El secretario del Real Consulado

El 30 de enero próximo se cumplirán 226 años de la erección por Real Cédula de Carlos IV del Real Consulado de Buenos Aires, del que fue secretario Manuel Belgrano. 

"Al concluir mi carrera por los años de 1793, - afirma en su Autobiografía- las ideas de economía política cundían en España con furor, y creo que a esto debí que me colocaran en la Secretaría del Consulado de Buenos Aires, erigido en tiempo del ministro Gardoqui, sin que hubiese hecho la más mínima gestión para ello; y el oficial de secretaría que manejaba estos asuntos aun me pidió que le indicase individuos que tuvieran estos conocimientos, para emplearlos en las demás corporaciones de esa clase, que se erigían en diferentes plazas de comercio de América".

Estas instituciones funcionaron en las principales ciudades de España y de América. Tenían autoridad en cuestiones económicas, aplicando normas para regular la mejor utilidad del comercio, además de promover planes de fomento. Y eran también un antecedente del fuero comercial. Estaba integrado por un prior, dos cónsules, nueve consiliarios y un síndico, todos ellos por elección, mientras que el secretario, contador, tesorero, asesor y escribano eran designados por la Corona. 

Los empleos de asesor y secretario eran a perpetuidad. Belgrano en verdad pidió el 17 de octubre de 1793 el cargo de asesor, para ello adjuntó una relación de los méritos de su padre don Domingo Belgrano Peri, que al obtener la carta de ciudadanía lo hispanizó por Pérez. Sin embargo las calidades personales hicieron que fuera enviado como Secretario de la corporación. 

IMAGINACION

Enterado de los fines de la institución afirma Belgrano que, "se abrió un vasto campo a mi imaginación, como que ignoraba el manejo de la España respecto a sus colonias y sólo había oído un rumor sordo a los americanos de quejas y disgustos, que atribuía yo a no haber conseguido sus pretensiones". Para ello pensó que lo más importante estaba en las Memorias anuales, porque estaba al frente el ilustrado Gardoqui y al describir la realidad de estas tierras "se pudiesen tomar sus providencias acertadas para su felicidad".

Cuando se enteró los nombres de los que había nombrado el Rey para el Consulado no pudo salir de su sorpresa: "Todos eran comerciantes españoles; exceptuando uno que otro, nada sabían más que su comercio monopolista, a saber, comprar por cuatro para vender por ocho con toda seguridad".

GRAN CATEGORIA

El Consulado se instaló en una casa alquilada a la sucesión de don Vicente de Azcuénaga, en la esquina sudeste de las actuales calles Bartolomé Mitre y Reconquista. En 1805 el Consulado adquirió la mansión de don Benito de Olazábal, en la calle la Santísima Trinidad (hoy San Martín al número 137), donde actualmente funciona la Casa Central del Banco de la Provincia de Buenos Aires. 

Edificio de gran categoría. fue el constructor de la fachada el reconocido alarife Francisco Cañete, autor años después de la Pirámide de Mayo, el primer monumento de la Patria. El solar ocupaba una superficie de 1.750 metros cuadrados, contaba con patio, balconada, un importante portal de acceso y estaba ricamente decorado.

Prueba de la calidad del edificio -nos atrevemos a decir: la construcción oficial más importante de la ciudad- es que cuando llegó a Buenos Aires la tarja de plata enviada por Potosí por el triunfo de los porteños ante los intentos de ocupación británica, después del gran desfile de circunstancias llevándola en un adornado carro, quedó en exhibición en la Sala del Consulado.

Intentó Belgrano desde su cargo cuanto pudo, pero pronto advirtió que todo resultaba muy difícil, así escribió: "Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría en favor de las Provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común; sin embargo, ya que por las obligaciones de mi empleo podía hablar y escribir sobre tan útiles materias, me propuse al menos, echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos, ya porque algunos estimulados del mismo espíritu se dedicasen a su cultivo, ya porque el orden mismo de las cosas las hiciese germinar".

UN VISIONARIO

Sus Memorias resultan al presente una prueba documental de las preocupaciones de un visionario Belgrano en distintos ámbitos, algunos de los cuales comentaremos en otras notas. Apunta al respecto: "Escribí varias memorias sobre la plantificación de escuelas: la escasez de pilotos y el interés que tocaba tan de cerca a los comerciantes, me presentó circunstancias favorables para el establecimiento de una Escuela de Matemáticas, que conseguí a condición de exigir la aprobación de la Corte que nunca se obtuvo, y que no paró hasta destruirla; porque aun los españoles, sin embargo de que conociesen la justicia y utilidad de estos establecimientos en América, francamente se oponían a ellos, a mi entender, en los medios de conservar las colonias".

"No menos me sucedió con otra de diseño que también logré establecer, sin que costase medio real el maestro: ello es que ni éstas, ni otras, propuestas a la Corte, con el objeto de fomentar los tres importantes ramos de agricultura, industria y comercio, de que estaba encargada la corporación consular, merecieron la aprobación; no se quería más que el dinero que produjese el ramo destinado a ella; se decía que todos estos establecimientos eran de lujo y que Buenos Aires todavía no se hallaba en estado de sostenerlos".

"Otros varios objetos de utilidad y necesidad promoví, que poco más o menos tuvieron el mismo resultado, y tocará al que escriba la historia consular dar una razón de ellos; diré yo, por lo que hace a mi propósito, que desde principio de 1794 a julio de 1806, pasé mi tiempo en igual destino, haciendo esfuerzos importantes a favor del bien público; pues todos, o descollaban en el gobierno de Buenos Aires, o en la Corte, o entre los mismos comerciantes, individuos que componían este cuerpo, para quienes no había más razón, ni más justicia, ni más utilidad, ni más necesidad que su interés mercantil; cualquiera cosa que chocase con él, encontraba un veto, sin que hubiese recurso para atajarlo".

EL VOCAL

Volverá Belgrano a ese edificio ya no como secretario, sino como vocal de la Junta ya que renunció al acceder a dicho cargo; el 12 de setiembre de 1810 cuando en esa casa se instaló la Academia de Matemáticas, bajo su protección con la dirección del ingeniero Felipe Sentenach. 

Allí funcionó la Asamblea del año 1813, inaugurada también un 30 de enero, la que a poco de instalada recibió la noticia del "triunfo de las armas de la Patria", en Salta el 20 de febrero. 

El 4 de marzo se hizo una sesión especial, para celebrar la noticia de la batalla, llegada en la víspera, y fue en ese solar donde ese mismo día se aprobó entregar a los participantes un escudo para distinguirlos "por sus servicios a la Patria". 

Poco después en ese mismo lugar se le otorgó otro premio que da para un artículo más adelante.

* Historiador