Exportar en la Argentina es una misión imposible

La casta política inventa barreras para que no podemos ganarnos la vida trabajando. A lo que hay que sumar las barreras de la Aduana y del Senasa. Verdaderas máquinas de impedir.

En La Prensa del domingo pasado podemos leer un reportaje de Gustavo García a Daniel Funes De Rioja, autoridad de la Unión Industrial Argentina (1). Afirma que en la Argentina hay 1.200 pymes de alimentos cuando debería ser 20.000, un cuarto de ellas dedicadas a la exportación.

  Coincido en que la Argentina debería exportar más. Tenemos todas las condiciones para quintuplicar los actuales volúmenes. En resumen, las aspiraciones de Funes De Rioja no sólo suenan razonables sino hasta modestas.

 Pero la realidad es otra. ¿Por qué no hay más empresas dedicadas a la elaboración de alimentos? ¿Por qué no hay más empresas que exporten alimentos? ¿Por qué no hay más empresas que exporten -alimentos o no-? Después de todo hace unas décadas la Argentina exportaba tela de casimir. Había una fábrica en la Patagonia que exportaba plush -los más jóvenes no saben qué es, pero los mayores sí-. Rollos y rollos naranjas con destino a Holanda. ¿Qué pasó? ¿Por qué antes se podía y ahora no? 
 

Hay economistas en la televisión, varios de ellos ex funcionarios del gobierno de la Sra. Fernández, otros del Frente Renovador y otros del oficialismo, que sostienen que lo único importante es activar el mercado interno porque éste constituye el 78% de la economía.

 Si nuestro país prácticamente no exporta es por fracaso de la política. Si el país hace décadas que no exporta y somos cada vez más pobres ¿no será ése el problema, estimados colegas? 

¿CUIDAR LA MESA?

  Hay economistas que directamente creen que si uno exporta, le saca el pan de la boca a las personas. No quieren que se exporte carne "para que el pueblo tenga para comer", que no se exporte trigo "para que el pueblo pueda comer pan". No se les pasa por la cabeza que la Argentina puede producir anualmente 10 veces las necesidades de carne de la población (somos uno de los países que más carne por habitante consume en el mundo). No piensan que la Argentina produce varias veces el trigo que necesitamos. Se puede exportar y tener a la población muy bien. Alemania exporta y tiene unos de los niveles de vida más altos del mundo.

  Una persona que trabaja en una empresa que exporta (un operario de un frigorífico, de una bodega de vinos, de una empacadora de manzanas), cobra su salario acá y va a la librería o al odontólogo igual que una persona que trabaja para el mercado interno o un empleado municipal. 

  La única expectativa de salir del retraso económico, de la falta de trabajo, de la caída del salario real es mediante la exportación. Es el motor que va a poner en marcha la economía. Nuevamente, las personas involucradas en la exportación de sidra gastan su salario en salamines, indumentaria y nafta como cualquier otro ciudadano. Dinero que viene desde afuera. No son engaños de corto plazo inventados por el gobierno, como el Ahora 12 ó Precios Cuidados o préstamos a jubilados y pensionados. Es riqueza genuina que se expande por toda la economía.

  ¿Por qué no hay más empresas que exporten? Porque ningún país del mundo importa impuestos. Hay países que pueden estar dispuestos a comprarnos botellas de malbec, cajas de peras, mermelada de naranja, lomo, perfiles de aluminio, aberturas de madera, arándanos, cajas de cambio, tolvas, cubiertas, pejerreyes criados en cautiverio (acuicultura), bujías, casimires, sembradoras, hilos de algodón, calzado, tejas, cosechadoras, simuladores de vuelo de helicóptero, programas de sistemas, marroquinería, sidra. Lo que ningún país del mundo hace es importar impuestos. No va a suceder.

UN TIRO EN EL PIE

  En la Argentina se grava cada uno de los pasos de la cadena de producción. Cada insumo de una fábrica de aberturas de aluminio paga impuestos a los ingresos brutos (5%) e impuesto al cheque (1,2%). Eso va para los perfiles, la pintura, la electricidad, las cajas de cartón, las etiquetas, los picaportes, los burletes, etc. Entonces el producto final tiene ya varias capas de impuesto a los ingresos brutos. Además paga impuestos al trabajo -muy inteligente gravar el trabajo en un país con alta desocupación-. Ejemplo: de la fábrica de aluminio a la fábrica de perfiles y de la de perfiles a la fábrica de aberturas hay 10% de IIBB y 2,4% de impuesto al cheque. La electricidad, si es en provincia de Buenos Aires, tiene IIBB, impuesto al cheque e impuestos especiales adicionales, por 20,5% [Decreto Ley 7290/67 (10 %), el Decreto Ley 9038/78 (5,5%) y la Ley Provincial 11769 (5%)]. 

