LECTURAS DE AUTOR

"El "Borges" de Bioy Casares es una obra imprescindible"

Carlos Bernatek siente rechazo por la reiteración de modos y formas en cierta literatura de género. Entre sus descubrimientos está Alberto Montero, autor que publicó su primera novela a los 62 años.

-¿Qué está leyendo ahora? ¿Suele leer varios libros a la vez?

-Estoy leyendo La muerte voluntaria en Japón, de Maurice Pinguet. Leo más de un libro a la vez si se trata de cuestiones diversas, ensayo y novela, por ejemplo, o registros muy diversos en un mismo género. Pero si un libro me atrapa, no lo suelto hasta terminarlo.

-¿Qué autor nuevo o clásico descubrió últimamente? ¿Por qué motivos lo atrapó?

-En realidad, creo que el paso del tiempo y las lecturas nos permiten redescubrir autores que ya leímos con una apreciación distinta. Y no me pasa sólo con los clásicos: somos nosotros los que cambiamos y modificamos nuestro modo de leer, de inferir cosas en el texto. Por eso felizmente, la cultura no es algo estático ni cristalizado. De lo nuevo estoy descubriendo a Alberto Montero, un autor que edita su primera novela a los 62 años.

-¿Podría mencionar un autor argentino de cualquier época que considere injustamente olvidado?

-Muchos: Miguel Briante, Fausto Burgos, Marco Denevi, Amalia Jamilis, entre muchos otros.

-¿Algún autor contemporáneo o clásico en cualquier lengua que le parezca sobreestimado, o que no haya estado a la altura de sus expectativas como lector? ¿Y por qué?

-Houellebecq, un autor que invierte más esfuerzo en su construcción personal como personaje que en lo único que lo convalidaría como el gran autor que no es. Eso sí: factura como loco.

-¿Lee en dispositivos electrónicos? ¿Lo recomienda? ¿Lo reprueba?

-Si hablamos de lectura literaria, poco y nada, salvo cuando trabajo en la PC en mis textos. Pero no uso e-book. Tampoco lo combato; me parece bien que coexistan. En realidad, dejando de lado el libro electrónico, creo que la lectura en pantalla que casi todos desarrollamos, está destinada fundamentalmente a la información o al texto breve, o nos sucederá una generación de ciegos.

-¿Visita librerías de viejo, ferias, librerías de saldos? ¿Podría mencionar alguna favorita?

-Visito todos esos lugares, tengo algunos circuitos de viejo, y también compro por Internet; pero no tengo preferencia especial por ninguna. Muchas mutan todo el tiempo. Pero mis librerías favoritas son "Norte" y "Hernández".

-¿Es lector de literatura de géneros? ¿Hay alguno que prefiera o rechace sobre otros? ¿Alguno en el que nunca se internó?

-Para leer no me condiciona lo genérico sino su tratamiento, o mejor dicho, siento rechazo a la reiteración de modos y formas, por la estructura rígida de manual. Esa misma condición me aleja de algunos clubes de pertenencia: el fantasy, la ciencia ficción actual (no la de los "60 y "70), las microficciones; son géneros con los cuales no empatizo.

-¿Recuerda uno o más libros consagrados que se le resistieran y no haya podido terminar de leer?

-Muchos libros se me resistieron tal vez por el momento en que traté de leerlos, y como no me sobra el tiempo, a varios los abandoné. Musil, por ejemplo: leí con entusiasmo Las tribulaciones del joven Törless, y el primer tomo de El hombre sin atributos, pero me trabé en el segundo. Tuvo que pasar el tiempo para retomarlo. A veces, como escritor que trabaja asiduamente, no te ayudan ciertas lecturas, te contaminan, te obstaculizan. Y existe cierta etapa en que no puedo leer nada ajeno para poder hacer lo mío: cuando llego a ese punto, me siento obligado a convivir permanentemente con mi texto en la cabeza, y no hay lugar para más. Hasta sueño con lo que escribo, y el sueño mismo sugiere, interviene o descarta para considerar en la vigilia.

-¿Lee poesía? ¿Podría mencionar sus poetas favoritos? ¿Han ido cambiando con los años?

-No soy un lector aggiornado de poesía, y es mucho lo que ignoro, aunque pertenezca a la generación que se nutría en el surrealismo (y el presurrealismo). Pero no regreso a esos libros. Al voleo menciono lo que me gusta: César Vallejo, Pavese, Pessoa, Gonzalo Rojas, y más acá, Leónidas Lamborghini, Mirtha Rosemberg.

-¿Qué otro escritor de cualquier época le hubiera gustado ser, ya sea por su obra o por su vida?

-Es una pregunta muy difícil como para que alguien responda, por ejemplo: Faulkner por su obra, Jorge Amado por su vida. Pero me quedo con mi obrita y mi vidita.

-¿Lee biografías de escritores? ¿Tiene alguna especialmente memorable?

-Cuando yo era chico se leía mucho la biografía romántica, de estilo decimonónico, que marcó a muchas generaciones, tanto como las vidas de santos, que hoy podríamos dar por sepultada si no la reflotaran cada tanto cierto cine y cierta TV no muy imaginativos. Pero si consideramos al Borges de Bioy Casares, como una biografía, o libro póstumo de memorias, estamos ante una obra imprescindible de la literatura argentina, algo que excede lo estrictamente genérico y se convierte en memoria, diatriba, ajuste de cuentas y estricta humanización del bronce: un libro extraordinario que excede cualquier encasillamiento. O Los diarios de Emilio Renzi de Piglia, otra obra magnífica que supera con creces la crónica, lo biográfico, y lo genérico: nunca deja de construir su narrativa, con o sin ficción, borroneando esos límites genéricos.

-¿Regala libros, presta libros, devuelve los que le prestan?

-Regalo libros, y a veces presto, que equivale a perder. Pero si ocasionalmente me prestan alguna rareza inaccesible, la devuelvo.

-¿Ha vuelto a leer de adulto alguno de esos libros que a todos nos fascinaron en la infancia?

-Leía de chico versiones simplificadas, adaptaciones de la Ilíada y buena parte de la mitología griega clásica, incluso en comics, que me encantaban: yo jugaba con esos mitos y leyendas, extendía la lectura al juego. Y a medida que fui creciendo, surgió en mí la necesidad de apelar a los textos originales (si existiera algo así en la literatura, y más aún la mitología griega). Hasta hoy los sigo leyendo. Seguramente la lectura es distinta, pero la fascinación es la misma.

-Por último, si es imposible ser escritor sin ser primero lector, ¿qué libro siente que lo convirtió a usted en escritor?

-Debe haber muchos libros que, consciente o inconscientemente me fueron inclinando hacia la posibilidad de escribir. No creo que haya sido un único texto el motivador, pero recuerdo en particular la lectura de una antología del secundario: 16 Cuentos Argentinos, compilada por Mignón Domínguez para Huemul, muchos de cuyos cuentos me impresionaron al punto de no olvidarlos, aunque la mayoría de los autores -muchos del interior- haya pasado al olvido generalizado. Hay allí un cuento titulado ""La gloria"", de Susana Calandrelli, que seguramente me influyó por su argumento y su rigor en algo que luego escribí. Nunca lo olvidé, y aún conservo el libro medio deshecho.