Manuel Dorrego, el coronel del pueblo

Se cumplió el 231º aniversario del nacimiento del destacado político y militar argentino

Por Pablo Vázquez *

El calor sofocante, un campo árido y la esperanza perdida en la llanura de Navarro de aquel 1828 son las imágenes que acompañaron al gobernador Manuel Dorrego a su destino final, con la chaqueta de sus enemigos y la incertidumbre de pensar si su muerte será silenciada.

Las intrigas políticas que precipitaron la decisión del general Juan Lavalle y los disparos que convalidaron su fusilamiento marcaron el drama argentino como ningún otro acontecimiento en nuestra historia.

¿Quién fue este hombre que generó tantas pasiones encontradas y que fue símbolo de nuestra emancipación?

Político y militar argentino, nacido en Buenos Aires el 11 de junio de 1787, cursó estudios en el Real Colegio de San Carlos, continuándolos en Santiago de Chile, donde participó en el movimiento revolucionario y emancipador de 1810.

Este mismo año llegó a Buenos Aires y fue destinado al ejército del Alto Perú. Combatió en Suipacha, en Nazareno, en Tucumán y en Salta (junto a Manuel Belgrano) demostrando su valentía y carisma al mando de la infantería.

Por indisciplina fue separado de la milicia para ser reincorporado poco después. En 1814 pasó al ejército que operaba en la Banda Oriental, y participó en la batalla de Guayabos frente a las fuerzas de Artigas.

De regreso a Buenos Aires se dedicó al periodismo y se opuso a la política del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón por lo que fue desterrado en 1816.

Su carácter indómito, sarcástico y extrovertido le jugó malas pasadas con sus superiores. El propio general Manuel Belgrano receló de sus actitudes y burlas casi crueles, pero siempre reconoció su coraje y predisposición para la batalla, al punto de sentenciar que las derrotas que sufrió las hubiese evitado de haber contado con la campaña de Dorrego.

Residió en las Antillas y en los Estados Unidos, en donde se sintió atraído por las bondades del régimen democrático y federal. Regresó al país en 1820 y asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires durante un breve período. Viajó luego a Bolivia, para regresar en 1823.

Al tiempo fue nombrado miembro de la legislatura y luego del Congreso Nacional donde defendió la causa del federalismo. Su oratoria y su estilo fogoso lo convirtieron en el ídolo de la plebe urbana de Buenos Aires y en la principal figura del Partido Federal porteño.

CONTRA EL PROYECTO RIVADAVIANO

Manuel Dorrego, el coronel del pueblo, como lo llamaban sus partidarios, se opuso al proyecto constitucional rivadaviano de 1826, el cual desconocía la voluntad general de las provincias. Además, en su artículo 6º, se negaba el derecho de voto a los menores de 20 años, analfabetos, deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, y a los criados a sueldo, peones jornaleros y soldadas de línea.

Sostuvo: "Echese la vista sobre nuestro país pobre: véase que proporción hay entre domésticos y asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quienes van a tomar parte en las elecciones. Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, tal vez no exceda de la vigésima parte (...) ¿Es posible esto en un país republicano? ¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones? (...) Yo digo que el que es capitalista no tiene independencia, como tienen asuntos y negocios quedan más dependientes del Gobierno que nadie. A esos es a quienes deberían ponerse trabas (...) Si se excluye a los jornaleros, domésticos, asalariados y empleados ¿entonces quiénes quedarían? Un corto número de comerciantes y capitalistas".

Y señalando a la bancada unitaria: "He aquí la aristocracia del dinero y si esto es así podría ponerse en giro la suerte del país y marcarse (...) Sería fácil influir en las elecciones; porque no es fácil influir en la generosidad de la masa, pero si en una corta porción de capitalistas. Y en ese caso, hablemos claro: !el que formaría la elección sería el Banco!".

Los unitarios impusieron su Constitución, pero el interior la rechazó en bloque.

TRAICION Y MUERTE

El 3 de agosto de 1827 fue elegido nuevamente como gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires y encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Firmó la paz con Brasil sobre la base de la independencia de Uruguay.

Concluida la guerra hizo llamar al ejército de Montevideo pero al llegar el batallón al mando del general Juan Lavalle, éste puso sitio a la fortaleza de Buenos Aires, influenciado por algunos políticos del Partido Unitario, y protagonizó un golpe contra el gobierno legítimo del futuro mártir.
Aconsejado por Juan Manuel de Rosas que recurriese a las tropas de López en Santa Fe, fue a la campaña que le era adicta y en poco tiempo armó un ejército leal pero débil. Lavalle marchó contra él y lo derrotó; escapó nuevamente, pero fue traicionado por algunos de sus subalternos.

Capturado por Lavalle, fue sentenciado a muerte y fusilado el 13 de diciembre de 1828.
Su asesinato afectó a unitarios y federales por igual, hasta el propio Lavalle sintió el peso de su mala decisión sobre sus hombros hasta el fin de sus días. Quizás con él vivo la organización de nuestra Nación hubiese tomado otros caminos de entendimiento y proyectos compartidos por ambos bandos.

Republicano y democrático, su figura se eleva como símbolo de lucha y entrega por el pueblo.


* Lic. en Ciencia Política; Doctorando en Comunicación (UNLP); Adjunto de la Cátedra de Historia Política Contemporánea (UCES); Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón y Rosas, siendo de este último su Secretario General.