  Entonces nuestro sufrido fabricante de aberturas de aluminio tiene que salir al mundo a vender su producto (que tal vez sea de buena calidad, que tal vez sea a un buen precio) pero que lleva capas y capas de impuestos. Aún si lo eximen de IIBB en la última transacción y le reintegran el IVA, igual ya tiene incorporados los impuestos de todas las transacciones anteriores más el impuesto al cheque de la exportación. 

  Exportar en la Argentina es una misión imposible y lo es por acción de la casta política que inventa barreras para que los argentinos no podemos ganarnos la vida trabajando. A lo que hay que sumar las barreras de la Aduana y del Senasa. Verdaderas máquinas de impedir.

  Por eso hay pocas empresas exportadoras en nuestro país. Está todo armado para que no las haya. Si bien podríamos tener miles de empresas pymes y cooperativas exportando alimentos, es imposible porque los gobernantes pretenden que además de exportar el producto, exportemos impuestos. Los impuestos embebidos. Dinero que luego los gobernantes se apropian para sí. ¡Cuánto más recaudarían si nos liberaran del yugo! Pero no pueden con su genio.

  Las empresas argentinas podrían exportar toda suerte de productos industriales, alimenticios o no (metalúrgicos, de indumentaria y calzado, electrónicos) si simplemente se eliminaran impuestos. Repito, ningún país del mundo exporta impuestos. Sólo el precio del producto. Por eso la Argentina no puede exportar nada excepto cereales y oleaginosas donde el costo del impuesto recae en el productor y no en el comprador. Ésa y no otra es la razón por la que nos hemos vuelto oleaginosa-dependientes. Nuestro comercio exterior sólo se tolera cuando el impuesto lo paga el productor. Ningún importador del mundo está dispuesto a pagar los impuestos argentinos. Y no los paga.

  La carga impositiva no sólo afecta a las pymes sino a todas las empresas. A las pymes las castiga además un subproducto: los adelantos. No sólo quieren mucho dinero, lo quieren ahora. El industrial tiene que pagar los impuestos antes de vender el producto. Impuestos embebidos en los insumos, eso ya lo vimos, más percepciones, retenciones y adelantos. Es un sistema perverso que se ensaña contra el empresario pyme. El Estado le absorbe todo su capital de trabajo. No le queda dinero para pagar insumos o sueldos. Se endeuda para seguir y finalmente quiebra.

  Los impuestos al trabajo, lo que Funes de Rioja llama costos laborales no salariales, esto es, el dinero que sale del bolsillo de la empresa y no ingresa al bolsillo del trabajador, son un problema para todos pero especialmente para las pequeñas industrias.

  Tampoco hay pymes alimenticias para el mercado interno. Tendría que haber 15.000, según los números de Funes De Rioja. Hay menos de la décima parte. Esto se debe a cuatro problemas: 1) los altos impuestos, 2) los adelantos impositivos, 3) los fletes, 4) los defectos en la cadena de comercialización.

  Hoy el 55% del comercio de alimentos minorista está en manos de supermercados (75% en Capital Federal), verdaderas bocas de expendio de las grandes empresas. Este ordenamiento comercial deja fuera de mercado a miles de pymes.

  Peor aún fue y es el duopsonio Sancor-La Serenísima, que abusó de los tambos por décadas, apropiándose de su margen y obligando a cerrar a cientos de ellos. Sumaron un nuevo oprobio: la monomarca, ante la indiferencia o complicidad gubernamental. 

PROPUESTAS

* Soluciones para tener 20.000 pymes de alimentos, de las cuales 5.000 se dediquen a exportar:
* Eliminar impuestos a los sellos, a los ingresos brutos y al cheque.
* Eliminar todo tipo de impuesto sobre los combustibles.
* Eliminar todo tipo de impuesto sobre los servicios (luz, gas).
* Eliminar peajes.
* Eliminar todo tipo de adelanto impositivo.
* Eliminar el IVA para forrajes y alimentos.
* Eliminar retenciones.
* Eliminar impuestos al trabajo.
* Generar nuevos canales de comercio de alimentos en el mercado interno. 


(1) (http://www.laprensa.com.ar/476337-La-industria-tiene-una-capacidad-ociosa-del-40.note.aspx ).