Las ideas de Macri son desarrollistas; Espert es genuinamente liberal

Por Mario Teijeiro *

Son muchos los votantes de Cambiemos que creen que Macri y Espert representan las mismas ideas en favor de la República y el capitalismo. Esos votantes son los mismos que creen que en este primer periodo el fracaso de Macri no se originó en ideas equivocadas sino en la imposibilidad política de hacer lo correcto. Eso los lleva a pensar que Espert no representaría nada distinto con vistas al futuro; y que por lo tanto no conviene darle apoyo alguno ni siquiera en las PASO, arriesgando un beneficio indirecto para Cristina. Mi intención en esta nota es explicar por qué Macri y Espert no son lo mismo y que las diferencias son substanciales. La conclusión a la que llego es la misma que la de mi articulo más reciente: es muy importante y conveniente manifestar una preferencia por Espert en las PASO, donde no corremos riesgo de beneficiar a Cristina, mientras que reservamos el voto útil para Macri en las presidenciales y el eventual balotaje.

Para empezar, Macri es un confeso desarrollista, no un liberal. Espert sí lo es.

CAPITALISMO TRUCHO

El desarrollismo es el nombre argentino para lo que los sajones denominan capitalismo corporativo, que implica la ausencia de un régimen competitivo y su reemplazo por el favoritismo del Estado, que discrimina en favor de algunos en perjuicio de los consumidores y los productores más eficientes. 
Es el capitalismo trucho, ineficiente, que ha creído que el país puede crecer con la sustitución de importaciones, con los regímenes preferenciales sean sectoriales como regionales (Tierra del Fuego, por ejemplo), construyendo una burguesía nacional con los negociados de la obra publica, con las concesiones monopólicas, etc. La decadencia argentina y en particular el fracaso de los periodos neoliberales que han seguido cobijando (aun con menor corrupción) ese capitalismo de amigos, es la evidencia irrefutable de que el capitalismo desarrollista es una de las causas fundamentales de nuestra decadencia.

Las consecuencias negativas del capitalismo de amigos van mas allá de su ineficiencia económica, hasta provocar gravísimas consecuencias culturales, sociales y políticas. Cuando la sociedad percibe que el éxito económico en la elite no es el premio a la inversión, la creatividad y el riesgo asumido sino producto del acomodo, se potencian las demandas sociales por asistencialismo estatal de los excluidos. 

Los privilegios de la derecha alimentan la demanda de populismo de izquierda, buscando a través de la democratización de los curros una ansiada justicia social. Las limitaciones del capitalismo prebendario y la percepción de su injusticia generan las condiciones de marginalidad y pobreza que conducen a un populismo asistencialista en la búsqueda de comprar la paz social. 

Así hemos estado envueltos en un circulo vicioso hasta llegar donde hoy estamos, en medio de una decadencia caracterizada por la ineficiencia de nuestro sistema productivo, a lo que se ha ido sumando el desperdicio productivo de un colosal aparato estatal que sostiene a ñoquis y planeros que consumen y no producen nada.

El capitalismo trucho, en concurrencia con leyes laborales obsoletas y una presión tributaria desproporcionada, no genera empleo suficiente, produce marginalidad social y esto vuelve a alimentar el voto por el populismo extremo. Que Cristina esté con chances de volver al poder a pesar de los horrores de sus presidencias, es consecuencia de esta dinámica causal que describo. Peor aun, la proyección de la película es que Argentina está al borde de una dinámica imparable, pues con este capitalismo trucho nos movemos inexorablemente hacia un 50% de pobreza (que es el porcentaje entre la población de niños y jóvenes). Si llegamos a ese punto, ya no habrá retorno a la civilización política y económica; y tendremos un destino venezolano irreversible.

Macri quiere seguir con un reformismo económico marginal e insuficiente, al ritmo de lo que permita la rosca política. Espert cree que hacen falta cambios estructurales profundos adoptados coordinada y simultáneamente a la brevedad posible.

