Canallada en Avellaneda

Eran tiempos en los que Racing vivía alimentando ilusiones y viviendo amores no correspondidos. En 1998 Angel Cappa capturó los corazones académicos con un equipo que jugaba bien y que con el correr de los partidos fue logrando que además aparecieran los resultados. El Clausura pasó con un deslucido andar en el que acumulaba más derrotas que victorias, pero el Apertura se antojaba como la plataforma de despegue. El debut con triunfo por 4-2 sobre Talleres en Córdoba sembró la semilla de la eterna esperanza y la primera media hora del partido contra Central parecía confirmar esa idea. El 2-0 alcanzado en ese lapso de acción se antojaba la mejor demostración, hasta que los rosarinos reaccionaron y consumaron un 5-3 impresionante en un partidazo que quizás no haya pasado a la historia, pero que brindó una cabal demostración de que el fútbol es un espectáculo maravilloso en el que la sorpresa siempre está presente.

Racing comenzó brindando una función de gala. Diego Latorre, que se había mudado a Avellaneda después de un período difícil en Boca, lideraba a los albicelestes. Sus laderos más calificados en ese equipo que atacaba constantemente eran Angel Morales y Rodolfo García, los abastecedores de la delantera que Gambetita compartía con Marcelo Delgado. Era tal la superioridad académica en el trámite del encuentro que se percibía un clima de goleada en celeste y blanco.

Latorre abrió la cuenta y el camino se percibía allanado. Quizás el único atisbo de duda surgía por la endeblez de la defensa, pero el despliegue de Pablo Michelini en el medio compensaba las dudas de la última línea. Un taco de Gambetita dejó solo al Chelo Delgado para estirar la brecha en el marcador. Iban apenas 24 minutos de lo que se vislumbraba como una fiesta para el local. Ni siquiera el descuento de Eduardo Bustos Montoya luego de un error insólito compartido por Claudio Ubeda y Gastón Sessa permitía imaginar que los tres puntos se podrían mudar a Rosario.

Michelini se ganó la tarjeta roja y la Academia perdió equilibrio. Empató Germán Rivarola aprovechando otra burda equivocación del fondo albiceleste y sólo una nueva aparición letal de Latorre en el final del primer tiempo pudo rescatar a un Racing que ya estaba en problemas.

Edgardo Bauza, técnico de Central, entendió perfectamente la situación y envió a la cancha a Sebastián Flores Coronel para intentar sacar rédito del desconcierto de la retaguardia del dueño de casa. Cappa debió reforzar el medio con el ingreso de Javier Lux por el lesionado Gonzalo Gaitán. La apuesta del Patón rápidamente les dio frutos a los rosarinos porque el veloz atacante encaró y ganó una y otra vez hasta que estableció el 3-3.

A Cappa no le fue tan bien con su movimiento de piezas. Lux cometió un absurdo penal y el uruguayo Líber Vespa le puso la firma al cuarto tanto canalla. Entró el Chanchi Estévez para acercarse a un Latorre que había perdido a Matute Morales y Tapita García, absorbidos en la marca por Cristian Daniele y Hugo González.  Pero el encuentro ya había cambiado de dueño.

El Indio Vespa selló el 5-3 que terminó siendo el certificado de defunción para ese Racing que había ilusionado tanto al principio del partido y que se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. La Academia se fue salpicada por los insultos -el principal destinatario fue el Gato Sessa- de una hinchada decepcionada. Todo por culpa de un equipo rosarino que consumó una enorme canallada.