SILVIA MIGUENS REPASA LA ESCRITURA DE SU ULTIMA NOVELA ROMANTICA

Pasiones que llegan de la historia

En "Lupe después del viaje" la autora retoma como personaje a la esposa de Mariano Moreno. Ya no es una mujer enamorada sino una sobreviviente de los grandes enfrentamientos posteriores a la Independencia.

Se llama Silvia Miguens y pertenece a la exitosa elite de las escritoras que practican la novela histórica. Es la autora de la recordada Lupe, la novela que hiciera popular la figura de Guadalupe Cuenca, la esposa de Moreno que conmoviera con aquellas cartas que, destinadas a su esposo, nunca se encontraron con su destinatario porque él había muerto en alta mar.

Varias novelas se sucedieron después de aquélla y, casi en un itinerario de veinte años luego de la aparición de la primera, sale ahora Lupe después del viaje que sigue a Guadalupe hasta su muerte. 
Hablamos con Silvia Miguens de muchas cosas. En el comienzo quisimos saber qué hacía antes de Lupe y sobre su relación con Dalmiro Sáenz a quien dedicó su última obra.

"Era una mamá a tiempo completo -recordó-. Una lectora compulsiva, desordenada y sin método. Tenía idea de dedicarme a la escritura, pero era más un deseo que un proyecto de vida. Dalmiro Sáenz me dio alas. Me enseñó a ver las cosas y la vida con la suficiente irreverencia para vivir y escribir sin miedo, sin tapujos. Me marcó a fuego con que "ser escritor es andar por la vida escribiendo".

ATAR CABOS SUELTOS

-¿Por qué eligió a Lupe, la esposa de Moreno, como protagonista?

-La verdad es que me enamoré de María Guadalupe y su historia a los quince años. Me regalaron el LP de Mujeres Argentinas y me quedó aquello de las cartas que Mariano Moreno no alcanzó a leer porque murió en alta mar. Me preguntaba qué pudo haber sentido ella cuando supo que había escrito la primera carta con Moreno ya fallecido y que, en cada una de las diecisiete y una esquela, según cuenta, le hacía mil reclamos. Imagino no sólo el dolor sino la culpa cuando supo de su muerte. Durante seis meses había hecho reclamos a un muerto. El nunca supo. Nunca podría defenderse ni justificar su ausencia. En Lupe después del viaje debe atar los cabos sueltos y aceptar la definitiva desaparición de su esposo, a pesar de que sin cadáver nunca podría cerrar del todo la historia. Moreno fue echado al mar.

-¿Qué piensa que habría pasado si Pollera pantalón, su primera novela, no hubiera sido finalista del premio Emecé hace 20 años?

-Habría seguido escribiendo pues ya sabía que eso quería hacer siempre. Pollera pantalón, un ejercicio de taller aun no terminado, era difícil que ganara un primer premio. Para entonces, tenía la mitad de Lupe escrito y parte de Ana y el virrey. En 2009, le di unas vueltas más y se editó como Tantas maneras de vivir (segundo premio en el concurso Ricardo Rojas de la Ciudad de Buenos Aires). Es muy entrañable para mí. Es el único libro no histórico.

-Por su vida pasaron muchas heroínas a las que de una manera u otra el amor tuerce sus vidas y les da sentido, como Ana Perichon, amante de Liniers, Manuela Sáenz, amante de Bolívar (La gloria eres tú) o Anita Gorostiaga, amante de Güemes. ¿Cómo diría que el amor transformó a cada una de esas mujeres?

-En el caso de Ana Perichón y Manuela Sáenz no fue solo el amor lo que las transformó, o me inspiró, sino las cuestiones políticas en los albores de la Independencia. En el caso de Manuela, su participación incuestionable siendo condecorada por ello tanto por San Martín como por Bolívar. En el caso de Ana siendo cuestionada su actuación. Anita Gorostiaga (reeditado en Córdoba como Entre dos fuegos), sedujo justamente por lo opuesto al amor; el que estaba interesado era Güemes, pero ella escapó al campamento de los godos y se casó con uno de los generales enemigos. Eliza Brown, definitivamente me conmovió con su trágica historia de amor. El amor transforma, sin duda.

-¿A qué se debió la transformación en el caso de otras de sus protagonistas, como Juana Manso (Cómo se atreve) o Eloísa D"Herbil?

-En el caso de Juana Paula Manso, una vida apasionante, dejada de lado hasta por la Sociedad de Beneficencia creada por su padre. Juana era de las pocas que realmente bregaba por los derechos de las mujeres, desde su primera educación hasta su condición de trabajadora. Emite conceptos que aun hoy se ponen en duda, como el hecho de que la mujer no debe ser esclava del espejo ni de nadie. En cuanto a Eloísa, llegó desde Cuba al país en 1868 y su casa fue lugar de tertulias musicales de grandes personajes políticos: Sarmiento y Mitre por ejemplo. Siendo concertista de piano y alumna de Liszt, a partir del siglo XX, crea su propia orquesta de tangos y compone.

Miguens trabaja sus libros a partir de una línea cronológica que se va abriendo camino por año y lugar. Luego la profundiza. 

"Busco qué otras cosas sucedían en su entorno -explica-. A veces sintiéndome un poco en blanco, escribo un párrafo cualquiera sobre algo que no hace a la historia, y finalmente lo paso a los años de la novela y termino incorporándolo porque, viviendo en "estado de novela" todos los caminos, paisajes y acontecimientos conducen a ella".

En su última novela Miguens cuenta que quiso retomar un tema del que temía que ya no interesara a nadie.

"Esta Lupe veinte años después no es aquella íntima -aclara-. Transcurre entre su pasado en Chuquisaca, cuando conoce a Mariano, sus primeros tiempos en Buenos Aires, la Revolución de Mayo y un presente en el que no sabe o no quiere saber sobre la sospechosa muerte de su esposo. Nada de lo que acontece en su entorno y en Buenos Aires le es ajeno. Sobrevive a Mariano unos cincuenta años, en los que vio caer la Revolución junto a todos sus líderes, Castelli, Belgrano, Monteagudo, los más allegados a Mariano, y le tocó presenciar ya no la pelea de criollos con España sino que vio nacer la interminable pelea entre "hermanos", que no cesa y que hoy llamamos "grieta".

GUERRA Y EXILIO

"En esta segunda parte -prosigue Miguens-, Lupe ya no es una niña enamorada sino una mujer que sufre circunstancias dolorosas como el exilio y un hijo en el frente de combate. Pero también pudo disfrutar, hasta el final, de sus nietos y del regreso sano y salvo de Marianito, condecorado por sus acciones".

La autora de tantas obras con mujeres extraídas de la historia piensa que a través de ellas la Historia con mayúsculas resulta más veraz.

"Las mujeres somos más cuestionadoras, no tan crédulas de los diferentes discursos oficiales -considera-. Ahora intento una novela con Flora Tristán que me permitirá ver parte de la historia del Sur de América y de su Francia natal".