Espert tiene muy claro esto y está convencido que para parar esa dinámica se necesita un cambio de 180% en el modelo de país que ha presidido nuestra decadencia. No se trata de una discusión ideológica dice Espert, sino de copiar a los exitosos de la globalización, incluso a vecinos otrora pobres que nos han sobrepasado. A juzgar por lo hecho en su primer mandato, Macri no tiene esa convicción. No hizo nada estructural para remover los privilegios de los sectores prebendarios y peor aun, aprovechó su acercamiento al mundo para endeudarnos hasta las orejas, en lugar de encarar reformas estructurales para bajar el costo argentino y mejorar la competitividad de nuestra producción más eficiente. Cuando intentó reformas para solucionar nuestra falta de competitividad, como en el caso de la energía y Vaca Muerta, se decidió por el enfoque sectorial, anticompetitivo, de garantizarles una rentabilidad a los productores, en lugar de recurrir a la competencia externa y al precio internacional como referente objetivo para las inversiones de riesgo en el sector.

Espert buscará en su futuro político un mandato para que las reformas no queden en control de las elites afectadas (pues no se harían) sino de las mayorías perjudicadas (única chance de que se hagan). Macri en cambio no presenta ningún programa concreto para su segunda presidencia; sólo pretende un nuevo cheque en blanco para hacer reformas marginales que se acomoden a los privilegios de la vieja argentina.

Macri tiene, en lo discursivo, una visión (superficial en mi opinión) de que Argentina debería integrarse al mundo globalizado y tendría que producir un cambio cultural. Pero no tiene nada en claro lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y en que secuencia. En su ADN tiene incorporadas las malas practicas del capitalismo de amigos del cual su familia fue beneficiaria, en donde hay que respetar los privilegios de los hasta aquí protegidos. Tomemos por caso el hecho en principio auspicioso del preacuerdo entre la Unión Europea y Mercosur. El éxito de la negociación está siendo vendido por el prolongado tiempo que se logró para abrir a la competencia nuestros sectores protegidos. 

FESTEJAMOS GRADUALISMO

¿Cuál es el problema en el área comercial? Que no tendremos inversión en los sectores protegidos porque la amenaza de apertura estará en camino; y tampoco la tendremos suficiente en los sectores exportables que seguirán sin rentabilidad durante el periodo de transición; y con el riesgo que el proceso de ajuste se demore más en el tiempo. 

Chile en su momento hizo lo que hay que hacer: una apertura unilateral primero, en donde rápidamente se elimina la desventaja de los sectores competitivos y estos no tienen que esperar 10 años o más para ser rentables; complementada a continuación por los tratados de libre comercio que eliminen las restricciones remanentes a las exportaciones argentinas para entrar en los países desarrollados. Espert lo tiene en claro. Macri en cambio pone por delante los intereses de su circulo rojo y celebra un proceso de aprobación político en la UE que puede tomar años para aprobar el acuerdo en los parlamentos europeos; y recién a partir de ahí correrán otros muchos años para que se materialice la apertura.

Mientras tanto nos seguiremos acercando al punto de no retorno, cuando tengamos 50% de votantes pobres y nuestro destino populista sea irreversible.

Espert es consciente que hay que hacer reformas muy profundas, integrales y simultaneas. Macri no.
Otras áreas de coincidencias aparentes lo son sólo en los títulos, no en los contenidos. La reforma laboral por caso; o la baja del gasto publico. A modo de ejemplo en esta área: el grueso de la reducción del gasto tiene que hacerse en las provincias. Sin embargo, un orgullo de Pichetto y de Macri es cuán generosos han sido con los recursos que las provincias hoy disponen, como si eso fuera un avance de virtuoso federalismo. Pregunta: ¿cómo van a lograr que las provincias bajen el gasto publico, si les han resuelto el financiamiento del gasto exorbitante que hoy realizan y seguirán necesitando el apoyo político de los gobernadores para lograr mayorías parlamentarias?

Si no hay baja del gasto, no podrá haber reducción de la presión tributaria; si no hay cambios laborales profundos y no bajan los impuestos, el circulo rojo tendrá argumentos sobrados para que se abandone o postergue el libre comercio. 

