Ya no hay excusas contra la dislexia

El 10 de abril se reglamentó la ley 27.306 que establece la detección precoz y el tratamiento de las Dificultades Específicas del Aprendizaje y plantea la obligatoriedad de adaptaciones de acceso y forma en la enseñanza.

La dislexia es una inhabilidad puntual para la lectura y representa el 80 por ciento de los casos de Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA). No se trata de una discapacidad ni de una enfermedad, sino simplemente de una condición del ser humano, como ser zurdo, que recae en el 10 por ciento de la población mundial: unos 700 millones de personas, 4 millones en Argentina o dos o tres alumnos por aula.­

Luego de décadas de lucha para que se reconozca la dislexia, a principios de abril se reglamentó una la Ley 27.306 que establece la detección precoz y el tratamiento de las DEA y plantea la obligatoriedad de adaptaciones de acceso y forma en la manera de enseñar.­

"Lo más importante es que, el ingresar al Programa Médico Obligatorio (PMO), se acabaron las excusas en las obras sociales y prepagas, especialmente para la gente de pocos recursos, que no tiene los medios para cubrir un diagnóstico y menos un tratamiento. Para los docentes, la ley también plantea la obligatoriedad de aplicar las adaptaciones de acceso y de forma'', celebró el pediatra Gustavo Abichacra, presidente de Disfam Argentina y padre de un estudiante disléxico.­

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¿QUE ES?­

"La dislexia es una condición, no una enfermedad, por lo que no se cura. Suele ir acompañada de otras dificultades, como la disgrafía, que complica la escritura y la discalculia, que compromete la aritmética, aunque no necesariamente. Se trata de un `cableado' distinto de las conexiones neuronales. Si bien afecta la adquisición precisa, fluida y automatizada de la lectura, las personas con dislexia suelen presentar fortalezas y talentos que la mayoría no tiene'', explicó la psicóloga Ruth Rozensztejn, especialista en el uso de nuevas tecnologías para el tratamiento de las DEA. ­

Según la experta, un disléxico tiene dificultad en ligar el dibujo de una letra (grafema) con el sonido que representa (fonema), lo que hace muy difícil la posibilidad de construir el significado de un texto.­

"La dificultad se presenta en la automatización del proceso de decodificación. Es como cuando se aprende a manejar un auto: al principio hay que prestar atención para pasar los cambios al embriague, al freno y al acelerador. Sin embargo, al poco tiempo, esos movimientos se hacen sin pensar y el conductor puede aplicar la atención a la ruta, incluso al paisaje, y las distintas alternativas para recalcular y llegar al destino. Cuando alguien con dislexia lee, como no tiene automatizada la relación los sonidos con las letras, las sílabas y las palabras, todo su esfuerzo se centra en la decodificación y se pierde en el camino, en la comprensión del mensaje'', graficó Rozensztejn.­

"Por más que le ponga ganas, un chico con dislexia gasta cinco veces más de energía para leer y tres veces más de tiempo: simplemente no va a poder leer igual que sus compañeros -señaló Abichacra-. No es que el chico sea vago, burro o que se distraiga, sino que se malinterpreta su dificultad a partir de sus consecuencias: que es bajar los brazos, la frustración, el para qué esforzarse si total tengo el mismo resultado''. ­

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EL SISTEMA ESCOLAR­

"Como es una condición neurobiológica, algo que viene de fábrica, la dislexia no se agrava con el tiempo, sino que los desafíos que uno se va encontrando a lo largo de la vida son diferentes -comentó Rozensztejn-. Entonces, se empieza a notar en primer grado o segundo, cuando se pone en práctica el aprendizaje sistemático de la lectoescritura. Hay personas que recién son detectadas en el secundario y otras que nunca llegan a enterarse y, aunque se destacaron en otras áreas, tuvieron fracasos escolares, repitencia y siempre les costó estudiar''.­

Según los especialistas, con simples cambios como fomentar la oralidad -no todo se debe tomar por escrito- o dando más tiempo para los exámenes y anticipar los textos que se van a utilizar, se puede garantizar la inclusión de los alumnos en un sistema escolar 'textocéntrico'.­

