Valiosa evocación del Colón primitivo

La sala lírica funcionó por más de tres decenios en la que es hoy la casa central del Banco de la Nación. La reciente aparición de un libro con detallada información sobre el viejo Coliseo, sus temporadas y los artistas a los que acogió, reactualiza su valor como germen de la tradición lírica de la ciudad.­

El primitivo Teatro Colón de Buenos Aires, que forma parte ineludible de la tradición lírica de la Ciudad, merecía sin duda una rehabilitación bibliográfica. Y decimos esto porque se trató de la verdadera simiente de nuestra gran tradición operística de Buenos Aires, que ya para entonces había aquilatado méritos desde el viejo Coliseo provisional.­

En esa modesta sala se representó la primera ópera completa por vía del empresario y cantante Mariano Pablo Rosquellas, con la compañía del maestro Santiago Massoni y otros colegas músicos y cantantes líricos, llevando a escena `El barbero de Sevilla', de Gioacchino Rossini, como estreno sudamericano en 1825.­

Este fue el punto de partida, el primer contacto con una ópera integral. Luego se repitió la experiencia en años subsiguientes con la misma compañía y a brochazos parciales se fue llegando al año 1838 cuando se inaugura el llamado Teatro de la Victoria, donde ingresaron buena parte de los títulos populares del romanticismo ochocentista en el arte lírico italiano­

Ahora bien, llegados a la mitad del siglo XIX, y en un crecimiento paralelo de las ciudades capitales del Cono Sur, cada una afrontó la construcción de su gran teatro de ópera, a la manera de los europeos, y más particularmente de los italianos. Así, a la par de Montevideo y Santiago (Chile), se fue gestando la "fábrica'' -como se decía entonces- del viejo Colón porteño.­

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ESCASA INFORMACION­

Esa historia que generó el primitivo Colón desde 1857 cuando abrió solemnemente con `La traviata' verdiana en un esfuerzo empresarial grande para nuestro medio, hace que surja una nueva historia, que duró tres decenios y que nunca se escribió generosamente extendida dada la falta de información exhaustiva, de documentación completa.­

Justamente ahora acaba de publicarse en dos tomos bajo el titulo de El teatro de la Gran Aldea: Antiguo Teatro Colón, Historia y Cronología, por parte de César A. Dillon, con edición de Sinopsis y una extensión de más de ochocientas páginas. Recuperando esa historia y, sobre todo, la cronología de funciones de las treinta y una temporadas que cumplió en nuestro acervo lírico entre 1857 (el año inaugural) y el cierre definitivo por venta del inmueble al Banco de la Nación, en 1888.­

Esa recopilación de valiosos datos surge gracias a la colección que fue teniendo en vida Dillon, abogado, ferviente entusiasta de la lírica, un investigador de la cronología para los hechos operísticos, que habiendo hecho en colaboración con Juan Andrés Sala la cronología del teatro Coliseo y del viejo Marconi de nuestra ciudad, siguió su camino solo tras el fallecimiento de Sala.­

De hecho, Dillon siguió compilando y trabajando sobre el material reunido y también antes de su fallecimiento inesperado en 2013 dejó un anticipado testamento con el encargo a sus familiares de finalizar la obra emprendida. En ella trabajaron dos especialistas del Instituto de Musicología Carlos Vega, que fueron armando los dos tomos, el primero a cargo de Juan Mareia Veniard (abarcando desde los orígenes hasta 1872) y el segundo de Héctor Luis Goyena, desde la referida fecha hasta el cierre definitivo. Estadísticamente, ordenaron las quince primeras temporadas en el tomo 1 y las siguientes dieciséis en el tomo 2. Se reorganizó el material y se logró entonces un aporte valioso a nuestra antología teatral en una edición cuidada y ordenada.­

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GRANDES NOMBRES­

De esta manera puede verificarse con abundancia de datos lo realizado por el primer teatro que llevó el nombre de Cristóbal Colón, bautizado generalmente en las referencias históricas y estadísticas como el viejo o primitivo Colón, como decíamos al comienzo. Y haciendo un examen analítico de esa labor cumplida en Buenos Aires, no deja de asombrar la cantidad y jerarquía de funciones, los protagonistas de las mismas, muchos prestigiosos del movimiento operístico.

Para tomar un ejemplo, su primera función hizo conmoción el sábado 25 de abril de 1857 con `La traviata', función armada por la compañía del empresario Achille Lorini y encabezada por el tenor Enrico Tamberlick, celebrado cantante que gozaba de la estima del propio Verdi, y la soprano Sofia Vera-Lorini en los roles principales.­

El público admiraba entonces el nuevo teatro, que había proyectado el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini, padre del ulterior presidente argentino, y cuya gran novedad tecnológica fue sin duda el techo metálico traído desde Liverpool, Inglaterra, para una sala de herradura alla italiana que engalanaba la entonces creciente Gran Aldea.­

Solo un vistazo a esa primera temporada da cuenta per se del enorme esfuerzo emprendido, porque el gran invitado, Tamberlick, cantó además `Il trovatore' , `Rigoletto' y `Ernani', todas de Verdi; `La cenerentola' y `El barbero de Sevilla', de Rossini, y la ya olvidada ópera `Il giuramento', de Saverio Mercadante. Fueron en total catorce títulos ese año, para solaz de aquellas generaciones. A todo lo cual hubo de sumarse una compañía de zarzuela española y otra francesa de ballet.­

Al año siguiente, después del enorme esfuerzo inaugural, le sucedió una temporada con mayor pobreza, pero pronto volverían los logros, los ídolos del bel canto, hasta totalizar la friolera de noventa y ocho óperas representadas en sus tres decenios de vida, y donde los nombres de grandes artistas del 1800 ven desfilar directores como Clemente Castagneri, Marino Mancinelli o Nicola Bassi, y a cantantes como Ida Edelvira, Carolina Briol, Elena Theodorini, Gemma Bellincioni (la creadora mundial de `Cavalleria rusticana' de Mascagni), entre las voces femeninas.­

Los tan reconocidos tenores Angelo Massini, Roberto Stagno, y sobre todo dos que conquistaron el mundo con su talento y labor como el gran turinés Francesco Tamagno, creador mundial del `Otello' verdiano, que tuvo varias temporadas en el viejo teatro con repertorio amplio, y también el exitoso español Julián Gayarre, muy querido por el público de entonces.­

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EN ESTAS PAGINAS­

La venta del edificio para dar lugar a la construcción del nuevo y esplendente Colón actual (entonces se hablaba del Nuevo Colón), la competencia con el Teatro de la Opera (ubicado en la calle Corrientes a partir de 1873 y su remodelación posterior), fueron dejando reflejos de un pasado glorioso para nuestra ciudad.­

Los periódicos de entonces consultados por esta reciente edición, como es el caso de La Prensa, fundada por José C.Paz hace un siglo y medio, dejaron testimonio en sus páginas de toda aquella labor, para la posteridad.­

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* El autro es crítico musical e investigador historiador de arte. www.teatrosliricos.com.ar­