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Prudencia política

                                  

Quien esté atento a la discusión partidista de estos días habrá oído hablar acerca de la prudencia política. Como dijimos en otras ocasiones en este espacio, la política es la actividad humana por excelencia, y por ella el hombre es capaz de organizarse para desarrollar sus potencialidades con plenitud y en distintos ámbitos. Pero es importante destacar que, más allá de aquellos resultados mensurables, la esencia de la política está en el saber actuar en la realidad presente. Para ello va a ser necesario desarrollar la virtud de la prudencia, que se basa en utilizar la racionalidad práctica en la vida cotidiana.

LEER LA REALIDAD

La prudencia perfecciona el intelecto práctico y la voluntad. Conoce y actúa el bien debido. Es regla y medida del acierto. Por ello subordina a los saberes y acciones operativas. Es medida de lo justo, de lo económico, de la guerra, de la pedagogía, y del empleo de los medios administrativos e institucionales.
Si bien las realidades no pueden ser divididas ignorando su totalidad, podemos distinguir algunos de sus aspectos sin separarlos de su unidad para llegar a formular un análisis más profundo. Podemos decir que, en la prudencia, la inteligencia está orientada al aquí y ahora; la memoria nos mueve a buscar recursos en la historia que den alguna herramienta para actuar sobre el presente; el razonamiento nos sirve para saber discurrir de unas verdades a otras; la docilidad refiere a saber ver y oír la realidad y aceptar consejos. También podemos ver partes como la sagacidad, la previsión y la circunspección, para configurar rápidamente las situaciones presentes e intuir soluciones, y ordenar, acomodar y asegurar los medios para llegar al fin deseado en las circunstancias adecuadas; y la precaución, para evitar confundir el bien con el mal.
Tomando en cuenta este breve análisis, podemos decir que un buen político no es el que trae ideas frescas e innovadoras o el que presenta proyectos que han tenido buenos resultados en otros lugares. Un buen político es el que sabe leer la realidad, la conoce, y puede actuar sobre ella sin atarse a estructuras ideológicas.

FILOSOFIA PROPIA

Alberdi en su Fragmento preliminar al estudio del derecho considera al derecho como los principios regulatorios morales de la sociedad que rigen la vida del individuo, más que solamente como un conjunto de leyes escritas. Y afirma que Argentina desde sus inicios se concentró más en la conformación de las leyes que en idear un derecho propio. Las leyes deben fundamentarse, analizarse e interpretarse a través de un pensar filosófico que respete el espíritu de la ley. De esta manera la ley suprema, la natural, podrá ser traducida de manera correcta. Para interpretar esta razón, el jurisconsulto debe ser un hombre prudente.

Respecto de esto, Alberdi dice que es necesario conformar una filosofía nacional, que responda tanto a la naturaleza humana como a los principios de nuestra cultura, es decir, construir una forma propia de llevar a cabo los principios universales. Las formas de la nación usadas para organizarse, legal y administrativamente, deben ser propias y acordes a la situación, dado que no ve como efectivo a largo plazo emplear ideas importadas. Por esto afirma que "todo poder que no es la expresión de un pueblo, cae (...) el poder es, pues, inseparable de la sociedad". Y propone "la abdicación de lo exótico, por lo nacional; del plagio por la espontaneidad; de lo extemporáneo por lo oportuno; del entusiasmo por la reflexión". Ahora, contrastemos estos dichos con las políticas de género impuestas por los grandes poderes mundiales, con las políticas económicas empleadas en nuestro país, y con la falta de proyectos a largo plazo.

Según el estadista, la forma de gobierno refleja la inteligencia de un pueblo, que no puede decidirse por una forma si no está en el estadio adecuado, o no puede sostenerla. Fiel reflejo del funcionamiento de nuestro sistema democrático. Y también dice que "pretender mejorar los gobierno derrocándolos es pretender mejorar el fruto de un árbol cortándolo. Dará un nuevo fruto, pero siempre malo, porque habrá existido siempre la misma savia; abonar la tierra y regar el árbol será el único medio de mejorar el fruto". Es decir, que para mejorar la organización política es necesaria una reforma cultural desde las bases de la sociedad.

¡A NO ENAMORARSE!

Oímos hablar a muchos políticos, analistas o economistas que proponen ideas como si fueran las soluciones definitivas a nuestros problemas. Pero si algo aprendimos de los resultados políticos es que nada funciona sin prudencia. Para llevar adelante el país, los políticos tendrán que analizar la realidad y ver qué es lo mejor. Lo cual no significa no tener ideas previas, pero que estas ideas no nublen la realidad ni la mirada hacia la naturaleza humana. Las ideas prefabricadas no funcionan, ¡a no enamorarse de proyectos políticos extraños! sino a conocer y adecuarse a la realidad, al sentido común y a la dignidad natural del hombre.

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