La Favorita: imprecisiones sobre la vida de la Reina Ana

La película de Yorgos Lanthimos es una esmerada reconstrucción de época, pero cae en imprecisiones que no parecen bien intencionadas y no suman al esplendor estético. En el film La Favorita se intenta opacar la memoria de una Reina que fue importantísima para el Reino Unido, ya que Ana Estuardo unió a Inglaterra, Escocia y Gales en Gran Bretaña.

El Reinado de Ana (interpretada por Olivia Colman) fue una época de esplendor para Gran Bretaña, no solo desde el punto de vista de política internacional -con las victorias del duque de Marlborough durante las guerras de sucesión españolas (convertido en el Mambrú de nuestros cantos infantiles)-, sino de glorias artísticas y científicas, porque Pope, Newton, Johnson, Wren, Boswell, Defoe, Swift, y otras insignes personalidades vivieron durante su reinado.

Ana era de salud delicada. De niña fue enviada a Francia por problemas oftalmológicos ("deflexión" fue el término usado en los documentos, que significa lagrimeo excesivo). Sabemos que era miope, pero en la película este detalle es confuso, ya que hay momentos en que debe acercarse el texto para leer (como lo haría un miope) y otros en los que usa una lupa, objeto innecesario en caso de serlo.

La Reina tuvo 18 embarazos, pero la mayor parte concluyeron en abortos. Tuvo un feto muerto y retenido, cinco niñas murieron pocos días después de nacer, una llegó a vivir dos años y un niño murió a los once años. ¿Alguien puede imaginar tanto dolor? Los conejos que guardaba en su alcoba eran la encarnación de estos hijos muertos.

Esposa poco feliz, casada según los designios de la época con un hipolúcido príncipe danés, viuda precoz, sin hijos (todos muertos antes de acceder al trono), sin familia (su hermana estaba en el exilio) buscó afecto en su amiga de la infancia, Sarah Jennigs (interpretada por Rechael Weisz), que manejaba sus propios intereses (incluidas ventajas económicas, sustracciones indebidas y el enaltecimiento de su marido) y la hostigaba. De hecho, la que sugiere las tendencias lésbicas de la Reina es justamente ella, Sarah Jennings Churchill (ancestro lejano de Sir Winston), Duquesa de Marlborough, al verse desplazada como favorita por su prima Abigail Masham (interpretada por Emma Stone). Si existió tal relación nunca podrá confirmarse y, de haber existido, es un tema exclusivamente personal. Ventilarlo en una película que no guarda rigor histórico se presta a suspicacias. Todos sabemos que los escándalos, cuando son de alcoba (y más de la realeza), ofrecen buenos réditos.

ABORTOS Y GOTA

En la película sin rigor histórico coexisten inexactitudes médicas, además de lo señalado sobre la miopía. ¿Por qué tantos abortos? Lo más probable es que la Reina Ana haya sufrido un síndrome antifosfolipido, causante de pérdidas de embarazo y trombosis, como el accidente vascular que pone fin a sus días, pero que en el film está mal representado, porque siempre las lesiones de la cara, caída del párpado y parálisis facial (desviación de la boca) son contralaterales a la parálisis de brazos y piernas (si se fijan en la película, las parálisis son ipsilaterales, es decir del mismo lado).

Además de todo esto, la Reina Ana padeció gota. Una enfermedad hereditaria que se debe al exceso de ácido úrico en sangre. Al acceder al trono sufrió un ataque de gota que la obligó a ser llevada en una silla hasta el lugar donde debía prestar juramento.

La colchicina, una droga que se usa para frenar los ataques, recién se introdujo en 1760 pero, en la película, Abigail usa una planta que crece en los bosques de Inglaterra, y que bien podría haber sido el colchicum autumnale, un precursor de la colchicina, lo único que aliviaba a la Reina de su sufrimiento. Obviamente, tantas desgracias tenían a la Reina en un proceso depresivo y el juego malintencionado de su amiga Sarah no la ayudaba a recuperarse. El film, basado en las cartas de la tal Sarah, pintan a una Reina poco inteligente, dubitativa y torpe al hablar. Existen otros testimonios que demuestran su inteligencia, su mesura y exalta su capacidad de oratoria. Evidentemente, en Sarah predominó el rencor.

De todas maneras, a pesar de las inexactitudes y las manifiestas intenciones de provocar escándalo, la película trae una vez más al interés del público a esta Reina que "generó" a Gran Bretaña y la llevó a una era de excepcionalidad. Hasta el momento solo había sido recordada por el estilo mobiliario que lleva su nombre.

Ana merece recuperar el brillo de su nombre por sus méritos, que no fueron pocos y no por una aventurada hipótesis erótica, que de haberla tenido (aunque dudo que así sea) era solo una cuestión personal que no merece ser esgrimida con intenciones taquilleras.