"El problema de un chico disléxico es que, en una escuela donde se enseña básicamente a través de textos, no puede adquirir conocimiento a la par de sus compañeros. Si un chico tarda tres veces más de tiempo en leer, lo que tenés que hacer es darle menos tarea. No más fácil, sino menos -explicó Abichacra-. No es facilitar y que pase todo el mundo como sea, es darle una herramienta. Es como darle anteojos a un corto de vista: si le saco los lentes y le digo leé, el chico no va a poder, pero no porque no tenga la capacidad, sino porque no ve y no le dí la herramienta necesaria. Darle un par de anteojos no es darle una ventaja, es ponerlo al mismo nivel que los demás''

"No se trata de patologizar al chico, la dislexia no es una cosa mala ni estigmatizante, es una forma de pensar diferente -subrayó el presidente de Disfam-. Lo que pasa es que, en la escuela, un chico que no sabe leer y escribir la pasa mal, pero si no le dan tiempo, no le agrandan la letra, no le dan la posibilidad de poder aprender desde la oralidad, lo revientan''.­

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¿COMO SE TRATA?­

Uno de los principales beneficios de la Ley DEA es que establece la necesidad de hacer diagnósticos tempranos de las dificultades de aprendizaje, incluso antes de que el chico empiece a leer y escribir.­

"Lamentablemente hoy la resistencia en las escuelas es total y absoluta, principalmente porque la corriente psicoanalítica que domina la formación docente niega la dislexia y postula que la dificultad para leer se basa en un problema emocional o madurativo -comentó Abichacra-. Sin embargo, está demostrado por la neurociencia que es totalmente perjudicial `esperar los tiempos del chico', porque si se actúa tempranamente, alrededor de los 4 años, se le puede dar herramientas para aprender a leer adecuadamente''.­

"Hoy contamos con predictores, signos que pueden aparecer antes de un primer grado: dificultades en el lenguaje, en la denominación rápida de los objetos, como los chicos a los que les cuesta el nombre de los colores o no consiguen armar series, como los días y los meses'', expresó Rozensztejn.­

"Cuanto antes se empiece mejor, porque se trabaja en la `conciencia fonológica', que es poder ir distinguiendo en el continuo del habla los distintos elementos: palabras, sílabas y sonidos. Se va aprendiendo de manera muy explícita y sistemática cómo se conforma el principio alfabético, que cada letra tiene un sonido, cómo se forman las sílabas, las palabras y las oraciones'', dijo la especialista.­

"Con los signos precoces, se puede establecer un diagnóstico de riesgo e intervenir en la `conciencia fonológica' y favorecer la lectura cuando el chico se enfrente al conocimiento de la letra'''', expresó Abichacra.­

 

El uso de tecnología en las­

aulas permite la inclusión­

Si bien la dificultad en la lectura que plantea la dislexia no tiene cura, sí puede compensarse, y sobre todo en la escuela, con simples estrategias de accesibilidad a través del uso de celulares y tablets.­

Al tratarse de un trastorno del lenguaje, de la comunicación, la dislexia no es compatible con el sistema educativo argentino, que basa todos los aprendizajes en el código escrito: el niño disléxico no puede asimilar los contenido porque no es capaz de llegar a su significado a través de la lectura.­

Sin embargo, esta barrera de acceso al conocimiento puede achicarse a medida que aumenta la inclusión de las nuevas tecnologías en las aulas y se ponen en práctica técnicas de estudios específicas.­

"Hoy existe una multiplicidad aplicaciones que habilitan funciones de accesibilidad en los distintos dispositivos tecnológicos de uso cotidiano y que están al alcance de cualquier chico'', explicó Cynthia Giolito, senior manager de Ciudadanía Corporativa en Samsung Argentina.­

"Cuando tenés una dificultad para leer, la computadora te puede ayudar a escuchar el texto y cuando tenés una dificultad para escribir, podés hacer un dictado para que el teléfono o la tablet escriba en tu lugar'', sostuvo.­

