El neuromarketing de la alimentación
El neuromarketing es una subespecialización del marketing que estudia el comportamiento íntimo del cerebro y su predilección inconsciente hacia los alimentos. Analiza a los consumidores y su manera de elegir.
¿Por qué a pesar de haber congresos internacionales, nacionales, facultades enteras que hablan de nutrición y alimentación, los problemas de la obesidad y la enorme cantidad de enfermedades que de ella proceden continúan en aumento? El secreto de esto está en la enorme eficacia del neuromarketing en la industria alimentaria.
Según la Universidad de Harvard, hasta el 95% de todo lo que hacemos, decidimos y compramos, se realiza de forma inconsciente. Desde hace mucho tiempo sabemos que el hombre tiene tres cerebros: el racional, el emocional y el cerebro reptil. El emocional y el reptil son totalmente inconscientes, no piensan, no hablan, pero que actúan llevados por el instinto de supervivencia, reproducción, protección, dominación, y defensa.
Las personas más inteligentes son las que pueden unir su cerebro racional, que no es más que el 15%, con el emocional. Esas son las que tienen inteligencia emocional. El neuromarketing estudia estos cerebros para lograr que formas, olores, texturas, sonidos, gustos o colores nos atraigan para comprar.
El premio Nobel de medicina Eric Kandel al día de hoy se está dedicando un 100% al neuromarketing, por lo tanto de por sí es una ciencia. En investigaciones en neurociencias se ha descubierto que hay ondas sonoras que llegan a los cerebros involuntarios, el emocional y el reptil y funcionan como drogas auditivas.
Hasta tal punto se estudian y se dirigen las emociones inconscientes de las personas a través del neuromarketing de la alimentación, que hoy se manipulan para que las personas puedan decir que quieren comer en forma saludable pero terminen comiendo de una manera totalmente enfermante.
El misterio de que el hombre siga eligiendo comer tan insano es la manipulación de los sentidos. La asociación entre los hidratos refinados con grasa y sal, como las papas fritas, y con azúcar como las gaseosas, hacen que se haga adicto. Además de los mecanismos bioquímicos que generan esta adicción, hay que tener en cuenta que el cerebro que decide la compra del alimento es el cerebro emocional.
La principal emoción totalmente inconsciente es el miedo, el miedo a no sobrevivir. Hace millones de años el hombre comía grandes cantidades de grasa y proteína (carne cruda) porque debía atravesar por largos periodos de carencia. Hoy sabemos que esto se va transmitiendo a través de la memoria celular hasta el día de hoy. Todos compartimos a través del cerebro reptil y emocional o límbico esta elección por los alimentos, que desde la prehistoria nos garantizaban la supervivencia.
El neuromarketing nos estudia meticulosamente, con aparatos sofisticados, para saber las tendencias de los consumidores, dónde dirige su mirada, qué olores y sólidos le llaman la atención... y sabe de las profundas diferencias entre el cerebro de la mujer y del hombre: las mujeres elegimos los alimentos predominantemente a través del olor y los hombres lo eligen predominantemente a través de la vista.
Dra. María Alejandra Rodríguez Zía
Médica clínica y endocrinóloga (M.N. 70.787)