A 90 años de García Lorca y su "Viaje a la Luna"

POR ANTONIO LAS HERAS *

En este 2019 se cumple medio siglo -50 años ya- del primer arribo humano a nuestro satélite natural: la Luna. De eso se habló bastante en tanto se preparaban distintos actos y justificados homenajes. Empero, quedó desapercibido -en particular para los hispanoparlantes- el hecho de que se cumple también un especial aniversario -el nonagésimo- de otro tema referido a este asunto de viajar hasta Selene.

Ocurre que, estando Federico García Lorca radicado en los Estados Unidos; más precisamente en la ciudad de Nueva York, escribió algo más que sus conocidos "Poeta en Nueva York" y "El público".

El granadino redactó allí su único guión cinematográfico. Nos referimos a Viaje a la Luna, concretado durante 1929; esos días de la Gran Depresión.

De Viaje a la Luna bien puede afirmarse que ha quedado en el olvido. En la 45 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el ente organizador -la Fundación El Libro- me contrató para dar el curso "El hombre en la Luna, a través de la Literatura". Cuándo a la numerosa e informada concurrencia le referí que García Lorca era autor de una obra titulada Viaje a la Luna, percibí el unánime rostro de incredulidad. Mucho menos que se tratara de un guión cinematográfico.

De acuerdo a lo que puede conocerse, la obra fue escrita -con una influencia claramente surrealista- como respuesta a El perro andaluz, la película de Luis Buñuel con guión de éste y de Salvador Dalí, estrenada en ese mismo 1929.

Transcribo algunos de los pocos comentarios eruditos que hay sobre esta obra singular.
Abilio Hernández Cardoso en su ensayo "Viaje a la luna de Federico García Lorca: la pulsión de la escritura bajo el deseo del film" escribió:

"El texto de Lorca instituye un mundo complejo e inestable, materializado en imágenes que se mueven en permanente dislocación, portadoras de una legibilidad suspensa, como si fuesen anamorfosis, y que se organizan en secuencias que aparentan poder prolongarse de un modo infinito."

Guillermo Sheridan en su ensayo "Gilberto Owen y Federico García Lorca viajan a la Luna" ha señalado:
El Viaje a la luna de García Lorca es, "por supuesto, un viaje interior: largos pasillos, peces, escaleras, ascensores que suben a la noche, mujeres de luto, arlequines, muñecos anatómicos, y una luna que siempre huye vertiginosamente. Se trata pues de los mismos referentes que siempre hemos identificado en "Poeta en Nueva York" o en "El público": el deseo, la identidad, la angustia, el amor."

Varias veces se intentó llevarlo al cine -aún en vida del autor- pero ese deseo nunca se concretó. Recién en 1998 el director Frederic Amat hizo una versión de 19 minutos.

EL DETALLE

A mi juicio, lo más notable de esta obra -a los efectos que aquí estamos subrayando- es que no se trata del relato sobre un viaje a nuestro satélite natural. ¡Ni mucho menos! García Lorca titula su guión cinematográfico a partir de un simple detalle que se encuentra en la escena 30. Allí figura. Esa vez. Y nunca más. Un detalle que, hasta podría no haber existido. Irónico, sensible detalle del inolvidable poeta.
Esta es la escena número 30:

"Letrero: Viaje a la luna.
Habitación. Dos mujeres vestidas de negro lloran sentadas con las cabezas echadas en una mesa donde hay una lámpara. Dirigen las manos al cielo. Planos de los bustos y las manos. Tienen las cabelleras echadas sobre las caras y las manos contrahechas con espirales de alambre."

* Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo, escritor. Correo electrónico: alasheras@hotmail.com