"Los dispositivos tecnológicos hacen los que siempre hicieron las familias: les leen a los chicos. Cuando a un disléxico alguien le lee un texto, llega a la comprensión, lo entiende sin problemas y al mismo tiempo que sus compañeros, por lo que puede transitar tranquilamente la secundaria y la universidad'', explicó la psicóloga Ruth Rozensztejn, autora del curso virtual "Herramientas de capacitación para una educación inclusiva - Dislexia: desde el aula al mundo del trabajo", accesible desde el portal www.dislexiacampus.com.ar.­

Según la especialista, todos los alumnos con dificultades de lectura pueden trabajar desde un celular común, pero hay que fomentar que en las escuelas haya acceso a netbook y tablets para que los docentes puedan implementar mecanismos fáciles de accesibilidad.­

"En el caso de la disgrafía, que es una dificultad en la escritura, con problemas grafomotores, la escritura a mano es muy penosa y el chico tarda mucho tiempo. A estos alumnos se le soluciona mucho sólo con permitirles que escriban en un teclado y el uso de correctores ortográficos'', graficó Rozensztejn.­

"Para un chico que tiene muchas ideas, pero al que le cuesta organizarlas por escrito, el uso de una computadora le permite tomar notas, armar mapas conceptuales, marcar palabras claves, organizar los párrafos. Eso que es muy simple, puede cambiar la vida'', dijo.­

"Si a un disléxico en lugar de darle una fotocopia, le doy el texto en Word o PDF, lo va a poder 'leer escuchando' y va a poder modificarlo para hacerlo más legible, con letras más grandes y fondo en color. La tecnología resuelve buena parte de las adaptaciones de accesibilidad y están al alcance de cualquiera'', enfatizó.­

 

La ley obliga a repensar las­

formas y prácticas docentes­

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El 10 de abril el Poder Ejecutivo reglamentó y puso en vigor la Ley 27.306, más conocida como la Ley de Dislexia, en la que se exponen los lineamientos para el abordaje de las Dificultades Específicas del Aprendizaje en las escuelas.­

En el artículo 6º, la ley recomienda las siguientes acciones pedagógicas para garantizar el acceso al curriculum común de los chicos con dislexia: ­

a) Dar prioridad a la oralidad, tanto en la enseñanza de contenidos como en las evaluaciones. De hecho, se recomienda que los maestros les lean los textos, ya que así se logran una mejor comprensión.­

b) Otorgar mayor cantidad de tiempo para la realización de tareas y evaluaciones. En ese sentido, es preferible anticiparle los textos que se abordarán en clase, ya que el alumno requiere un trabajo más exhaustivo para acceder al significado.­

c) Asegurar que se han entendido las consignas. Para evaluaciones escritas que requieran desarrollo de conceptos, se sugiere una guía de estudio para preparar el examen.­

d) Evitar las exposiciones innecesarias en cuanto a la realización de lecturas en voz alta frente a sus compañeros.­

e) Evitar copiados extensos y dictados cuando esta actividad incida sobre alumnos con situaciones asociadas a la disgrafía. En ese sentido es conveniente apoyar la información escrita en estímulos visuales.­

f) Facilitar el uso de computadoras, calculadoras y tablets. Con el uso de simples aplicaciones en celulares se pude dar un significativo avance en el acceso a los textos.­

g) Reconocer la necesidad de ajustar los procesos de evaluación a las singularidades de cada sujeto.­

En ese sentido, la ley hace explícito uno de los puntos más controversiales por lo que hasta hoy se negaban las adaptaciones: los docentes deben asumir que este tipo de adaptaciones de accesibilidad no implican otorgar ventajas frente a sus compañeros, sino ponerlos en igualdad de condiciones frente al derecho a la educación.­

Por eso, los especialistas recomiendan que el proceso de evaluación sea continuo, y no basarse solamente en los resultados de los exámenes, dado que la escritura del alumno disléxico no refleja adecuadamente sus conocimientos. Se busca que el alumno pueda dar cuenta de los progresos en sus procesos de aprendizaje en múltiples oportunidades durante el trimestre.­

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