Espert representa la oportunidad de insertarnos adecuadamente en la globalización. Macri desperdiciará la oportunidad y dejará una herencia política neopopulista (ahora o en 2023).

REFORMAS POLITICAMENTE INCORRECTAS

El problema político central es que, gane o pierda, Macri nos dejará como herencia el neopopulismo económico. Si Macri gana, también se fortalecerán sus herederos políticos neopopulistas (Vidal y Rodríguez Larreta). Siendo el próximo el ultimo mandato de Macri, esos herederos (junto a un Pichetto y su legión de gobernadores peronistas) serán un factor de poder creciente, que diluirá cualquier intención de Macri de hacer reformas políticamente incorrectas (si tuviera esa intención).

¿Y si a pesar de escatimarle el voto a Espert, incluso en las PASO, Macri pierde? En este caso, el heredero, líder de la oposición, sería Rodríguez Larreta, el único que salvaría la cabeza en una derrota de Juntos por el Cambio. Con una imagen de administrador eficiente, Rodríguez Larreta ha tenido la suerte de que nadie habla de sus pecados neopopulistas. Pero ha sido el protector de los piqueteros extorsionadores y ocupadores de la vía publica; ha sido el urbanizador de villas con la consecuencia de multiplicar los incentivos para los asentamientos en Capital y el conurbano; ha sido complaciente y no ha hecho nada para revertir el copamiento doctrinario de la izquierda en los colegios públicos de CABA. ¡Al punto que sus políticas han merecido que Grabois lo propusiera oportunamente como vice de Cristina!

¿Quién se anima a sostener que Rodríguez Larreta y Espert serian lo mismo como opositores a un kirchnerismo retornado al poder?

Están quienes piensan que la candidatura de Espert es extemporánea y que ahora hay que concentrarse en evitar el retorno del kirchnerismo, dejando el apoyo a Espert eventualmente para el futuro. 
Es importante tener en cuenta lo siguiente: a un candidato valioso a presidente no se lo puede ignorar para mejor oportunidad, por varias razones. Primero, porque la política implica mucho esfuerzo personal, particularmente para quienes tienen un altísimo costo de oportunidad en su vida privada y en sus ocupaciones laborales. A modo de ejemplo, pensemos el caso de Ricardo López Murphy, postergado totalmente por nuestras preferencias por Macri, hasta quitarle todas las ganas de volver a la política. 
Es probable que a José Luis Espert no lo tendremos disponible en 2023 si no le damos un fuerte apoyo desde ahora. En segundo lugar, una opción presidencial que tenga apoyo en el Congreso sólo se la puede construir a través de varias elecciones legislativas, dada la reposición parcial en nuestros cuerpos legislativos. Si no lo apoyamos desde ahora, siempre lo veremos, sea en 2023 o en 2027, con la debilidad de no ofrecer gobernabilidad, de lo cual seremos los verdaderos culpables.

CONCLUSION

Las diferencias entre las ideas de Espert y las ideas y los intereses de Macri serian siderales e indiscutibles en un país normal, pero parecen menores cuando enfrentamos el riesgo inmediato de comprar con Cristina un boleto non-stop a Venezuela. En mi opinión, sólo la amenaza de Cristina justifica el voto útil a Macri. Pero los que tenemos capacidad de pensar, debemos hacerlo proyectando el futuro. La importancia de que a Espert le vaya bien en las PASO es apoyar el futuro político de quien, si gana Macri, le marcará la cancha con las reformas estructurales necesaria para dejar atrás la decadencia, compensando el poder creciente de su entorno neopopulista. Y si Macri pierde, tener instalado y con capacidad de acumular poder en 2021, a un opositor de fuste. Seria patético que en 2023 tuviéramos que optar entre Máximo Kirchner y Rodríguez Larreta.

* Economista liberal, graduado en la Universidad de Chicago, amante de la libertad y la competencia, opositor del capitalismo corporativo y del distribucionismo populista.