Recesión: Argentina sufrió 14 episodios en 6 décadas

La recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre las actividades internas -es decir, excluyendo el que se recauda por importaciones- viene creciendo en los dos primeros meses del 2020 en apenas un 30% interanual. Dado que la inflación interanual se ubica en el orden 50%, la caída en términos reales es muy profunda. Más preocupante aún es que se trata de la prolongación de un ciclo negativo que ya acumula casi dos años.

Muchos factores explican este comportamiento. Seguramente que los anuncios del nuevo gobierno de que se instrumentarán moratorias inducen a mayor evasión. Sin perjuicio de ello, la principal razón en la caída en la recaudación observada en los últimos meses es la falta de dinamismo en la economía.
¿Cómo se ubica el actual ciclo recesivo en el contexto económico de la Argentina de las últimas décadas? Tomando como referencia la variación anual del Producto Bruto Interno (PBI) per cápita en base a información publicada por Norte y Sur Fundación y el Ministerio de Economía, aparece que en los últimos 60 años hubo 14 episodios recesivos. Estos se presentaron de la siguiente manera:

* 8 episodios duraron sólo un año y ocurrieron en 1966; 1978; 1985; 1995; 2009; 2012; 2014; 2016.

* 3 episodios duraron 2 años consecutivos y se presentaron en 1962 - 1963; 1975 - 1976; 1981 - 1982.

* 3 episodios duraron 3 o más años y ocurrieron en 1988-1990 (hiperinflación); 1999-2002 (caída de la convertibilidad) y la crisis actual que arrancó en el 2018.

ALTO RIESGO

Estos datos muestran que la Argentina tiene una alta propensión a caer en recesión. En el 40% de los años de las últimas 6 décadas el PBI per cápita se redujo. El problema se fue agravando a lo largo del tiempo. Desde 1988 hasta la actualidad se produjeron 8 de los 14 episodios recesivos. En los últimos 10 años, 6 registran caída en el PBI per cápita. Esto explica el estancamiento del PBI en la última década. La regla es que los ciclos expansivos rápidamente abortan en crisis y éstas son cada vez más frecuentes.
La principal consecuencia de estos zigzags productivos es el profundo deterioro social. El aumento en la pobreza, la falta de viviendas, de infraestructura, el deterioro de la salud y la educación son fenómenos muy asociados al mediocre desempeño económico. Pero, además, alertan sobre los límites a la política fiscal.

La prueba más reciente es el fracaso del gradualismo del gobierno anterior. Se suponía que el déficit fiscal se reduciría a medida que la recaudación aumentara gracias al crecimiento económico, mientras el gasto público se mantuviese constante. La crisis desatada en el 2018 explicitó el fracaso de este experimento basado en confiar en el crecimiento como remedio al desequilibrio fiscal.

Aunque el actual gobierno es menos explícito sobre sus estrategias, algunos anuncios muestran similitudes. Plantear que es inviable políticamente corregir los desequilibrios fiscales y que, por lo tanto, primero hay que crecer para después abordarlos es, en esencia, la misma lógica del gradualismo: eludir el ordenamiento del gasto público confiando en que la economía crecerá, eso hará aumentar los ingresos públicos y, por esa vía, los desequilibrios fiscales se corregirán.

Suponer que se puede salir de la recesión sin cambios en la organización del Estado es una opción de alto riesgo que ya demostró su fracaso. Una estrategia más consistente requiere dejar de aceptar con resignación el mal funcionamiento del Estado. Esto implica abordar el ordenamiento tributario, previsional y rediseñar el Estado nacional para que se deje de entrometer en funciones que les corresponden a las provincias y a los municipios.

* Presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).