle la vela a semejante emisora suena bastante inverosímil. Sin embargo, y esta es la parte teatral, la escuchamos.
LOS RECURSOS
Se nota que el texto no estuvo pensado para este formato, y el propio Allasino señaló que no le cambió ni una palabra al trasladarlo. Tampoco la actuación fue muy adaptada. Sí aparecen ciertos recursos de iluminación, corrimientos de cámara o cambios de eje que hablan de un intento de entrar en un modo del teatro-virtual todavía en exploración.
Al ver `La tortuga' online -se insiste con que no se trata de un material grabado previamente y que se ejecuta en vivo- se tiene la sensación de asistir a una suerte de sabroso aperitivo que, en ese sentido, funciona como trampolín para verla en el teatro `real' -de hecho, habrá un próximo estreno de la obra, una vez que la pandemia pase-. Se infiere que el texto, los gestos, y la emoción genuina que transmite la pieza terminarán de explotar en una sala, con el público ahí, respirando el mismo aire que la actriz.
Mientras tanto, el apoyo a los artistas en esta virtualidad de pandemia felizmente resulta muy significativo: `La tortuga' versión waifai agota sus localidades cada jueves y sábado, y ya hay otra iniciativa -`Aspiro a Hitchcock', de Agustina Prato- que acaba de estrenarse en la misma plataforma.