María Remedios del Valle: La capitana de Manuel Belgrano

 

Por Pablo A. Vázquez *

"El frío húmedo y penetrante de junio se colaba hasta los huesos de la mendiga. Acurrucada en el atrio de Santo Domingo, se arrebujó todo lo que pudo en su manto. Oía al Jorobado, que era político. El Jorobado la estudió cuidadosamente, porque tenía una secreta admiración por ella y porque creía en su historia y en su grado. Aunque no se había animado a manifestarlo delante de otros. Hablaba muy poco peor la gente la creía loca, sobre todo cuando empezaba a defenderse de las pedradas o de las risas mostrando sus heridas y a hablar de Belgrano, que la había nombrado capitana".

Estos párrafos de "20 de Junio de 1820", un cuento de Ernesto Sábato de 1963, retratan a María Remedios del Valle, "La Capitana", quien sirvió a las órdenes de Belgrano, su General, quien ponderó su valor en batalla y la premió con un grado militar.
Mitre la mencionó al pasar en su "Historia de Belgrano y la Independencia Argentina". Luego será Carlos Ibarguren, en las páginas La Prensa a inicios de los años treinta del siglo pasado, quien la rescataría del olvido.

La capitana María Remedios del Valle, "Madre de la Patria", fue el artículo que, junto a otros, integró el libro "En la penumbra de la historia argentina" (1932), con una segunda edición, corregida y aumentada, de 1956.

Allí aparece el segundo hombre en reconocer sus méritos: "Un día, el general Viamonte la reconoció. "Sí, es ella, "la Capitana", "La Madre de la Patria", la misma que nos acompañó al Alto Perú, dijo al percibirla, y acercándose a la pordiosera le preguntó por su nombre. La pobre anciana que varias veces había golpeado la puerta del general sin poder verle porque era despedida por los criados, le refirió su desvalimiento. El veterano conmovido le incitó a que recurriera al gobierno solicitando amparo. Corría el año 1827".

Ese año convulsionado, luego de la huida de Rivadavia, el interregno de López y la asunción de Dorrego como gobernador bonaerense, no presagiaba favorable para que se tomase en serio la petición de "La Capitana".

Nuevamente Viamonte, como diputado realizó una solicitud de pensión por "sus servicios en la guerra de la Independencia", el 25 de septiembre de 1827. El 11 de octubre se leyó: "La Comisión de Peticiones ha examinado la solicitud de Doña María Remedios del Valle, conocida con el título de Capitana del Ejército, en que refiriendo los importantes servicios que ha rendido a la patria y acompañando el expediente que los justifica, pide alguna remuneración por ellos, pues no tiene absolutamente de qué subsistir". 

Burocracia mediante, se "cajonea" el pedido, hasta que Viamonte insiste con el pedido en la Sala de Representantes de Buenos Aires durante la sesión del 18 de julio de 1828.

Algunos diputados objetaron el pedido, hasta que el propio héroe de la Independencia tomó la palabra: "Yo conocí a esta mujer en la campaña al Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna. Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1810. No hay acción en que no se haya encontrado en el Perú. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se la debe dejar pedir limosna como lo hace".

Se sumó el doctor Tomás M. de Anchorena: "Yo me hallaba de secretario de general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército. era la admiración del general, de los oficiales y de todos. El general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitía que siguiese ninguna mujer al ejército; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo. Era el paño de lágrimas, sin el menor interés, de jefes y oficiales. Si no me engaño, el general Belgrano de dio el título de capitán del ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción. oí al mismo Belgrano pondera la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos".
Estas palabras originaron la resolución donde "Se concede a la suplicante el sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería, que se abonará desde el 15 de marzo del año 1827". También se abogó por armar una Comisión para hacer una biografía y un monumento sobre ella. Pero el tema, tras el levantamiento de Lavalle y el fusilamiento al gobernador Dorrego, se archivó y María Remedios del Valle volvió a mendigar.

"TIA MARIA"
A .J. Pérez Amuchástegui la rescató, en el tomo II de "Crónica Histórica Argentina" (1968): "En las memorias del general Gregorio Aráoz de La Madrid se alude a una negra, llamada "Tía María" y conocida por "madre de la Patria", y a sus dos jóvenes hijas, lavanderas de los jefes y oficiales. Tradicionalmente se menciona en conjunto a estas mujeres bajo el nombre común de Niñas de Ayohuma".

Recientemente Felipe Pigna, Araceli Bellotta, Hernán Brienza, Pacho O" Donnell y otros han estudiado su figura, pero será en el 2016 cuando se editó un libro en su honor. Daniel Brion publicó "Capitana María Remedio del Valle. Madre de la Patria".

Allí referenció que entre 1766 y 1767 nació La Capitana. Parda, de madre africana, de supuesto origen yoruba de la actual Nigeria, y padre español, se crió en el Mondongo, el actual barrio porteño de Monserrat. Formó familia, con esposo y dos hijos varones, uno propio y otro entenado. Participó en la defensa de Buenos Aires durante la segunda invasión inglesa de 1807, auxiliando al Tercio de Andaluces.

Tras los sucesos de 1810, toda su familia se alistó en el ejército auxiliar del Norte. Estuvo, entre enfermera y lavandera, en El Desaguadero, la derrota patriota, con el comandante Bernardo de Anzoátegui, y luego en la división del teniente coronel Bolaños; hasta que en Jujuy se cuadra ante la conducción del general Manuel Belgrano. Exodo Jujeño y batalla de Las Piedras mediante, María lo acompañó sin dudas. Tucumán y Salta mediante, las batallas la encuentran con la pérdida de su esposo e hijos, pudiendo rescatar de los realistas el cuerpo decapitado de su amor para darle, junto a su cabeza, cristiana sepultura.

Las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma la encuentran sin flaquear, aún después de sufrir latigazos por parte del enemigo.
El fin de Belgrano es el fin de María, decide volver a Buenos Aires, donde la esperaba la miseria y la ingratitud.

Tras años de penurias, a fines de 1829 fue ascendida a sargento mayor de caballería, y en enero de 1830, fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro. En algunos meses de 1832, así como entre 1833 a 1835 figuró en listas con sueldo doble.

Juan Manuel de Rosas, el tercer hombre que le tributó honores, la destinó a la Plana Mayor Activa con su jerarquía de sargento mayor. Quizás en agradecimiento se agregó "Rosas" a su apellido, sea por el reconocimiento económico o por la prohibición que el Restaurador hizo, en territorio bonaerense, de la compra venta de esclavos en 1837, reforzada por la abolición del tráfico de esclavos por el Río de la Plata en 1840.
Probablemente esta afroargentina, el 8 de noviembre de 1847, pudo descansar en paz al ser reconocida en el final de su existencia.

* Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.