PUBLICARON EN UN VOLUMEN EL CURSO DE FILOSOFIA QUE CARLOS A. SACHERI DICTO EN 1972

Un profesor que abría el juego

OR A. GERMAN MASSERDOTTI

PARA LA PRENSA

Este libro (*) es el resultado del dictado de las clases de Filosofía e historia de las ideas filosóficas que Carlos Alberto Sacheri (1933-1974) pronunció durante el curso introductorio a la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Profesor universitario y uno de los mejores intérpretes del pensamiento de Tomás de Aquino en la Argentina, Sacheri ofrecía a sus jóvenes alumnos este anillado a modo de apunte. Data de 1972 y la trascripción conserva el estilo oral con que fueron dichas.

Sacheri vuelca toda su formación académica y científica previa y lo hace de acuerdo a las necesidades de la enseñanza y del auditorio. Además de profesor en la Universidad Nacional de Buenos Aires, lo fue también en la Universidad Católica Argentina, en el Instituto de Filosofía Comparada (París, Francia), en la Universidad de Laval (Quebec, Canadá) -donde también se doctoró en filosofía bajo la dirección de Charles de Koninck- y en la Universidad Andrés Bello (Caracas, Venezuela). En 1970 había logrado el puesto de secretario científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

El perfil pedagógico de Sacheri se revela en numerosas afirmaciones. Dice a sus alumnos que "la concepción de la Cátedra es peculiar (no porque sea exclusiva ni mucho menos), en el sentido en que tanto en la relación personal que podrá haber durante estas clases semanales como en la redacción de los exámenes parciales escritos", los alumnos "tienen absoluta libertad para expresar la opinión que juzguen más adecuada respecto de los temas de clase o de los exámenes parciales, con el respeto de las dos reglas indispensables": la primera es que "demuestren que han estudiado la materia, es decir, que conocen el punto de vista de la cátedra" y la segunda es que "fundamenten con la mayor seguridad posible el punto de vista personal. No decir la opinión que primero se les pase por la mente, sino fundamentar seriamente sus opiniones". El curso de la materia que ofrece Sacheri "tiene por objeto dos metas de tipo pedagógico: a) incitar a una reflexión sobre temas importantes, b) brindarles criterios fundamentales, ciertos puntos de referencia de doctrinas o autores que han expresado cosas importantes, vitales, sobre los distintos temas". Piensa que no habrá ningún problema en que los alumnos den su propia opinión o hagan preguntas "teniendo en cuenta que sus interrogantes son en gran medida los interrogantes de todos sus demás compañeros".

Sin olvidar que la cosmovisión filosófica incluye de modo necesario y fundamental la instancia metafísica, Sacheri insiste en aquellos temas y aspectos que pueden resultar inmediatamente más útiles para la formación de un futuro profesional del derecho. Si la inquietud de los alumnos "es iniciarse en la ciencia del derecho, lo lógico es que el programa aborde los puntos que son necesarios de primero a quinto año y para sus actividades profesionales, dentro de los límites de tiempo con que cuenta este materia dentro del programa de la carrera".

La metafísica, observa, es un tema absolutamente fundamental en una orientación filosófica general. Pero, en concreto, se trata de dar a los alumnos los elementos que necesitarán más adelante, "no porque uno tenga una mentalidad particularmente utilitaria, sino porque sabemos las carencias que luego presentan, y hay ciertos temas que no se desarrollan bien".

Los alumnos no hallarán las respuestas planteadas fácilmente "sino con gran esfuerzo personal", porque cada materia tiene un horizonte limitado, "por lo que no puede presuponerse que se haya recibido una excelente formación de tipo lógico en la escuela secundaria". Por esto, agrega: "prefiero ir lentamente y no dar por sabido sino lo estrictamente indispensable. Es decir, lo que es de conocimiento general". Si el profesor presupone algo que los alumnos no tienen presente, está en ellos pedirle la aclaración necesaria. Abre el juego -o, mejor todavía, lo sigue haciendo-: "Por ello insisto en que haya una activa colaboración entre nosotros".

Sin embargo, no se trata de hacer "relativismo histórico-filosófico". Por esto, "si uno centrara demasiado las cosas en un enfoque puramente histórico, correría el riesgo de hacer una especie de colección filatélica de doctrinas. Pero creo que eso no es formativo". La historia de la filosofía "está en función de los problemas concretos, porque al hombre no le interesa saber qué dijo "fulano", sino por el contrario, saber si tiene razón o no; es decir, a mí me interesa más como persona saber si soy libre o no a saber si Kant o Platón dijeron que el hombre era libre por tal o cual razón".

El elemento histórico está en función de los problemas. "Si se insistiera, tal como se hace muchas veces, en darle prioridad al enfoque puramente histórico, nos convertiríamos en coleccionistas de ideas ajenas y sabríamos que "fulano" dijo tal cosa, en tal libro, que fue escrito antes que tal otro, cosa que es importante y para un conocimiento más profundo es hasta indispensable, pero creo que a este nivel y dentro de los límites del curso, que no siempre son grandes, es mucho más importante que ese elemento histórico se dé dentro de una problemática concreta".

No le interesa quedarse "a nivel de una colección de opiniones que en vez de aclararnos el panorama nos complica mucho más, porque en general, cuando se acentúa mucho el enfoque puramente histórico, cunde el desaliento. Hay tantas opiniones divergentes que uno no se explica para qué sirve todo eso".
Los problemas de la filosofía son siempre los mismos. Tanto es así que "cada generación se plantea los mismos problemas; no los planteará del mismo modo y sobre todo, nos los responderá del mismo modo, pero son temas eternos, tal como nuestra existencia humana".

Este libro da cuenta de un hecho: se puede brindar una reflexión filosófica realista con una modalidad pedagógica adecuada que oriente las inteligencias de los estudiantes universitarios en la actualidad. Resulta un instrumento aptísimo para la enseñanza de la filosofía y, de modo particular, para aquellos que se aventuran en los primeros pasos de la carrera de derecho. Todavía más resalta la necesidad de esta obra en tiempos como el presente: el del oscurecimiento de la capacidad natural de la razón para conocer la verdad. Solamente queda hacer uso del instrumento. 

* Filosofía e historia de las ideas filosóficas, Mendoza, Escipión, 2016, 390 páginas.